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¿Qué es el Orden Público y cómo conseguirlo y sostenerlo?

Hugo Arias C. - IA-PGV-BOT



El orden público se refiere al conjunto de normas, instituciones y principios que garantizan la coexistencia pacífica, la seguridad y el bienestar de los ciudadanos en una sociedad. Es el equilibrio y la armonía que permite a los individuos y a la comunidad en general desarrollar sus actividades cotidianas en un marco de cultura ciudadana paz y tranquilidad (Rojas, 2007).

Componentes del Orden Público

1. Normas y leyes: Son reglamentos establecidos por un Estado para garantizar el respeto, la convivencia y el bienestar de los ciudadanos (García, 2010).
2. Instituciones: Órganos y organismos encargados de asegurar el cumplimiento de las normas y garantizar la seguridad pública, como la policía y el sistema judicial.
3. Valores y principios: La sociedad debe compartir valores y principios que promuevan el respeto mutuo, la solidaridad y el compromiso con el bien común (Sánchez, 2012).

Cómo lograr y sostener el Orden Público

1. Educación y cultura ciudadana continuadas: La educación de calidad y accesible promueve valores cívicos, éticos y morales. La educación y la cultura ciudadana (comportamientos positivos) ayudan a los individuos a comprender sus derechos y deberes, y a respetar los de los demás (Pérez, 2015).
2. Presencia policial: La visibilidad y accesibilidad de las fuerzas de seguridad son esenciales. No sólo deben intervenir en situaciones de conflicto, sino también actuar preventivamente (Mora, 2018).
3. Participación ciudadana: Fomentar la organización y la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones y en el control de las instituciones públicas contribuye al fortalecimiento de la democracia y al mantenimiento del orden (Torres, 2016).
4. Políticas públicas inclusivas: Abordar desigualdades y exclusiones, garantizando acceso a servicios básicos y oportunidades de trabajo y/o ocupaciones para todos, previene conflictos y tensiones sociales (López, 2019).
5. Sistema judicial eficiente: Un sistema judicial transparente y eficiente garantiza que los delitos sean sancionados y que las personas sientan que viven en un estado de derecho (González, 2014).
6. Comunicación: Una comunicación efectiva entre las autoridades y la sociedad es esencial para establecer confianza y comprensión mutua. Las autoridades deben ser transparentes y rendir cuentas sobre uso optimo de los recursos públicos y sobre los avances hacia el bienestar de todos los ciudadanos (Hernández, 2017).

Conclusión

Lograr el orden público requiere la acción coordinada de diversos actores: el Estado, instituciones, y los ciudadanos organizados. Se trata de un equilibrio dinámico que debe ser constantemente renovado y adaptado a las circunstancias cambiantes de la sociedad. Una combinación de políticas educativas, cultura ciudadana, seguridad, justicia, participación y comunicación, basada en valores y principios compartidos, es la clave para garantizar un orden público sostenible (Ramírez, 2020).


Referencias

- García, L. (2010). Normativas y sociedad. Editorial Universidad.
- González, A. (2014). La justicia y el estado de derecho. Ediciones Jurídicas.
- Hernández, P. (2017). Transparencia y comunicación en la gestión pública. Editorial Comunicar.
- López, R. (2019). Políticas públicas y sociedad. Ediciones Sociales.
- Mora, E. (2018). Función policial y comunidad. Editorial Seguridad.
- Pérez, J. (2015). Educación y ciudadanía. Ediciones Educativas.
- Ramírez, S. (2020). Orden público y democracia. Ediciones Modernas.
- Rojas, D. (2007). Convivencia y orden público. Editorial Paz.
- Sánchez, M. (2012). Valores en la sociedad contemporánea. Ediciones Culturales.
- Torres, N. (2016). Participación ciudadana y gobernanza. Ediciones Democráticas.

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¿Será que Colombia está desangelada?


