PGV - Edición 453 - Miércoles, 7, junio, 2023 - "En ese momento, las escuelas ya no tendrán nada que ofrecer a nadie" - y otros temas hoy en PGV
PGV - PLURIVERSIDAD GLOBAL PARA LA VIDA - PGV
- La universidad grande de la Vida -
pluriprofesional, incluyente misionalmente
Escuela de librepensamiento: estudia, crea y gestiona conocimiento en procura de sembrar y cultivar convivencia global dignificante
EN NUESTRO PLANETA:
¡¡Si no somos capaces de convivir en condiciones dignificantes de equilibrio sostenible,
todos pereceremos!!
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Los países más contaminados del mundo
¿Qué país se encuentra arriba de la lista? Estos son los
datos:
Sarah Romero Periodista científica
Podría parecernos una amenaza invisible, pero la contaminación está
cada vez más presente en nuestro mundo. Prueba de ello es esta lista
actualizada de los países más contaminados del mundo publicada por la
Universidad de Oxford de Reino Unido dentro de su plataforma “Our world
in data” (nuestro mundo, en datos). La situación es preocupante.
La contaminación, así como el calentamiento global están estrechamente relacionados y contribuyen a
la actual crisis ambiental que azota nuestro planeta. Cuando hablamos de
contaminación hacemos referencia a la presencia de sustancias nocivas o tóxicas
en el medio ambiente, mientras que el calentamiento global es el aumento a
largo plazo de la temperatura media de la Tierra debido principalmente a las
actividades humanas.
Los países más contaminados del mundoMidjourney/Sarah
Romero
La contaminación del aire, el agua y el suelo
con contaminantes, incluidos productos químicos tóxicos, metales
pesados y desechos plásticos, plantean graves riesgos para la salud tanto de
los seres humanos y la vida silvestre y parece que la mayoría de los países
está contribuyendo de forma nimia a solucionar este problema que ya se escribe
en mayúsculas.
El país más contaminado
Ahora, según datos recientes de la plataforma Our
World in Data de esta universidad inglesa, la lista de países más contaminados
nos sorprende con un lugar que ostenta una belleza paisajística impresionante
con un escenario dibujado por las cumbres nevadas del Himalaya. Pero así es:
los niveles promedio de partículas finas (PM2.5) de Nepal se
ubican en la asombrosa cifra de 99,73 microgramos por metro cúbico (μg/m3)
durante todo el año, lo que lo convierten en el país más contaminado
del planeta.
Mapa mundiMidjourney/Sarah Romero
Esta cifra es casi 20 veces más alta que los límites de referencia de 5 μg/m3 de la
Organización Mundial de la Salud. Según apunta el informe, los residentes de
esta nación sin salida al mar en el sur de Asia, están expuestos a niveles
alarmantes de contaminación del aire. A modo de comparación, los niveles en Estados
Unidos han registrado la cifra de 7,41 μg/m3.
Cuando hablamos de partículas finas PM2.5 nos
referimos a partículas diminutas, que tienen menos de 2,5 micrómetros de
diámetro y que pueden incluir polvo, hollín, metales y otros productos
químicos. Esta contaminación está relacionada con la quema de combustibles
fósiles y se libera de los motores de los automóviles y las fábricas. Al ser
tan pequeñas, representan un riesgo enorme para la salud al poder ser inhaladas
y acabar directamente en nuestros pulmones, poniéndonos en un mayor riesgo de
muerte a causa de enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Estos son los 5 países más
contaminados
Los datos, recopilados en 2017, exponen los niveles
de PM2.5 para 195 países en todo el mundo. En el nefasto top5 de la lista se
encuentran:
- Nepal, con 99,73 μg/m3
- Níger con 94,05 μg/m3
- Qatar con 91,19 μg/m3
- India con 90,87 μg/m3
- Arabia
Saudí con 87,95 μg/m3
Los investigadores muestran que, excluyendo Qatar,
los niveles de PM2.5 en cada uno de estos cinco países han aumentado desde
1990, lo que indica que los esfuerzos para reducir la contaminación no
han tenido éxito en estas naciones.
“Países como Nepal (sur de Asia), Níger (África) y
Qatar (Medio Oriente) están en el extremo superior de PM2.5, con una exposición
de más de 90, lo cual es muy alarmante”, comentó Raj Tiwari, profesor asistente
de Ciencia de datos sobre el cambio climático en la Universidad de
Hertfordshire.
