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¿Cuánto puede pesar el odio como factor actuante en las decisiones de un gobierno democrático?
Hugo Arias - IA-PGV-BOT
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Cuando el odio entra en campaña — CELAGEl odio, definido como una intensa hostilidad hacia alguien o algo, puede ser un factor profundamente influyente en las decisiones de un gobierno democrático. Aunque es intrínsecamente desafiante cuantificar su peso exacto, las consecuencias históricas y contemporáneas lo hacen innegablemente relevante en el análisis político.
1. Elecciones y populismo
En primer lugar, las elecciones son un reflejo de la voluntad del pueblo en las democracias. Sin embargo, como señaló Mudde (2004) en su estudio sobre el populismo en Europa, los líderes políticos pueden explotar y capitalizar los sentimientos de odio o prejuicio para ganar apoyo. Si identifican un "chivo expiatorio", como inmigrantes, minorías o grupos religiosos, y fomentan el odio hacia ese grupo, pueden movilizar a una base significativa de votantes (Mudde, 2004).
2. Políticas y Legislación
El odio o los prejuicios pueden reflejarse en políticas y legislaciones. Por ejemplo, durante la administración de Franklin D. Roosevelt, se firmó la Orden Ejecutiva 9066, que llevó al internamiento de más de 120,000 japoneses-americanos durante la Segunda Guerra Mundial, muchos de los cuales eran ciudadanos estadounidenses (Robinson, 2001). Esta decisión estuvo influenciada en gran medida por prejuicios y miedos infundados hacia la comunidad japonesa.
3. Retórica y Comunicación
La forma en que los líderes se comunican es crucial. La retórica puede amplificar o apaciguar los sentimientos de odio. Por ejemplo, según Finkel et al. (2020), el discurso de líderes como Slobodan Milošević en Serbia en la década de 1990 exacerbó las tensiones étnicas y contribuyó al genocidio en Bosnia. Su retórica inflamatoria amplificó el odio y llevó a acciones violentas.
4. Relaciones exteriores
El odio o prejuicio hacia otros países o culturas puede influir en la política exterior. Durante la Guerra Fría, la demonización mutua entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, más allá de las diferencias ideológicas, llevó a tensiones y decisiones que afectaron a la política global (Gaddis, 2005).
5. Respuesta del público
Si la población percibe que las decisiones gubernamentales están impulsadas por el odio, puede haber resistencia civil, protestas y erosión de la confianza en las instituciones. La desobediencia civil, como la que fue promovida por Martin Luther King Jr. en respuesta a leyes discriminatorias en los EE. UU., es un ejemplo de cómo el público puede responder a decisiones percibidas como impulsadas por el odio (King, 1958).
Mecanismos de control en democracias
Sin embargo, es esencial señalar que las democracias tienen mecanismos incorporados para controlar y equilibrar el poder. Las cortes judiciales, por ejemplo, pueden actuar como un contrapeso, como se vio en el caso de "Brown vs. Board of Education" en 1954, que puso fin a la segregación racial en las escuelas públicas de EE. UU. (Kluger, 1975).
Conclusión
El odio ha influido y puede continuar influyendo en las decisiones de los gobiernos democráticos, desde las elecciones hasta las políticas exteriores. La historia y la investigación contemporánea muestran cómo el odio puede ser explotado y cómo puede influir en las decisiones políticas. Sin embargo, en las democracias, los mecanismos de control y balance, junto con una ciudadanía informada y activa, pueden actuar como salvaguardas contra decisiones impulsadas por el odio.
Referencias:
- Mudde, C. (2004). The Populist Zeitgeist. Government and Opposition, 39(4), 541-563.
- Robinson, G. (2001). By Order of the President: FDR and the Internment of Japanese Americans. Harvard University Press.
- Finkel, E., & Brudny, Y. (2020). Cultural Intimacy in Politics. Perspectives on Politics, 18(1), 105-119.
- Gaddis, J. L. (2005). The Cold War: A New History. Penguin.
