PGV - Edición 320- Sábado 4, noviembre, 2021- “Tenemos mucha ciencia pero nada de conciencia”- y más temas


PGV - PLURIVERSIDAD GLOBAL PARA LA VIDA - PGV

Epicentro librepensador y gestor de conocimiento para la convivencia civilizada 

https://www.pluriversidad-global.blogspot.com/


MISIÓN de pluriVERSIDAD Global para la Vida - PVG

Con la metodología de librepensamiento para actuar con inteligencia social, la misión corporativa de PVG es : 

Participar en enseñar y/o aprender, gestionar y aplicar conocimiento conducente a la formación y autoformación integral y continuada de todos los seres humanos, con la finalidad superior de construir, madurar y consolidar CONVIVENCIA CIVILIZADA, como factor determinante del bienestar cierto para todos sobre la Tierra. 

PluriVERSITARIOS somos todos cuantos nos apropiamos de conocimiento superior para la vida y lo gestionamos para bien de todos en la Aldea Global. 



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Anthony Hopkings en todo-mail.com - bajada para PGV

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ME CAÍ DEL MUNDO Y NI SÉ POR DÓNDE SE ENTRA (*)

Para mayores de 50 años...

Por.
Eduardo Galeano.
Periodista y Escritor uruguayo

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar...

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales...

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables...!

Si, ya lo sé...

A nuestra generación siempre le costó tirar...

¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables...!

Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo...

Yo no digo que eso era mejor...

Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra...

Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto...

Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses, el monitor de la computadora todas las navidades o el televisor cada año...

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida...

Es más!

Se compraban para la vida de los que venían después...

La gente heredaba relojes de pared, bicicletas, cámaras fotográficas, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas...

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad...

Tiramos absolutamente todo...

Ya no hay zapatero que remiende un zapato, ni colchonero que carde la lana de un colchón y lo deje como nuevo, ni afiladores por la calle para los cuchillos, ni sastre que haga composturas...

De 'por ahí' vengo yo, de cuando todo eso existía y nada se tiraba...

Y no es que haya sido mejor...

Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo...

Hay que cambiar el auto cada 3 años porque si no, eres un arruinado...

Aunque el coche esté en buen estado...

Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!!

Pero por Dios....

Mi cabeza no resiste tanto...

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real...

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre...

Me educaron para guardar todo...

Lo que servía y lo que no...

Porque algún día las cosas podían volver a servir...

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema:

Nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no...

Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso a las tradiciones) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes, el primer cabello que le cortaron en la peluquería...

¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo? 

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones.

El primer cajón era para los manteles y los trapos de cocina, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto...

Y guardábamos...

¡¡Guardábamos hasta las tapas de los refrescos, los corchos de las botellas, las llavecitas que traían las latas de sardinas...

¡Y las pilas...!

Las pilas pasaban del congelador al techo de la casa....

Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más....

No nos resignábamos a que se terminara su vida útil en un par de usos...

Las cosas no eran desechables....

Eran guardables....

¡Los diarios!

Servían para todo...

Para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia, para limpiar vidrios, para envolver.

¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne o desenvolviendo los huevos que meticulosamente había envuelto en un periódico el almacenero del barrio.

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer adornos de navidad...

Y las páginas de los calendarios para hacer cuadros...

Y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas...

Y los fósforos usados porque podíamos reutilizarlos estando encendida otra vela...

Y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos...

Enderezábamos los clavos para reutilizarlos después...

Y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'....

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de broches de la ropa y el ganchito de metal...con el tiempo, aparecía algún pedazo derecho que esperaba a su otra mitad para convertirse otra vez en un broche completo...

Nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos...

Y hoy, sin embargo, deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir...

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas...

Las latas de duraznos se volvieron macetas, portalápices y hasta teléfonos.

Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza y los corchos esperaban pacientemente en un cajón hasta encontrarse con una botella...

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos...

Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables...

Que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables...

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas...

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero...

De la moral que se desecha si de ganar dinero se trata...

No lo voy a hacer...

No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne...

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga, o le sale alguna arruga...

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares...

De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a mi señora como parte de pago de otra con menos kilómetros y alguna función nueva...

Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que ella me gane de mano y sea yo el entregado....

Por.
Eduardo Galeano.
Periodista y Escritor uruguayo.

(*) Este escrito fue recomedado a PGV por nuestro lector y colaborador , médico Jairo Sánchez. 

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Esta cámara holográfica puede ver dentro del cráneo

Puede ser alrededor de las esquinas, la niebla o incluso el cráneo humano. Y con una precisión increíble.


Sarah Romero

22/11/2021

1 minuto de lectura

Un equipo de investigadores de la Universidad Northwester (EE. UU.) ha desarrollado una nueva cámara de alta resolución que funciona mediante la dispersión indirecta de luz coherente sobre objetos ocultos, que luego se dispersa nuevamente y viaja de regreso a una cámara, obteniendo una reconstrucción de objetos “invisibles” u ocultos.

"Es como si pudiéramos colocar una cámara informática virtual en cada superficie remota para ver el mundo desde la perspectiva de la superficie", explicó Florian Willomitzer, autor del estudio. "Esta técnica convierte las paredes en espejos".


Funcionan, en términos extremadamente simplificados, utilizando una especie de sonar visual: envían un pulso de luz y miden cuánto ha cambiado para cuando vuelve.


Aunque los expertos tienen claro que "todavía queda un largo camino por recorrer" antes de que esta tecnología aparezca en nuestro día adía, está seguro de que "ese día llegará". Sus aplicaciones son muy variadas: desde la conducción, pasando por las imágenes médicas hasta las ondas de radio para la exploración espacial o la obtención de imágenes acústicas bajo el agua.

 


TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR:

CURIOSIDADES SOBRE EL CEREBRO HUMANO

Referencia: Willomitzer, F., Rangarajan, P.V., Li, F. et al. Fast non-line-of-sight imaging with high-resolution and wide field of view using synthetic wavelength holography. Nat Commun 12, 6647 (2021). https://doi.org/10.1038/s41467-021-26776-w

Fuente: Fuente: https://www.muyinteresante.es/tecnologia/articulo/esta-camara-holografica-puede-ver-dentro-del-craneo-161637588335 

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ENTREVISTA

“Tenemos mucha ciencia pero nada de conciencia” (*)

El activista y escritor Alejandro Quecedo del Val, colaborador de Unesco y representante español en cumbres climáticas, expresa en el libro ‘Gritar lo que está callado’ su desencanto y sus frustraciones en la lucha medioambiental y ecosocial.

Alejandro Quecedo del Val, joven activista ecosocial y autor, con 19 años, del libro 'Gritar lo que está callado'.KIKE PARA

 

BORJA HERMOSO 

Madrid - 29 NOV 2021 - 23:40 COT

A sus 19 años, este chico de Briviesca (Burgos) que hizo el bachillerato internacional en Noruega pelea contra el cambio climático y quienes lo perpetran, lamenta la era del Antropoceno, colabora con la Unesco, estudia en la prestigiosa Sciences Po de París y ha representado a España en varias cumbres. Un buen día fue a la Asamblea General de Naciones Unidas a ver qué se cocía, y allí lo entendió todo. Para mal. Y contó su desencanto en un libro sin filtro, Gritar lo que está callado (De Conatus Publicaciones).

Pregunta. En su prólogo, la filósofa Marina Garcés le llama “el mensajero de las malas noticias”. ¿Se reconoce?

Respuesta. No sé si son malas noticias, las malas noticias ya están dadas, más bien es un recordatorio. Yo me hago eco del mundo en que nos encontramos, y la situación es catastrófica. Lo es que desaparezcan especies de aves cada día, y los ecosistemas que estamos perdiendo.

P. “Los dinosaurios también pensaban que les quedaba tiempo”. ¿Ya es tarde?

R. Siempre se habla de que ya habrá tiempo para evitar la catástrofe, pero la catástrofe ya ha llegado. Millones de personas mueren al año por el cambio climático. En Madagascar ya estamos viendo la primera hambruna causada por el cambio climático. Cada día desaparecen 150 especies. Si la Humanidad no logra ponerse de acuerdo en que esto es una catástrofe, yo tiro la toalla por la Humanidad.