Entre los países más contaminados de la lista
también podemos encontrar: Egipto (87 μg/m3), Camerún (72,79
μg/m3), Nigeria (71,80 μg/m3), Baréin (70,82
μg/m3) y Chad (66,03 μg/m3).
Concepto de contaminaciónMidjourney/Sarah Romero
¿Y
los países menos contaminados del mundo?
En el extremo opuesto de esta tabla se encuentra
Finlandia, que registró la exposición
anual media más baja de PM2,5 con 5,86 μg/m3, seguido de Brunei con 5,9 μg/m3,
Nueva Zelanda (5,96 μg/m3), Suecia (6,18 μg/m3), Canadá (6,43 μg/m3) e Islandia
(6,48 μg/m3). También poseen poca contaminación ambiental países como Estonia, Noruega, Estados
Unidos o Maldivas. España se encuentra en la mitad hacia arriba de la
tabla.
Sin embargo, a pesar de que la contaminación del
aire cobra un precio significativo en la salud pública, no es la principal
causa de muerte en todo el mundo. El estudio Global Burden of Disease,
publicado en la revista The Lancet, concluyó que la principal causa
de muerte en el mundo es la presión arterial alta, con 10,85
millones de muertes, seguida de cerca por el tabaquismo.
Referencia:
- Research and data to make progress against the world’s largest
problems. Oxford University’s Our World in Data platform
https://ourworldindata.org/
- European city air quality viewer . European Environment Agency 2023
- Global burden of 369 diseases and injuries in 204 countries and
territories, 1990–2019: a systematic analysis for the Global Burden of
Disease Study 2019 Open AccessPublished:October 17, 2020
DOI:https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30925-9
- Pollution: 90% of world population breathes air that exceeds WHO
targets on particulate matter BMJ 2023; 380 doi:
https://doi.org/10.1136/bmj.p615 (Published 15 March 2023) Cite this as:
BMJ 2023;380:p615
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Encanto y desencanto de lo predecible
(*) Por Eduardo Barajas Sandoval
Cuando alguien logra permanecer más de veinte años
en el poder, con “ajustes institucionales” hechos a su medida, queda poco
espacio para el regocijo. En cambio, llega el momento en el cual se advierte
que el cacareado éxito en las votaciones no está acompañado de factores que den
vida y contenido a una democracia profunda.
Como era previsible, y a pesar de que antes de la
primera vuelta de las elecciones presidenciales las encuestas mostraron la
posibilidad de su derrota, el presidente turco consiguió quedarse en el poder.
Si termina el nuevo período para el que ha sido elegido, completaría más del
primer cuarto del presente siglo en el mando. Al principio lo tuvo como primer
ministro de un régimen parlamentario, y luego como presidente bajo un esquema presidencial
de su propia autoría, al que trasladó los poderes que consideró convenientes.
Así estará a la cabeza del primer centenario de fundación de la República
Turca, heredera del fenecido Imperio Otomano, que destruyó a su vez al Imperio
Romano de Oriente por la misma época del descubrimiento de América.
La carrera del presidente turco, para llegar a
este aparente momento de gloria, en medio de la aclamación de adeptos que lo
consideran su padre y desean que jamás se vaya del poder, y mucho menos de este
mundo, ha estado animada por una sagacidad política inusual, que en dos décadas
ha utilizado en su favor elementos del populismo, el nacionalismo y el
autoritarismo. Bases de un discurso que combina magistralmente ingredientes
religiosos, paternalistas, proféticos y machistas, y que ha cautivado
suficientes votantes entre la gente que espera que algún líder bondadoso le
arregle sus problemas.
La acumulación de poder, resultante del propósito
deliberado de conseguirlo, ampliarlo y mantenerlo bajo cualquier circunstancia,
ha hecho cada vez más difícil el ejercicio de la oposición ante un líder de
esas características y esos alcances. Dificultades más grandes aún en
circunstancias de campaña política, cuando el personaje en el poder conoce de
manera profunda el alma popular y sabe convertir en votos a su favor las
acusaciones que formula contra sus enemigos en ejercicio de esa impunidad que
se auto atribuyen gobernantes de corte autoritario y lengua suelta, capaces de
decir lo que les viene a la cabeza. Como en este caso las afirmaciones de que
Turquía estaría siendo víctima de un complot internacional de la comunidad
LGTB, que sus oponentes no son buenos musulmanes y que estaban aliados con la
guerrilla kurda del PKK, considerada como la enemiga principal del estado.