Julio Londoño Paredes (*)

Mientras que las agencias de noticias difunden cotidianamente la muerte de personas por locos y fanáticos en los Estados Unidos, llenando de estupor al mundo, aquí todos los días se suceden masacres, asesinatos y secuestros en Bogotá, en el Cauca, en el Chocó, en Barranquilla o en cualquier parte del país sin que nadie se inmute.

Igualmente, en Colombia desde hace mucho tiempo es conocido el ingreso a las campañas políticas de dineros procedentes del narcotráfico, así como de sobornos a todos los niveles que tienen a exmandatarios de varios países en la cárcel. Ya, para construir el tramo de un andén en un corregimiento lejano, “el maestro” debe pasarle una “comisión” al contratante.

Además, en muchos asaltos y episodios de tráfico de drogas en diferentes partes del mundo, siempre está envuelto al menos un colombiano. Para completar, luego del macabro asesinato del presidente de Haití perpetrado por mercenarios colombianos y el del candidato ecuatoriano a la presidencia también por sicarios colombianos, uno de ellos de 18 años, no quedamos con la mejor imagen ante el mundo.   

Parecería que estamos ante una situación que trae a la memoria los discursos de Jorge Eliecer Gaitán, cuando clamaba “Por la restauración moral de la república”, ante la grave condición por la que atravesaba el país. Con eso recordamos con frecuencia el lindo bambuco de Eugenio Arellano en que se preguntaba “¿Que le estará pasando a nuestro país?”, compuesto en 1989.

Naturalmente, que todo esto se refleja en el exterior y tarde o temprano le pasarán la cuenta a los colombianos y al país. No es suficiente el brillante desempeño de la selección femenina de futbol, para tener una pequeña tregua en la tensión cotidiana..

Parece increíble que el recurso para hacer “pronta y cumplida justicia” en un país como el nuestro, del que fue fundador el egregio “Hombre de las Leyes”, sea extraditar a los delincuentes a los Estados Unidos para ser juzgados, ya que de otra manera los delitos quedan impunes y en el mejor de los casos los responsables quedan en breve término en libertad, para seguir en sus actividades y cobrar venganzas. 

Con preocupación se observa el futuro nacional cuando nuestra juventud está cotidianamente rodeada de hechos de sangre y corrupción, así como de la desesperanza y la intolerancia. 

¿Existirá alguna fórmula salvadora o simplemente es que nuestro país está desangelado? Si es así, debemos de inmediato renovar la consagración al Sagrado Corazón, como sucedió en 1902 con ocasión de la Guerra de los Mil Días. De pronto así…

(*) Excanciller y exembajador de Colombia. Escritor y analista. Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario.


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El secreto de la felicidad, según algunos de los mayores filósofos de la historia

¿Qué es la felicidad para los filósofos? No acercamos a las palabras de grandes filósofos de la historia para comprender las claves de este concepto tan perseguido por la humanidad.

Sarah Romero Periodista científica

   17.08.2023 | 14:00

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La felicidad, una de las experiencias más buscadas en la vida humana, ha sido objeto de investigación filosófica desde la antigüedad. Filósofos de diversas culturas y épocas han ponderado la naturaleza de la felicidad, intentando definirla e identificar los medios para alcanzarla. Arrancamos este viaje histórico por la felicidad desde el polímata griego Aristóteles de Estagira y acabamos con el utilitarismo de John Stuart Mill en el siglo XIX.

El secreto de la felicidad, según algunos de los mayores filósofos de la historiaMidjourney/Sarah Romero

Aristóteles y la eudaimonia

El antiguo filósofo griego Aristóteles creía que el objetivo final de la vida humana era lograr la eudaimonia, a menudo traducida como "felicidad" o "florecimiento". Para Aristóteles, la felicidad no era simplemente un estado emocional transitorio, sino un proceso activo y continuo de vivir una vida virtuosa y plena: "La felicidad es una actividad del alma de acuerdo con la virtud perfecta", dicta una de sus frases más famosas. Según el padre de la filosofía occidental (junto a Platón), la felicidad podía lograrse mediante el cultivo de virtudes morales, el desarrollo de habilidades intelectuales y la participación en relaciones sociales satisfactorias. Así, una vida de moderación, guiada por la razón y el equilibrio, eran las claves para lograr la eudaimonía. Entre las críticas a la visión de Aristóteles resalta que el filósofo si bien reconoció que los factores externos, que pueden estar fuera del control de uno, pueden afectar significativamente la capacidad de uno para lograr la felicidad, los críticos argumentan que este reconocimiento del papel de la suerte socava la opinión de que la felicidad depende por completo de las propias acciones y virtudes morales.