- King, M. L. (1958). Stride Toward Freedom. Harper & Row.
- Kluger, R. (1975). Simple Justice. Knopf.
El otro Medio Oriente

Eduardo Barajas Sandoval (*)
El mejor lugar para comprender el mundo, en cualquier época de la
historia, ha sido el Medio Oriente. Allí se han cruzado desde interpretaciones
profundas sobre la naturaleza humana hasta intereses sectarios y mezquinos,
pasando por corrientes de pensamiento elaborado, intereses económicos, y causas
guerreras procedentes del lejano oriente, del centro del Asia y de diferentes
versiones de Europa y África.
La idea del “Oriente Medio” se acuñó desde cuando los romanos
consolidaron la provincia de Arabia Pétrea, hoy más o menos Jordania, y
controlaron desde las contemporáneas Armenia, Georgia y Azerbaiyán, estado
vasallo, hasta Libia, pasando por Anatolia, hoy Turquía, y luego todo el borde
oriental del Mediterráneo, con lo que hoy son Irak, Siria, Líbano, Israel y
Egipto.
La dominación romana, ejercida con conocimiento cercano y afinidades
innegables en la era bizantina, fue tal vez la de mayor armonía, en buena
medida impuesta, entre los pueblos de la región. Situación que heredaron los
turcos luego de destruir a Bizancio y quedarse con sus dominios. Hasta que vino
la desbandada posterior a la Primera Guerra Mundial, que acabó con el Imperio
Otomano. Momento a partir del cual se desató ese sartal de enemistades y
arreglos de cuentas, acelerado por el surgimiento del Estado de Israel cuya
consolidación ha costado tanta sangre a todas las partes.
En todo caso, a lo largo de los siglos, han existido muchas versiones
del Medio Oriente. Todas complejas, porque no podía ser de otra manera en ese
lugar de génesis de tantos procesos culturales y políticos, y de cruce de
tantos intereses. Allí han tomado turnos la controversia, la guerra y la
convivencia. De allí han salido muchas de las mejores lecciones sobre la forma
de manejar las diferencias, desde la confrontación armada hasta la utilidad de
la diplomacia, que no se inventó para darse palmaditas en la espalda con los
amigos, sino para discutir de manera constructiva con los enemigos.
Salvo casos excepcionales, como la paz de Israel con Egipto y Jordania,
los países del vecindario no se han podido entender. Los avances de la
democracia, con excepción de Israel, donde la oposición se ejerce con
intensidad, han sido lamentables. Los Estados Unidos lideraron una coalición
que destruyó impunemente a Irak, sobre la falsedad de que tenía armas de
destrucción masiva, con lo cual de paso satisfizo la sed de venganza de algunos
sectores por los atentados de septiembre de 2001 pero contribuyó a despedazar
la región.
La primavera árabe terminó mal. El intento de una transición a la
democracia resultó extraño a las tradiciones autoritarias de los países donde
trató de abrirse paso. El “Estado Islámico” irrumpió en busca de organizar un
califato, y fracasó. Al ritmo de la ignorancia de un negociante de edificios
convertido en presidente, Irán quedó suelto otra vez y empujado a seguir con su
proyecto nuclear. El Líbano quedó cada vez más desgarrado y Siria ha pagado un
precio exorbitante para que su dictador continúe en el poder. Los kurdos
volvieron a su desgracia y Turquía se mete aquí y allí, como quien reedita el
poder otomano.
Las perspectivas de un Medio Oriente enfrascado en enemistades que
generan problemas insolubles son una amenaza que va mucho más allá de la
región, pues de allí sale y todavía buena parte del nutriente energético del
mundo y pasa parte apreciable de la corriente del comercio mundial. Si a ello
se agregan la eventual proliferación de armas nucleares, la desigualdad en el
desarrollo de diferentes países y los efectos del cambio climático, la
perspectiva no es la mejor para el resto del presente siglo.
