PGV - Edición N° 289- Sábado 21, agosto, 2021 -"... LA MENTIRA Y LA POLÍTICA" - y más temas para Ud.

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LEA HOY EN PGV

- Reflexiones en torno a la mentira y la política 

- El desastre de los errores de cálculo  (Afganistán)

Por qué el campo magnético no tiene nada que ver con el cambio climático

- ¿Qué es la felicidad?

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Reflexiones en torno a la mentira y la política 
(texto parcial tomado para PGV)

lustración: "La política de la mentira- Global Política" en globalpoliticsandlaw,com - bajada para PGV

 Marco Estrada Saavedra 

Introducción (texto parcial): 

la institucionalización de la mentira en la política como el peor de los mundos posibles PROBABLEMENTE SERÍA UN EJERCICIO ESTÉRIL 

Levantar una encuesta entre la ciudadanía mexicana para llegar a la conclusión esperable de que la representación pública predominante que se tiene de la política es la de un negocio sucio, una actividad desvergonzada y costosa, tal vez un mal no del todo necesario que padecemos y en el que participan hombres y mujeres inescrupulosos, ávidos de poder, con una tendencia —que raya en la patología psicológica— a la notoriedad. 

Y no habría razón para asombrarnos, en consecuencia, de que tanto los políticos como los funcionarios públicos tengan, en la imaginación popular, la fama de traicioneros, corruptos, oportunistas, poco honorables y que obran, sobre todo, en beneficio particular a costa de la mayoría. 

Ciertamente este cuadro de la política y sus actores no es muy alentador, ni da pie, mucho menos, a abrigar esperanza alguna de que 462 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS XXII: 65, 2004 las cosas vayan a mejorar en el futuro. 

Así, pues, aquél que verdaderamente se escandalice al leer en el diario que un político ha sido pillado flagrantemente en sus embustes —como acaso pasó en fechas recientes con los presidentes de México y Cuba y el triste espectáculo que nos ofrecieron, o, para traer a mientes un ejemplo actual del ámbito internacional, el escándalo en ciernes que está siendo provocado por el cuestionamiento creciente de la veracidad de la información de inteligencia (como por ejemplo la posesión del gobierno iraquí de armas de destrucción masiva listas a ser utilizadas para multiplicar el terror en Occidente) que utilizaron los gobiernos estadounidense y británico para justificar, ante sus respectivos pueblos, la ONU y la opinión pública mundial, el “ataque preventivo” contra Irak—, pecaría, qué duda cabe, de ingenuidad, de una ausencia lamentable de realismo, diríamos. 

Sin ningún apuro, el buen sentido haría la ecuación entre política y mentira. Y nadie repararía en dicha fórmula por ser casi una evidencia de sentido común. Pero he aquí justamente que deberíamos sentirnos pasmados, pues si en verdad aceptásemos sin más que la política es mentira, y si realmente nos conduciésemos en concordancia con este parecer, entonces ni la política ni la democracia serían posibles. 

Aún más: habría que vernos obligados a afirmar que, bien vistas las cosas y a pesar de todas las creencias de sentido común y de las farsas, unas veces chuscas y otras más, deplorables, que se representan diariamente en la escena pública, la política y la mentira son esencialmente incompatibles. 

Esta pareja de sencillas tesis no son síntomas de escapismo idealista sobre los asuntos políticos, ni afiebradas elucubraciones producto de una visión normativa de la democracia. Al contrario, las entiendo como realistas —y si se quiere, propias de una sana Realpolitik—. 

Para evitar malentendidos, no estoy afirmando que la corrupción o la mentira entre políticos y funcionarios públicos sean todo lo contrario de un azote para nuestra comunidad política. Nada más lejano a la realidad. Sin embargo, hasta el político mentiroso y corrupto tiene que proceder de tal forma que haga compatible su comportamiento público con las leyes y normas, así como con los valores, creencias, expectativas y formas legítimas de conducta que conforman, organizan y hacen posible nuestra esfera política, si no quiere ser inmediatamente descubierto y sancionado política y judicialmente. Estas tesis tampoco son un alegato en favor de la (re)introducción de la moral en los asuntos políticos. 

Mi intención no se emparenta con ningún proyecto neoconservador de moralización de la política —cosa que encontraría funesta, pues la moral no debe gozar de carta de ciudadanía en el ámbito político, como más adelante abundaré—. Argumento, entonces, en términos estrictamente políticos. ESTRADA: REFLEXIONES EN TORNO A LA MENTIRA Y LA POLÍTICA 463 Una vez aclarado lo que no quiero dar a entender, me dispongo a hacer mis ideas plausibles y a abogar por la verdad como fundamento de una cultura de transparencia en la democracia, que ciudadanos, políticos y funcionarios públicos —es decir, todos aquellos preocupados por el interés público— deben compartir y fomentar si es que no quieren poner en riesgo la salud de nuestra república. 