 

Epicuro y el hedonismo

Seguimos con otro filósofo griego antiguo. ¿Qué era la felicidad para Epicuro de Samos? Propuso que la felicidad era el resultado de experimentar placer y evitar el dolor. Su filosofía, conocida como hedonismo, se centró en la búsqueda de placeres físicos y mentales para alcanzar la felicidad: “Reconocemos el placer como el primer bien innato en nosotros, y desde el placer comenzamos todo acto de elección y evitación, y al placer volvemos de nuevo, usando el sentimiento como patrón por el cual juzgamos todo bien”, según las palabras del sabio griego. Sin embargo, Epicuro no abogó por la indulgencia sin sentido, sino que hizo hincapié en la importancia de la vida sencilla, la amistad y el cultivo de la sabiduría para alcanzar la felicidad.

Immanuel Kant y la búsqueda moral de la felicidad

¿Se puede ser alguna vez completamente feliz? Este filósofo alemán del siglo XVIII creía que la felicidad era un concepto complejo y multifacético que no podía reducirse a una sola definición o búsqueda. Según Kant, la felicidad era un subproducto de vivir una vida moralmente virtuosa, guiada por los principios universales de la ética: "La felicidad no es un ideal de la razón sino de la imaginación", decía Kant. Para él, la felicidad no era un fin en sí mismo sino una consecuencia del cumplimiento de los deberes y la adhesión a los principios morales.

¿Felicidad?Midjourney/Sarah Romero

John Stuart Mill y el utilitarismo

Llegamos al siglo XIX con las ideas de un filósofo británico del siglo XIX. John Stuart Mill propuso que la felicidad era el fin último de la vida humana y el principio rector de las acciones morales. La filosofía del utilitarismo de Mill postuló que la acción correcta es la que conduce a la mayor felicidad para el mayor número de personas: “El credo que acepta como fundamento de la moral, la Utilidad, o Principio de la Mayor Felicidad, sostiene que las acciones son correctas en la medida en que tienden a promover la felicidad, e incorrectas en la medida en que tienden a producir lo contrario de la felicidad”, según sus propias palabras. La perspectiva utilitaria de Mill enfatizó la importancia del bienestar social y la felicidad colectiva como base para la toma de decisiones éticas; así, todos aquellos que deseen conseguir felicidad deben perseguir el placer. “Se entiende por felicidad el placer, y la ausencia de dolor; por infelicidad el dolor y la ausencia de placer.... Pero estas explicaciones suplementarias no afectan a la teoría de la vida en que se apoya este teoría de la moralidad: a saber, que el placer y la exención de dolor son las únicas cosas deseables como fines”, al más puro estilo hedonista.

Referencias:

  • Shiner, R. (1979). Ethical Perception in Aristotle. Apeiron, 13, 79 - 85. https://doi.org/10.1515/APEIRON.1979.13.2.79.
  • Dimas, P. (2020). Pleasure and Human Good in Epicurus. , 309-340. https://doi.org/10.1093/oso/9780198850847.003.0010.
  • Forman, D. (2016). Kant’s Moderate Cynicism and the Harmony between Virtue and Worldly Happiness. Journal of the History of Philosophy, 54, 109 - 75. https://doi.org/10.1353/HPH.2016.0000.
  • Kors, A. (2011). THE PARADOX OF JOHN STUART MILL. Social Philosophy and Policy, 28, 1 - 18. https://doi.org/10.1017/S0265052510000191.    
  •  Fuente: www.muyinteresante.es
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