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Anécdota
diplomática coquera
Opinión 20,
enero, 2023
Es bien conocido que nuestros indígenas, antes de la llegada de los
españoles cultivaban y consumían coca. Es más, durante muchos años ante la
imposibilidad de que les pagaran a los conquistadores sus tributos en oro,
estos aceptaban que les entregaran coca, que tenía muchas cualidades. Al
masticarla o “manbearla”, según los cronistas, no sólo tenía un gran valor
nutricional, sino que daba a los indios mayor resistencia, para realizar el
esforzado y riesgoso trabajo de las minas.
Julio Londoño Paredes. Bogotá Marzo 9 de 2022. Foto: Juan Carlos Sierra-Revista Semana.© Publicaciones Semana - Juan Carlos Sierra
Pero hay dentro de ese marco, un curioso capítulo. En la segunda parte
del siglo 19 y en la primeras décadas del siglo 20, toda la parte meridional de
Colombia, entre los ríos Caquetá, Putumayo y Amazonas, estaba en disputa con
Ecuador, Perú y Brasil. Nuestro gobierno tenía no solamente abandonados esos
territorios, sino también a las tribus indígenas que allí vivían, esclavizadas
por los capataces de la poderosa “Casa Arana” de la que era propietario el
senador peruano Julio C. Arana. Los indígenas sobrevivían con coca.
El gobierno colombiano como no estaba en la región amazónica sabía poco
o nada de la coca, donde se suponía que estaban las principales plantaciones.
Tenía entonces que poner en movimiento la diplomacia para lograr conocimiento
sobre tan preciado producto. Así, en nota oficial del 23 de junio de 1912, el
ministro de obras públicas de Colombia, don Simón Araujo, ilustre sincelejano
que ocupo todos los puestos imaginables, le pidió al representante de Colombia
en Bolivia que “se sirviera remitir el mayor acopio de datos posible sobre el
cultivo de la coca en ese país, junto con algunas semillas de las mejores
calidades bolivianas”.
Agrega que “si fuera posible, le enviara dos bultos de semillas de la
mejor calidad de la Eriythroxlylon coca”. Aduce que con el envío “prestaría
usted un servicio al país; siempre que el valor de dicha semilla no sea
excesivo, los gastos que esto ocasione serán por cuenta del ministerio”. El
funcionario colombiano muy activo lo remitió el 28 de noviembre del mismo año.
No hay datos como se empleó tan importante envío. Pero las cosas no
pararon ahí, ya que, en marzo de 1932, nuevamente el representante de Colombia
en Bolivia, en ese entonces el político santandereano Francisco Sorzano,
informó al ministro de industrias de Colombia de la publicación de un estudio
sobre la coca en ese país. El 5 de julio de 1932, el ministerio, además de
agradecerle, le solicitó el estudio para ser incluido en la revista de la
entidad y además el envío de un “tambor de coca en miniatura”. Agregó que tan
pronto se recibiera el tambor y el estudio, se aprovecharían en la mejor manera
posible”. El “tambor de coca”, fue recibido en agosto de ese año.
Durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez en 1947 se expidió un
decreto mediante el cual se prohibía “cultivar y distribuir marihuana y coca”.
Sin embargo, fue derogado un mes después. Tal vez los bultos de coca enviados
desde Bolivia habían sido empleados “en la mejor manera posible” y el acucioso
representante colombiano en La Paz, “le había prestado un gran servicio al
país”.
*Decano de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos
de la Universidad del Rosario.
FUENTES: El autor y Anécdota
diplomática coquera (msn.com)
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