La realidad del mundo social y los fundamentos discursivos de la política Sea ocasional o sea toda una práctica consuetudinaria de una persona o un grupo de personas que ejercen determinada autoridad pública, la mentira en la política atenta contra algunas de las condiciones y los fundamentos de posibilidad de la política misma; específicamente de la libertad, la igualdad, la pluralidad, la publicidad, la solidaridad y la mundanidad. 

Por condiciones y fundamentos de posibilidad entiendo todo aquello —y seguramente algunas cosas más que no estoy, ahora, considerando— sin lo cual sería imposible que existiera algo así como la política —y en nuestro caso, la política en la democracia—. Debido a ello, la mentira en la vida pública es y debe ser censurable y desacreditada no desde una posición moral, sino, principal y exclusivamente, desde una posición consecuente con la política. 

Con el fin de fundamentar mi proposición, deseo, primero, exponer con toda brevedad cómo vivimos y experimentamos la realidad de nuestro mundo social, para, después, explicar la relevancia de la opinión pública en la fundación de legitimidad del orden político democrático. Una vez satisfecho lo anterior, podré entrar propiamente en la materia de este ensayo. 

Según Alfred Schütz,1 la realidad social es vivida, experimentada y entendida por los hombres como algo de suyo evidente. En términos generales, las personas no cuestionan el carácter real de los sucesos, sus semejantes o los objetos de su mundo social; simplemente los dan por ciertos y verdaderos. En efecto, los presuponen, si se quiere, ingenuamente. Es un mundo en el que han nacido, es decir, anterior a ellos, que esperan continúe existiendo después de su muerte, y que sus sucesores experimentarán e interpretarán en forma semejante a la suya. 

La realidad del mundo social se manifiesta como una realidad pública, intuitivamente compartida por otros y, en consecuencia, válida para todos; es una realidad creada y mantenida intersubjetivamente. 1 Véase Alfred Schütz y Thomas Luckmann, Las estructuras del mundo de la vida, Buenos Aires, Amorrortu, 1977, en especial el cap. 1. 464 ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS XXII: 65, 2004 

De tal suerte, y porque funge como un “marco común de referencia e interpretaciones”, nos podemos comunicar sin mayores reparos y percances, así como ponernos de acuerdo sobre fenómenos, eventos, personas y cosas de nuestro mundo. En una palabra, la realidad del mundo social es una realidad simbólica y significativamente estructurada, en la cual nos entendemos y podemos actuar.

Es verdad, por lo demás, que la cadena de evidencias de la realidad mundana se ve interrumpida, de vez en cuando, al entrar en crisis un aspecto de ésta, por causas que ahora no interesa precisar; por lo que allí, donde reinaba la certidumbre, ahora aparecen problemas de incoherencia. 

Nos percatamos de que nuestro conocimiento acerca de nuestro mundo —por cierto, producido y distribuido socialmente y mediante el cual evaluamos e interpretamos la realidad— es deficiente, poco sistematizado y que no alcanza, para decirlo coloquialmente, a remendar esa pequeña rotura que ha surgido en el tejido de la realidad. Pero como sólo es un pequeño sector de la misma el que ha quedado afectado, por lo general nos contentamos con dar respuestas y explicaciones de tipo pragmático para “salir al paso” y continuar con nuestros negocios “hasta nuevo aviso” como si no hubiera pasado gran cosa. De esta manera, se reestablece la cadena de evidencias y certezas que constituyen nuestra realidad social. 

Para la persona entregada a sus faenas diarias en el hogar, el taller o la oficina, la disonancia cognitiva resultante de la pequeña crisis de sentido no es una invitación, como lo sería para el filósofo o el científico, para cuestionarse metódicamente sobre los fundamentos de verdad de esa realidad cotidiana y relativamente estable que la presencia, comportamiento y creencia de otros convalida y asegura como intersubjetivamente real, verdadera y coherente. 

En este sentido, en el mundo social pasa por real todo lo que aparece y que una variedad de personas pueden atestiguar como verdadero, por lo tanto es común y confiable a todos. En consecuencia, nos podemos poner de acuerdo acerca de ello con grandes probabilidades de éxito, así como actuar en referencia a dicho estado de cosas. Lo real es experimentado como relativamente semejante para todos y cada uno de nosotros. 

Así, a pesar de la multiplicidad de perspectivas desde la cual es observado y vivido, mantiene su identidad sustancial como la misma cosa, evento o persona para todos y 2 No me es posible hablar en este espacio sobre los principios sociales de constitución de la realidad del mundo social, que implican la naturalización y legitimación de una visión arbitraria de grupos sociales dominantes material y simbólicamente capaces de organizar el conjunto de las relaciones de la sociedad. 