Aunque pareciera inverosímil, a pesar de la secuencia enredada de hechos
que han ocupado los titulares de prensa de las últimas décadas, podríamos estar
ante el inicio de una nueva era en la configuración de amistades, reales o de
conveniencia, que cambiarían los colores del mapa del Medio Oriente. Poco a
poco se va abriendo una avenida para el pragmatismo, aunque no se esté
necesariamente ad-portas de un esquema que de manera súbita ponga todo en orden
y deje a todos contentos.
Los “Acuerdos de Abraham”, sabio nombre que recuerda la herencia común
de judíos y musulmanes, puso ya juntos a Israel, Bahréin, Marruecos, Sudán y
los Emiratos Árabes Unidos, con lo cual cambió los paradigmas tradicionales de
las relaciones árabe-israelíes. India, candidata a potencia, propició los
acuerdos “indo-abrahámicos”, que le acercan a Israel y los Emiratos Árabes
Unidos. A instancias de China, que quiere jugar a gran potencia y meterse en la
región, Irán y Arabia Saudita cesaron su confrontación, establecieron
relaciones diplomáticas y de paso les bajaron el volumen a las guerras de Irak
y Siria.
El grito del momento es el de un posible proceso que llevaría a la
amistad entre Israel y Arabia Saudita. Algo que, al parecer, propician los
Estados Unidos, que han llegado a proponer inclusive una alianza entre los tres
países. Sobre el tema se han manifestado los gobiernos de manera lacónica pero
favorable. Cada quién con sus condiciones y como si recordara la admonición de
Gorbachov a Reagan: “Ronald, les vamos a hacer un daño muy grande, y es que les
quitaremos del frente un enemigo”.
El Israel de hoy es bien diferente del de la época fundacional del
Estado. También lo es el reino de los saudíes, comparado con el de hace veinte
años. Aparte de su poderío militar, de sus cuentas por saldar en diferentes
frentes, y por encima de la enconada y permanente competencia política interna,
los israelíes representan una potencia científica y tecnológica y se ubican en
posiciones de vanguardia en esos campos. Los saudíes viven una apertura interna
sin precedentes y se preparan para un futuro en el que los combustibles fósiles
ya no serían fuente de opulencia. Por eso están interesados en aprovechar las
ventajas de ahora y buscan construir ciudades y emprender acciones en campos
hasta ahora sin explorar, como la producción de automóviles eléctricos. Su
ambicioso e implacable líder ha dicho que “la nueva Europa es Oriente Medio» y
que allí tendrá lugar «el próximo renacimiento global”. Ambiciones incompatibles
con una crispación indefinida.
El objetivo del momento, por parte de los países que han entrado o
estarían a punto de entrar en acuerdos, a pesar de sus diferencias, parecería
ser el de concentrarse en la economía y el bienestar. De manera que las discusiones
sobre la democracia y el refinamiento del modelo político en algunos de ellos,
así como las posiciones religiosas radicales, podrían entrar en un paréntesis
dentro de las prioridades del futuro inmediato.
Todo plausible. Pero queda pendiente una nueva era para “el otro medio
oriente”, con problemas profundos, que figuran de manera inevitable en la
lista: la reconstrucción y viabilidad del Líbano y de Siria, ahora destrozados,
el fin de la guerra de Yemen, algún arreglo decente para los kurdos en lugar de
coincidir en oprimirlos, la reconstrucción de Irak y la consolidación de un
estado para los palestinos, que todos dicen aceptar, pero cuya aparición y
reconocimiento no ha sido posible, sin que sea culpa exclusiva de los demás.
(*) Exembajador de Colombia. Director y moderador del Observatorio de actualidad Internacional de la U. del Rosario. Exrector Universitario. Decano y docente titular en U. del Rosario. Analista y escritor sobre temas de Relaciones internacionales, gobernanza y geopolítica.
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autor y El
otro Medio Oriente | Blogs El Espectador
¿La lluvia diagnostica a los puentes?
Desarrollan método donde la lluvia ayuda a identificar defectos estructurales en construcciones
Para probar la funcionalidad de un puente, los ingenieros usan algunos métodos que no necesitan mucha tecnología.