P. Parece que solo cabe ser pesimistas…

R. Ya está bien de plantearse si son discursos optimistas o pesimistas. Es ridículo teñir la realidad con tintes negros como si fuese una tragedia griega o con tintes arcoíris como si todo fuera a salir bien.

P. Lo que es es lo que es y punto.

R. Efectivamente, y solo podremos medirnos con la crisis si reconocemos su dimensión real. Gramsci dice que tenemos que aliar el pesimismo de la razón con el optimismo del corazón. Y yo lo suscribo.

P. ¿Cómo les contaremos a nuestros hijos dentro de 500 años las burradas del Antropoceno?

R. Es difícil… porque, para empezar, ¿qué sensibilidad tendrían esos hijos?

P. ¿O qué otros antropocenos habrán transcurrido?

R. Eso. La principal batalla de ahora mismo es cultural, y sobre todo emocional. Los seres humanos tenemos que reconectar con la naturaleza. Los datos y las cifras no nos hieren, no las sentimos, nos resbalan. Si no tenemos ese contacto con la naturaleza… no nos dolerá destruirla, ni siquiera lo notaremos.

P. Usted sostiene que no tenemos buenas narrativas para parar el desastre, ¿qué quiere decir?

R. Que hemos tratado de hablar de esto mediante grandes historias, que si el oso polar se está muriendo y tal, pero hay que volver a lo local, y contar el entorno que estamos destruyendo. Por desgracia, en España nos sobran ejemplos.

P. Se nos llena la boca con que el guepardo y el oso polar están en peligro, pero nos vamos al campo y tiramos latas de cerveza al suelo, o peor, hacemos una barbacoa y quemamos el bosque.

R. Porque no sentimos la naturaleza. Nos hemos desarraigado de ella, no sólo como un ente general, sino como entorno próximo. Te vas al campo y sigues imbuido por las nuevas tecnologías y por referentes culturales de la gran ciudad y de las grandes marcas.

P. Como en todo, el cambio de ‘chip’ necesario tiene que ver con la educación, ¿no?

R. A ver, la educación de los niños es clave, pero su impacto práctico no se ve muchas veces hasta pasadas unas décadas, cuando sean ellos quienes tomen las decisiones del mañana… pero para entonces será tarde. Educación sí, pero no solo en las aulas, sino en el ciudadano y en los modelos de vida, y desde ya mismo.

P. El problema es si la gente se va a dejar –nos vamos a dejar- convencer. Hay como una confortable resignación, ¿no cree?

R. La resignación es el problema principal de nuestra época. Bueno, yo lo llamo impotencia. Ese sentimiento de que nada se puede hacer. No sé si es comodidad o frustración. Y esto vale para todas las luchas civiles de hoy en día. Parece como si no pudiésemos imaginar un mañana. Hay que darle a la gente herramientas para que pueda transformar su entorno.

P. ¿No habría que empezar por inyectarle el ADN del largo o el medio plazo, frente al cortoplacismo aplastante que lo rige todo, la acción política, pero también nuestros propios hábitos?

R. Bueno, pues si tenemos ese cortoplacismo en nuestro ADN, ¡luchemos por el corto plazo! ¡Luchemos porque los cambios en lo ecosocial empiecen mañana mismo! Ahora en serio, hasta ayer nos creímos que eso del cambio climático no nos iba a afectar a nosotros. Falso: estamos sufriendo un brutal proceso de aceleración en nuestra pérdida de biodiversidad y en la violencia de los elementos climatológicos. Este verano 200 personas murieron en Alemania y en Bélgica, ¡el corazón de la Europa desarrollada, donde nos creíamos invencibles!, por las inundaciones. Cada año mueren siete millones de personas en el mundo por la contaminación del aire. El corto plazo es ya.