Argumentos ridículos para la intelectualidad de Ankara o Estambul, pero sonoros
para la gente de la barriada, las aldeas o los campos, que ve en el presidente
a una especie de iluminado.
A la hora de las elecciones, con afiches que
mostraban al presidente en sus mejores momentos, el 52% votó en favor de darle
cinco años más de mandato, sin que importaran la profunda crisis económica que
afecta al país, con 86% de inflación, el terremoto que puso al descubierto
fallas en la capacidad estatal de atención a las víctimas, la interpretación y
tratamiento elementales de asuntos estatales que otros manejarían con criterio
tecnocrático y no al impulso de uno de esos presidentes que creen saber de
todo. Solvencia presuntuosa que sale después muy cara. De manera que la
aspiración de muchos es la de que vuelvan a ser escuchados los que saben de
economía, en lugar de familiares versados en seguir instrucciones, que haya un
gerente independiente del banco central, y que se tapen cuanto antes los huecos
que se abrieron para la campaña del jefe.
No se puede desconocer que la victoria del
presidente turco tiene como complemento la fuerza política que le da el hecho
de haber mantenido, en las votaciones del 14 de mayo, su mayoría en el
legislativo. Esto quiere decir que no será uno de esos presidentes que cautivan
suficientes votantes para llegar a la cumbre del poder, pero carecen de mayoría
para que sus proyectos pasen en el legislativo. Otra cosa son las típicas
divisiones de cada país luego de una campaña presidencial feroz, que en este
caso deja principalmente del lado de la oposición a los habitantes de las
grandes ciudades, los sectores sociales laicos de la línea fundadora de Mustafá
Kemal Atatürk, y las regiones costeras, mientras aldeanos y campesinos siguen a
ciegas con “su presidente", a quien le va a tocar gobernar para todos.
Vista desde la perspectiva internacional, la
reelección en Turquía resalta por el solo hecho de que el país ocupa un lugar
geográfico de primera importancia. Quien quiera que allí gobierne ha de ser
tenido en cuenta por muchos actores. Dueña del paso, en cualquier dirección,
entre el Mediterráneo y la enormidad física, política, estratégica y militar
del Mar Negro, ahora en ebullición, punto de unión y separación entre Europa y
Oriente, miembro relevante de la OTAN, y aspirante a la Unión Europea, Turquía
encarna un poder enorme. Además de tener en sus manos las llaves de las
migraciones provenientes del Asia, es pieza clave de los conflictos regionales
de los Balcanes, el Mar Egeo, Asia Menor, el Mediterráneo Oriental y el Norte
de África, reviste importancia fundamental para Rusia en materias como el
transporte, el comercio, y la movilidad estratégica.
No se puede negar que el presidente turco ha
jugado con intensidad y pasión en todos esos escenarios. No es alguien que
guste a todo el mundo, por su corte autoritario y su estilo personal
impredecible. Pero maneja sus cartas y dosifica sus argumentos con el aire de
quien ha prometido a su país la utopía del inicio de un “nuevo siglo otomano”.
Propósito grandilocuente, parecido, una vez más, a las proclamas de gobernantes
que de pronto no tienen una noción realista de su verdadera estatura. Con la
ventaja interna de que siempre habrá quien les crea y se haga ilusiones.
Por ahora, como resultado adicional de la
reelección en Turquía, el mapa de los poderes en esa región del mundo sigue
siendo el mismo: satisfactorio para el presidente ruso, que aprecia la
independencia de su colega, y enigmático para la OTAN y la Unión Europea, que
ven en el jefe del estado turco un personaje con agenda propia, agarrado al
poder pero al mismo tiempo capaz de giros en cualquier dirección, con el
argumento supremo de los intereses nacionales de su país, que tienen que ver
con muchos flancos. Todo esto quedará un poco más claro con lo que diga dentro
de pocas semanas, en la oportunidad dorada de celebración del primer centenario
de fundación de la República, cuando pronunciará un discurso que seguramente
estuvo siempre en uno de los lugares más altos de sus sueños.