Una forma muy común para notar si hay problemas estructurales es arrastrar una cadena a través de la construcción. De esta manera se puede escuchar en qué sitio de la estructura pueden presentarse vacíos o huecos.
Ahora, la lluvia es otro método muy funcional para notar errores o defectos en los puentes.
Se ha comprobado que los puentes que tienen deficiencias en su estructura hacen un ruido específico cuando les cae agua. Los investigadores aseguran que este sonido se puede llegar a escuchar mientras llueve, y si se identifica a tiempo, se podría solucionar el problema antes de que empeore.
Brian Mazzeo y Guthrie Spencer, dos ingenieros de la Universidad de Brigham Young, descubrieron este sistema que puede ubicar problemas estructurales en materiales sólidos. Así, bautizaron al método como delaminación.
Las capas que se utilizan para construir un puente de concreto pueden llegar a separarse con el tiempo. Este factor es uno de los principales problemas que tienen los puentes antiguos.
Algunos métodos para diagnosticar el estado del puente, como el de la cadena, pueden tomar horas, entorpeciendo la circulación y conllevando a demás dificultades que afectan directamente a los ciudadanos.
Sin embargo, el método que usa la lluvia como un indicador es la solución más sencilla, pues no necesita mucho tiempo para realizarse, y no causa problemas de circulación.
A pesar que se habla mucho de lo funcional que es la lluvia para identificar dichos problemas, no se tiene que esperar a que una precipitación pluvial suceda: el sistema también puede ser aplicado de otras formas, por ejemplo, rociando agua sobre el puente desde algún vehículo.
Este esquema podría ser aplicado en otro tipo de industrias, como la aeronáutica. En esta industria, la delaminación (cuando la parte superior se torna más densa y se separa de la base mediante una capa fina de aire o agua) en las piezas de los materiales puede llegar a causar problemas en los vuelos, muchas veces resultando en accidentes aéreos.
Fuente: https://www.muyinteresante.com.mx/preguntas-y-respuestas/10815.html
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Astrónomos alertan por práctica que haría desaparecer las estrellas y
oscurecer el cielo; telefonía celular, la gran responsable
Observaciones del prototipo del
megasatélite de telefonía móvil ‘BlueWalker 3′ muestran que es uno de los objetos más
brillantes del cielo, eclipsando a todas las estrellas, excepto a las
más brillantes.
Los astrónomos han expresado su
preocupación por el hecho de que, si no se mitigan, los grupos de
grandes satélites podrían perturbar nuestra capacidad de observar las estrellas
desde la Tierra y realizar radioastronomía.
Varias empresas están
planificando “constelaciones” de
satélites, es decir, grupos de cientos de satélites que pueden ofrecer
servicios móviles o de banda ancha en cualquier parte del mundo,
pero estos satélites tienen que estar en órbita terrestre baja y pueden ser
relativamente grandes, por lo que su potencial para perturbar las observaciones
del cielo nocturno es motivo de preocupación.
La preocupación de los astrónomos ha demostrado su
temor por las “constelaciones” de satélites.© Proporcionado por Semana
Colombia
Ahora, un equipo internacional
de científicos dirigido por astrónomos del Centro para la Protección del Cielo
Oscuro y Silencioso frente a las Interferencias de Constelaciones de Satélites
(CPS) de la Unión Astronómica Internacional (IAU por sus siglas en inglés), ha
publicado un estudio en la revista ‘Nature’ en el que evalúa el impacto
detallado del prototipo de megasatélite de telefonía móvil ‘BlueWalker 3′ en la
astronomía.
El doctor Dave Clements, del
Departamento de Física del Imperial College de Londres, explica que “el
cielo nocturno es un laboratorio único que permite a los científicos realizar
experimentos que no pueden llevarse a cabo en laboratorios terrestres”.