P. Insiste usted en el concepto “crisis ecosocial”, más allá de la climática y ecológica… ¿por qué?

R. Es que esta crisis natural… es muy poco natural, tiene que ver con cómo hemos golpeado nosotros a la naturaleza mediante un modelo extractivista y neoliberal. La forma en que vivimos nuestras vidas es una forma espiritualmente capitalista: productividad, consumo, estímulos, desigualdad. No podemos hablar de justicia climática sin justicia social, van de la mano. Y podemos hacerlo. Es hora del gran cambio –transición energética y ecológica- y tenemos todo para hacerlo: el conocimiento, las herramientas, la tecnología, tenemos todo… menos el coraje. Tenemos mucha ciencia, lo que no tenemos es conciencia. Y lo que tampoco tenemos es excusas.

P. ¿No cabe en su cabeza un ecologista de derechas? ¿Un capitalismo verde?

R. Para definir a un ecologista lo primero es definir su sentir. Y es cierto que es un sentir más común en grupos de la izquierda, pero no hay ecologistas de derechas o de izquierdas. Sin ir más lejos, a veces te encuentras con grupos católicos que están absolutamente horrorizados ante la crisis ecosocial, porque creen que si Dios creó el planeta así, el ser humano no tiene ningún derecho a destruirlo. Esta crisis no entiende de identidades. Y por cierto, desde ese paradigma podríamos reconstruir nuestra sociedad, destruida por tatos años de divisiones.

P. ¿Cree que las grandes empresas -más allá de la pose, porque de la noche a la mañana todas aseguran ser sostenibles- están dispuestas a comprometerse si eso afecta a sus cuentas de resultados?

R. El gran capital sabe de esta crisis ecosocial desde hace muchísimo tiempo. Y desde los años 60 ha estado financiando activamente campañas negacionistas sin base científica, solo para continuar generando beneficios aun destruyendo millones de vidas. Y eso es algo que hay que condenar. Solo están esperando a que vender energía verde sea más rentable que vender energía fósil. ¡Pero es que en algún momento todo eso va dejar de ser beneficioso para esas empresas! Cuando no queden materiales que extraer ni nada que vender y haya unas tensiones sociales enormes porque la gente no pueda consumir y se eche a la calle… ¿cuál será el beneficio? Y desde luego, lo que no puede ser es que en la última COP 26 la delegación más grande no fuera ni la de EE UU ni la de la Unión Europea, sino la de los lobbies de las empresas petroleras, que han tenido mucha más influencia de la que queremos aceptar en la resolución final de la cumbre. Nuestro futuro, que es colectivo, se lo está apropiando una pequeña élite, y no podemos permitir eso.

P. En su libro critica “el espectáculo climático” y propone “desarticular el histrionismo de la acción climática”. ¿Cree que hay gente haciendo carreras con eso del activismo climático?

R. Fui a la asamblea general de Naciones Unidas en plan ingenuo, pensando que aquello sería la panacea. Y vi que era eso, un espectáculo climático, un gran teatro del mundo donde se lanzaban mensajes llenos de falsas esperanzas que luego replicaban tal cual todos los medios. Y luego estamos los propios activistas climáticos, que parecemos muy cómodos delante de un micrófono soltando mensajes y datos que ya todos conocemos.

P. Cuando habla de histrionismo en la lucha climática, habla sobre todo de Greta Thunberg, ¿no?

R. El fenómeno del espectáculo climático se ve ejemplificado en ella. ¿Por qué ha sido ella la que ha tenido más impacto y no activistas que están haciendo cosas increíbles, por ejemplo en el Sáhara con el tema de la Gran Muralla Verde? Ni Dios habla de eso. El de Greta es un discurso que sacude conciencias pero que no dice lo que hay que hacer, y mucho menos lo que no hay que hacer, es un discurso cómodo, y por eso ha tenido tanto la palabra en las cumbres climáticas, donde hay una clara discriminación de las narrativas.

P. Entre las “acciones radicales y contundentes” de las que usted habla, ¿está la desobediencia civil?

R. La desobediencia civil es un hecho, ya ha llegado, y puede ser eficaz. Si el sistema se está destruyendo sistemáticamente, impidamos sistemáticamente el sistema. Huelga general, ocupación de las calles… la gente quiere un futuro y va a llegar un momento en que se va a revolver contra quienes se lo están arrebatando. En España no lo hemos visto mucho pero en otros sitios como Reino Unido, sí. Nunca ha estado en juego tanto y nunca ha habido tan poca respuesta de la sociedad civil. Si fuéramos de verdad conscientes del problema, no estaríamos hablando delante de un café.