(*) Exembajador de Colombia. Director y moderador del Observatorio de actualidad Internacional de la U. del Rosario. Exrector Universitario. Decano y docente titular en U. del Rosario. Analista y escritor sobre temas de Relaciones internacionales, gobernanza y geopolítica.
Fuentes: El autor y https://www.elespectador.com/o
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Estados Unidos habría estado recogiendo ovnis intactos por años, afirma exmiembro de su Fuerza Aérea. ¿Qué respondió el Gobierno?
6, junio, 2023
David Charles Grusch solo tiene
36 años y dice poseer la verdad sobre uno de los grandes misterios de
la humanidad por siglos: la vida en otros planetas y sus
manifestaciones en la Tierra.
Grusch fue piloto de la Fuerza Aérea estadounidense, pero también agente de inteligencia de ese país, y asegura que su Gobierno lleva años desarrollando un plan secreto que consiste en recolectar toda suerte de rastros de visitas de extraterrestres al planeta.
Una de las imágenes más impactantes recientemente
conocidas sobre el fenómeno ovni es esta dada a conocer por el Departamento de
Defensa, que corresponde al registro de una interacción con un objeto aéreo no
identificado, obtenida en abril de 2020, por parte de personal de la Armada
estadounidense.© Proporcionado por Semana
En entrevista para la cadena de
televisión News Nation, el piloto dijo que no solo tenía
información al respecto, sino también pruebas, las cuales entregó
recientemente al Congreso, como parte de un caso de informantes dentro del
sistema de inteligencia que se procesa allí.
Según Grusch, el proyecto ha
recolectado naves extraterrestres intactas.
“Están recuperando vehículos
técnicos de origen no humano, llámelos naves espaciales si lo desea, vehículos
de origen exótico no humano, que han aterrizado o se han estrellado”,
aseguró el exagente de inteligencia.
Otra inquietante información de
Grusch apuntó a que los hallazgos no son solo de objetos.
El supuesto proyecto secreto ha recogido naves,
pero también restos de ellas, cuando han caído accidentalmente en la Tierra,
dijo el veterano estadounidense.© Proporcionado por Semana
“Bueno, naturalmente, cuando
recuperas algo que aterrizó o se estrelló, a veces te encuentras con
pilotos muertos y, lo creas o no, por fantástico que suene, es
verdad”, explicó, dando a entender que el supuesto plan secreto también
ha recogido restos de seres nativos de otros lugares del universo.
“Definitivamente no estamos
solos. Los datos apuntan bastante
empíricamente que no estamos solos”, recalcó Grusch, quien trabajó para el documento
Unidentified Aerial Phenomena, UAP (Fenómenos Aéreos No Identificados), que sintetizó la información sobre
objetos voladores no identificados, por un mandato federal de Estados Unidos.
Sin embargo, a pesar de la
entrega que dice haber hecho al Congreso, a la entrevista Grusch no
llevó ninguna evidencia para apoyar sus afirmaciones.
Al respecto, dijo que nunca
ha tenido ante sus ojos las fotos de las supuestas naves extraterrestres recuperadas
por el programa confidencial.
Eso sí, aclaró que ha hablado
con funcionarios de inteligencia que sí las vieron. Al principio, pensó que eran
tonterías, que lo estaban tomando por ingenuo.
La Nasa entregará próximamente los resultados de un
estudio sobre ovnis que realiza un grupo de 16 expertos sobre el tema.© buradaki
Pero, con el tiempo, oficiales
de alto rango que conoce empezaron a acercarse a él y a confesarle que
hacían parte del supuesto programa sobre los ovnis.
El New York Post quiso
verificar lo dicho por Grusch con otras fuentes, entre ellas un vocero del
Departamento de Defensa, quien le dijo que UAP, convertido hoy en la All Domain
Anomaly Resolution Office, AARO (oficina de resolución de anomalías de todos
los dominios), no ha hallado ninguna evidencia que pudiera sustentar la
existencia de un programa de ese tipo en el pasado o actualmente.
Así mismo, el portavoz le dijo
al ‘New York Post’ que ha establecido mecanismos con el fin de que “las
personas presenten información para ayudar a AARO en su revisión
histórica ordenada por el Congreso”.
Por lo demás, de los 800
avistamientos informados al Departamento de Defensa en los
últimos 27 años, solo del 2 al 5 % presentaban la posibilidad de ser
“realmente extraños”.