“Las observaciones astronómicas
han aportado conocimientos sobre física fundamental y otras investigaciones en
los límites de nuestro conocimiento y han cambiado la visión que la humanidad
tiene de nuestro lugar en el cosmos. El prístino cielo nocturno es
también una parte importante del patrimonio cultural compartido de la humanidad
y debe protegerse para la sociedad en general y para las generaciones futuras”.
‘El BlueWalker’ 3 fue lanzado a
la órbita terrestre baja el 10 de septiembre de 2022 por AST SpaceMobile, como prototipo de una constelación prevista
de más de cien satélites similares destinados a las comunicaciones móviles. Las
observaciones realizadas pocas semanas después del lanzamiento mostraron que el
satélite se encontraba entre los objetos más brillantes del cielo.
Sin embargo, para comprender
mejor sus efectos en la astronomía, el CPS inició una campaña internacional de
observación. Como parte de esta iniciativa, se aportaron observaciones
tanto profesionales como de aficionados de todo el mundo, desde emplazamientos
en Chile, Estados Unidos, México, Aotearoa Nueva Zelanda, Países Bajos y
Marruecos.
Al documentar la luminosidad del
‘BlueWalker 3′ durante un período de 130 días, los datos recién publicados
muestran un aumento abrupto que coincide con el despliegue completo del
conjunto de antenas, que con 64 metros cuadrados es el mayor sistema de
antenas comerciales jamás desplegado en órbita terrestre baja.
Estos servicios impulsados por las compañías de
telefonía celular ponen en riesgo la carrera de los astrónomos.© Proporcionado
por Semana
También se utilizó un
subconjunto de las observaciones para calcular la trayectoria del satélite a lo
largo del tiempo. Comparando la trayectoria prevista con las
observaciones recogidas, los autores pudieron evaluar la precisión de las
predicciones y cómo esta puede cambiar debido a factores como la
resistencia atmosférica.
Conocer la posición de los
satélites es importante para que los astrónomos puedan intentar evitarlos o, al
menos, saber dónde aparecerán en los datos. Sin embargo, mitigar el
brillo es difícil más allá de enmascarar su posición y perder los datos de esa
porción del cielo.
Además de las observaciones
visibles, el ‘BlueWalker 3′ también podría interferir con la
radioastronomía, ya que utiliza longitudes de onda cercanas a aquellas en las
que observan los radiotelescopios. Aunque algunos telescopios están
situados dentro de zonas designadas de silencio radioeléctrico, las
restricciones vigentes para preservar estas zonas sólo se aplican actualmente a
los transmisores terrestres, por lo que no están necesariamente protegidos de
la transmisión por satélite.
Las nuevas constelaciones podrían interferir con
las observaciones astronómicas.© Proporcionado por Semana Colombia
El doctor Mike Peel, codirector
del proyecto Sathub del CPS de la IAU e investigador del Departamento de Física
del Imperial, añade que “el ‘BlueWalker 3′ transmite activamente en frecuencias de
radio cercanas a las bandas reservadas a la radioastronomía, y las
protecciones existentes de los observatorios frente a las radiointerferencias
pueden no ser suficientes”.
“Por tanto, sugiere, es
necesario seguir investigando para desarrollar estrategias que protejan a los
telescopios actuales y futuros de los numerosos satélites cuyo
lanzamiento está previsto para la próxima década”.
La IAU y los socios del CPS reconocen
que las nuevas constelaciones de satélites tienen un papel importante en la
mejora de las comunicaciones mundiales. Sin embargo, su interferencia
con las observaciones astronómicas podría obstaculizar gravemente los avances
en nuestra comprensión del cosmos. Por ello, su despliegue debe realizarse
teniendo debidamente en cuenta sus efectos secundarios y esforzándose por
minimizar su impacto en la astronomía.
Las observaciones del
‘BlueWalker 3′ continuarán, y los
astrónomos tienen previsto observar su emisión térmica a finales de este año.
*Con información de Europa
Press.
Fuente: Astrónomos
alertan por práctica que haría desaparecer las estrellas y oscurecer el cielo;
telefonía celular, la gran responsable (msn.com)
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