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(*) Borja Hermoso

Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

 Fuente: https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2021-11-30/tenemos-mucha-ciencia-pero-nada-de-conciencia.html

(*) Este artículo fue recomedado a PGV por nuestro lector y colaborador el Ing. ITV y PhD Domingo Ernesto Dueñas Ruiz 

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Con OEA o sin OEA, las cosas han cambiado



Julio Londoño Paredes (*)

Nicaragua, siguiendo el ejemplo de Venezuela, ha resuelto retirarse de la OEA.

El gobierno de Cuba, no el estado, fue excluido de la Organización el 31 de enero de 1962 en una reunión de cancilleres convocada por Colombia, por insinuación de Washington. Se consideró que un régimen comunista no tenía lugar en el continente. La resolución fue aprobada con 14 votos afirmativos, el número mínimo requerido: Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador y México se abstuvieron. La actitud colombiana tendría a la larga serios efectos para nuestro país.

A principios de los años noventa en una conversación con el canciller de Cuba, éste señaló discretamente la posibilidad de que su país podría reintegrarse a la Organización. Sin embargo, el gobierno colombiano se abstuvo de liderar cualquier gestión en ese sentido.

Después Cuba reafirmó su decisión de permanecer por fuera de la OEA. Consideró que sólo sería el blanco de ataques y censuras orquestadas por los Estados Unidos y que su permanencia, no le reportaría ninguna ventaja.

En el 2009 en una asamblea general celebrada en San Pedro Sula, Honduras, se derogó la resolución de Punta del Este. Fue una iniciativa de Bolivia, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Venezuela. Colombia discretamente no se contó entre los patrocinadores, aunque apoyó la resolución. 

El mismo año, Honduras fue suspendida de la OEA después de un golpe de estado en el que se destituyó al presidente Manuel Zelaya, que, apoyado por Cuba y Venezuela, había tomado la línea socialista. La decisión generó honda controversia en el continente. Luego se dio el retiro de Venezuela y finalmente lo ha anunciado Nicaragua.

Desde hace años se han alzado voces que pregonan la disolución de la organización a la que algunos consideran inoperante.

Seguramente añoran los tiempos de la intervención armada en República Dominicana en abril de 1966, después de un golpe militar contra al presidente Juan Bosh, que los Estados Unidos consideraron que estaba instaurando otro estado comunista en el continente.

Los Estados Unidos enviaron más de 30000 soldados, que fueron sustituidos paulatinamente por la “Fuerza Interamericana de Paz” de la OEA, constituida por efectivos de Brasil, Honduras, Paraguay, Nicaragua y El Salvador. Todos regentados por gobiernos militares. Se decía en ese entonces, que la fuerza interamericana estaba integrada “por 15000 soldados norteamericanos y un general brasilero” que la comandada.

Algunos guardaron la esperanza de que una fuerza militar similar interviniera en Venezuela, tanto para precipitar la salida de Maduro, como en Nicaragua para impedir la eternización de Ortega en el poder. También se habló de una eventual intervención militar en Bolivia en la época de Evo Morales.

En breve, de pronto se hablará de algo parecido en Honduras, en donde ha triunfado en forma apabullante, la candidata de la izquierda Xiomara Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya, derrocado como se dijo en el año 2009, por haber intentado establecer un socialismo perenne en el país. 

Sin embargo, ya no están dadas las condiciones para las aventuras militares con OEA o sin ella.  Además, los golpes de estado no son del estilo de los que se daban en América Latina hace algunos años, con tanques y ametralladoras por las calles. Son mucho más sutiles.


(*) Excanciller y exembajador de Colombia. Analista y escritor sobre gobernanza y geopolpitica. Decano de la facultad de estudios internacionales políticos y urbanos de la universidad del Rosario

Fuentes: El autor y https://www.semana.com/opinion/articulo/con-oea-o-sin-oea-las-cosas-han-cambiado/202114/

SEMANA- diciembre 3, 2021

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