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La educación que queremos |
Confesiones de un competidor autoderrotado
En momentos como el nuestro ─de inteligencia
artificial y horror pandémico─, las instituciones educativas tienen una
oportunidad única de virar el timón y dar un fuerte impulso a la originalidad
humana y a las personalidades individuales.
Mayo 19,
2023Por Andrés García Barrios
Una lectura
de 7 minutos
Preámbulo a la confesión
Hace unos días, mientras
escribía este artículo, me acordé de una anécdota personal que me pareció
conveniente para abrir el texto. Mi intención era dar un poco de color inicial
al escrito, pero aquella historia se extendió poco a poco, adquiriendo un tono
confesional que acabó llenando varias cuartillas. Lo que el lector tiene en sus
manos es, pues, una confesión. El género confesional no ha dejado
de estar presente en la literatura durante siglos, y eso es en parte lo que
justifica el que me anime a rescatarlo aquí y ofrecerlo al público. Pero sobre
todo me mueve el presentir que sus palabras muestran algo importante sobre el
lugar que ocupan las escuelas en la formación de ciertas personas con
dificultades específicas. En este relato introspectivo, ese algo apenas
se insinúa, pero creo que aun así vale la pena compartirlo, con la esperanza de
que el lector lo rescate y lo delinee más claramente.
Esbozado todavía con torpeza, el
planteamiento es más o menos así: mucho se ha hablado de que la urgencia de sobresalir
es parte sustancial de la naturaleza humana, pero muy poco se ha considerado el
que a la par exista en cada uno de nosotros la urgencia contraria, la de no
sobresalir, tan fuerte y abarcadora como la anterior, y que nos lleve a
crear madrigueras reales o psicológicas donde agazaparnos. En general, gracias
a la educación en el hogar y en la escuela, los seres humanos logramos
sobrellevar esta doble fuerza interior hasta encontrar un equilibrio. Este
equilibrio no excluye el que en cada persona predomine un poco una de ambas
fuerzas, determinando algunos rasgos de su carácter: ahí están los líderes, tan
valiosos como quienes saben ser liderados.
Existen, sin embargo, individuos
a los cuales les ha tocado sufrir sin atenuantes estas pulsiones contrarias.
Dada su mayor dificultad para lograr un equilibrio, estas personas pueden verse
en aprietos si el ambiente fortuitamente favorece sobremanera alguna de ellas.
Tal sería el caso de gente profundamente retraída pero a la vez profundamente
ansiosa por figurar, a la que de pronto cierto contexto social convoca a
despuntar, convirtiéndolos en pequeños o grandes tiranos; o el de individuos en
la situación contraria, es decir, privados una y otra vez de oportunidades
donde expresarse, y obligados a sumirse en la arbitrariedad opuesta, es decir
la de un resentido ensimismamiento.
Mi conclusión es que esa
dualidad es detectable al menos desde la juventud y que los docentes tienen la
oportunidad de hacer mucho por jóvenes como éstos en esa etapa de la vida. Si
pidiéramos un esbozo de esa forma de ser, diríamos que se trata de jóvenes que
aunque viven sumidos en sí mismos, se esfuerzan por evidenciar una y otra vez
su extrema dificultad para tomar la palabra; en determinados momentos, uno o
dos de ellos terminan no sólo por tomarla sino por arrebatársela a otros e
incluso por querer dictar a los demás la suya propia. ¿Necesito decir que con
la elocuencia y la audiencia adecuadas podrán triunfar como dictadores?
¿«He
perdido» o «Estoy perdido»? La Confesión
Todavía recuerdo lo que me dijo
mi psicoanalista cuando le platiqué las grandes diferencias que años atrás me
habían distanciado de mis compañeros de la preparatoria: diferencias en mi
manera de pensar, mis inquietudes intelectuales y artísticas, mi ideología
social y política, mis pensamientos religiosos (yo era ateo)…, hasta en mi
forma de vestir. “Te mandaron a la guerra sin fusil”, me dijo, refiriéndose a
la decisión de casa de que yo fuera a aquel colegio.
En éste, mis dificultades para
hacer amigos con los que me identificara plenamente eran notorias. A veces
prefería quedarme en el salón leyendo en vez de salir a compartir un recreo en
realidad muy poco “recreativo” para mí y que me implicaba mucho esfuerzo. Acabé
haciendo amigos entrañables, pero eso porque supe compensar aquellas
diferencias con un sentido del humor y un constante histrionismo con el que
ridiculizaba todas aquellas diferencias mediante la burla de mí mismo y de los
demás. Muchos de mis compañeros me festejaban, pero no faltaban los que se sentían
ofendidos por chistes que a mí me parecían inofensivos y que ahora, ya de
grande, he venido a enterarme que merecerían el título de bullying.
Por mi parte, me mantenía a salvo mediante esas estratagemas, que me hacían un
tipo aislado y a la vez bastante bien aceptado cuando quería acercarme.
Simultáneamente, asistía a una
academia de teatro que ofrecía talleres vespertinos para adolescentes. Ahí, mis
dotes histriónicas y mi carisma (llamémosle así) me daban un lugar bien claro
entre mis compañeros, que me aceptaban y querían, e incluso llegaban a
admirarme. La mayoría me siguió cuando propuse formar un grupo de teatro fuera
de la institución. Sin embargo, una vez que tomé aquel liderazgo las cosas
comenzaron a ir mal: convencido de mis ideales artísticos, quise imponerlos
sobre el grupo, junto con una disciplina completamente fuera de lugar para
aquellos jóvenes que querían hacer un teatro mucho más relajado. Uno a uno,
todos acabaron desertando.
Lo contrario ocurrió unos
cuantos años más tarde cuando ─en reacción
al terremoto del ‘85─ formé un grupo
con jóvenes un poco menores que yo, que pronto se mostraron dispuestos a
seguir fielmente todo cuanto yo dijera y a convertirme en su líder. El
contexto trágico de aquellos días favoreció el que agradecidos aceptaran mi disciplina, y pronto logramos lo que
para nosotros fue un extraordinario montaje teatral. Al terminar éste, ya
pasados los días del terremoto, todos voltearon hacia mí para obedecerme en el
siguiente paso. Entonces fui yo quien renunció al proyecto.
Entré así en el típico círculo
vicioso del competidor autoderrotado. Llegado a los años universitarios, iba a
la escuela, me lucía en exposiciones académicas frente a todo el grupo, recibía
aplausos… y temeroso de aquel despunte, me daba a la tarea de provocar largas
discusiones con mis maestros y compañeros, y acababa recluido en mí mismo,
entristecido y derrotado. Buscaba otra carrera, donde nuevamente era
considerado un destacado alumno… y al poco tiempo volvía a echarme para atrás.
Regresaba a la carrera anterior, seducía a mis compañeros del nuevo curso, y al
ser nombrado representante estudiantil, desaparecía sin dejar rastro.
El vaivén fue cada vez más
extremo. Extremo y extenuante. Nunca he creído mucho en horóscopos, pero sí me
sorprendió la descripción que alguien hizo alguna vez de mi signo
zodiacal, Libra: el subir y bajar de los platillos de la balanza en
busca de equilibrio nunca es suave, sino al contrario, puede ser de una
polaridad enorme, golpeteando a uno y otro lados cada vez con más fuerza.
Y entré a terapia. Algo en mi
escuchó la oportunidad intermedia que surge cuando se huye de dos extremos.
Entendí, remontándome a años atrás, que una y otra vez y otra vez había entrado
a la guerra sin fusil, y que una y otra vez y otra vez, hábilmente me había
sabido construir un rifle de palo, asumiendo el papel de bufón y venciendo como
tal, pero renunciando después al mucho más encumbrado de Bufón del Rey,
para el que muchos me sentían dotado.
De alguna manera, debo
admitirlo, soy un sobreviviente de ese mal de quienes son capaces de competir
pero incapaces de acatar el triunfo.
Existía, ahora me doy cuenta, un tercer término ─entre capacidad y autoderrota─ que estaba presente es aquella academia de teatro para adolescentes a la que asistí durante un par de años casi todas las tardes. El teatro es una labor de equipo, pero en aquel lugar se vivía de forma aún más estrecha, casi como la de una familia (a lo largo de la historia, por cierto, muchas de las grandes compañías de teatro han sido empresas familiares). En esta academia, el lugar del padre lo ocupaba un hombre (un “maestro”, como le llamábamos) que había figurado como pocos en la escena teatral de nuestro país, pero que en ese entonces sufría cierta marginación por parte de rivales políticos. Ese hombre se encargaba de colocar en el lugar de la madre ─casi como en un pedestal─ al arte teatral mismo, y nos enseñaba a amarlo. Yo ─que ya me rendía a los pies de cualquier escenario─ pude por primera vez subir a uno en un contexto de precioso equilibrio. Este equilibrio incluía una gran disciplina, que ninguno de aquellos jóvenes queríamos transgredir, pues asistir a clases era el mayor goce que podíamos darnos.
Conocimos el valor del arte al
poner en escena piezas con las que nos identificábamos plenamente. Supimos lo
que era una sala llena de público, y para colmo, en nuestra última temporada,
el maestro dispuso que se cobrara la entrada y que se nos repartiera a los
actores la ganancia, permitiéndonos recuperar la cantidad exacta que nuestras
familias habían pagado por la inscripción al curso.
Aquel maestro parecía
contemplarlo todo para enseñarnos a honrar el arte como un quehacer de
equilibrio. Sin embargo, extrañamente, su pedagogía incluía el evitar que nos
dedicáramos al teatro de manera profesional. Decía que los adolescentes podían
encontrar en el arte una gran herramienta para adquirir madurez pero que de
ninguna manera debían dedicar a él sus vidas. Aquel hombre amaba el teatro y
extrañamente deseaba que éste sucumbiera.
¿Alguna semejanza con mi propio
proceso?
Hoy ─dado que estoy respondiendo a la pregunta sobre cuál es la
educación que quiero─ sueño con que
aquel maestro hubiera perseverado muchos años más en su
liderazgo, caminando a nuestro lado con el equilibrio que algunos necesitábamos
tanto. Sueño con que creara una escuela en la que pudiéramos profesionalizarnos
e incluso desarrollar una vida de valores artísticos, éticos y prácticos. No
habría sido la única institución artística que ofreciera a sus alumnos una
formación paralela a la secundaria y a la prepa, ni el primer proyecto teatral
que otorgara a sus miembros un modo de vida estable, incluso en lo económico.
Sueño con… una realidad distinta a la que fue. El maestro claudicó con
nosotros. Privados de aquel mundo, varios buscamos profesionalizarnos en
escuelas de las que acabamos desertando. Hoy, algunos de mis compañeros
mantienen carreras artísticas y no falta el que alcanzó la cumbre. Pero no
puedo dejar de pensar que se perdió una gran oportunidad para jóvenes como yo,
que con el liderazgo adecuado habríamos podido evitar ese territorio de cimas y
abismos que nos esperaba adelante.
Así que, en conclusión, sueño
con puras utopías. Y no está mal. Todos conocemos el valor que las utopías
recobran en tiempos como el nuestro. Ellas ─tan desprestigiadas en décadas pasadas de Éxito y Excelencia─ son hoy nuestra base para imaginar y reanimarnos
(reinventarnos, dicen algunos). Así pues, reitero aquí que sueño con
escuelas que no traten a los estudiantes de forma estandarizada sino que
abracen el amplio espectro de la personalidad humana, con todos sus vaivenes y
vicisitudes (“Cada persona es un centro”, dice la pedagoga Francoise Doltó).
Pero hay más: sueño con escuelas que se comprometan con su gente y con su
realización, de una manera decidida, creando vínculos con la sociedad no sólo
para abastecerla de los profesionales que ésta le dicta sino para imponerle
iniciativas incluyentes que puedan competir ─por su fuerza y su creatividad─ contra las estructuras sociales que sacrifican a quienes no son capaces
de adaptarse.
Epílogo
alarmista
Termino advirtiendo que en
momentos como el nuestro ─de inteligencia artificial y
horror pandémico─, las instituciones educativas
tienen una oportunidad única de virar el timón y dar un fuerte impulso a la originalidad humana
y a las personalidades individuales. Ya estamos viendo como la formación
estandarizada empieza a ser incapaz de competir contra herramientas de
inteligencia artificial que aplican el término medio con muchísima más
eficiencia. Si seguimos privilegiando el desarrollo de profesionales
impersonales e inauténticos, pronto la sociedad se quedará sin unos ni otros
(sin personas estándar y sin personas originales). En ese momento, las escuelas
ya no tendrán nada que ofrecer a nadie.
Nuestro Planeta aún nos tiene con vida aquí
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