Su puesta entre paréntesis, sin embargo, no afecta al núcleo de mi argumentación. Para el tema, en general, consúltese Pierre Bourdieu, Le sens pratique, París, Les Éditions de Minuit, 1980, en especial el cap. 3 del libro I. ESTRADA: REFLEXIONES EN TORNO A LA MENTIRA Y LA POLÍTICA 465 cada uno. 

Nuestros semejantes son, por tanto, condición necesaria de la realidad de las cosas, eventos y personas de nuestro mundo social. Su testimonio sobre dicha realidad libera al individuo de la sospecha solipsista de que todo no es más que mera ilusión, un sueño u obra de un demonio cartesiano. 

Estos breves, pero para el objetivo del presente ensayo, suficientes comentarios acerca de la realidad del mundo social como un índice de verdad intersubjetivamente compartido, me permiten dar el segundo paso para introducirnos posteriormente a la cuestión que aquí nos concierne. La realidad del mundo político también puede ser abordada desde la misma perspectiva. Una república, como la nuestra, posee un doble fundamento como institución: uno legal, como Estado de derecho o “gobierno de las leyes”, y el otro político como opinión pública, que corresponde más bien a la legitimidad del gobierno y de sus acciones. Ambos pilares son necesarios e interdependientes para sostener la institución republicana. Del primero no agregaré más. Sobre el segundo, me gustaría aseverar que, al igual que la realidad del mundo social, la de la esfera política está constituida intersubjetiva y simbólicamente por medio de opiniones y creencias compartidas. En efecto, el gobierno, y más que ningún otro, el republicano, descansa en la opinión pública. David Hume afirmaba en On the First Principles of Government, en general, que: 3 No está por de más enfatizar que la “verdad” tal y como la entiendo en este escrito ha de entenderse desde la perspectiva de los actores enraizados en su mundo de vida. En este sentido, los criterios para distinguir qué es verdad y qué es mentira han de buscarse en el marco común de referencia e interpretaciones del colectivo en cuestión......

Fuente de consulta: https://www.redalyc.org - redalyc.Reflexiones en torno a la mentira y la política 

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El desastre de los “errores de cálculo”


Julio Londoño Paredes (*)

La controversia ocasionada, no propiamente por el retiro de las fuerzas norteamericanas de Afganistán, sino por la rapidez con la que los talibanes se apoderaron del país y las consecuencias políticas de este hecho, persistirán durante mucho tiempo.

Biden calificó el desastre como un “error de cálculo”. Sin embargo, un “error de cálculo” en un asunto de tanta trascendencia difícilmente podría darse por parte del presidente de la primera potencia del mundo con todos los elementos que tiene a su disposición. Menos aún, habiendo sido durante muchos años miembro de la comisión de relaciones exteriores del senado norteamericano y gran conocedor de la región. 

El día 8 de Julio pasado, el presidente en una rueda de prensa en la Casa Blanca, al ser preguntado si la toma de Afganistán por los talibanes era inevitable, lo negó enfáticamente. Agregó que las tropas afganas tenían más de 300000 hombres bien equipados y una fuerza aérea mientras, que los talibanes no eran más de 75000.
Aunque ahora Biden admitió los efectos políticos que podría tener para su gobierno el retiro de Afganistán, recordó que la decisión se había adoptado por su predecesor.

No debe olvidarse que otro “error de cálculo” de los Estados Unidos, fue la desastrosa invasión a Cuba apoyada por la CIA en abril de 1961. También planificada durante la administración del saliente presidente Eisenhower, pero ejecutada sesenta días después de su posesión, por el presidente Kennedy. Miles huyeron hacia Miami.

Gráfico: "localización geográfica de Afganizstán " en es.wikipedia.org/wiki/Afganistán" - 
bajado para PGV

La fallida invasión, fortaleció extraordinariamente a Fidel Castro. Durante sesenta años se ha recordado este hecho como un ejemplo de valor y de fortaleza del pueblo y de la revolución cubana. Si no se hubiera incurrido en ese “error de cálculo” la situación de Cuba hubiera sido diferente y seguramente el socialismo del siglo XXI no hubiera prevalecido en Venezuela durante 18 años. 

La guerrilla castrista en las últimas semanas antes de la caída del gobierno de Fulgencio Batista, prácticamente no libró combates, ya que los batallones batistianos, con sus tanques y armas pesadas se entregaban sin combatir.

En la madrugada del 1° de enero de 1959, en medio de un baile de gala en el palacio presidencial, antes de que Castro y sus camaradas llegaran a La Habana, Batista con su familia y algunos allegados, se retiró discretamente y con gran cantidad de dinero en efectivo, huyó en dos aviones hacia la vecina República Dominicana.

Castro en una reunión en el Club Rotario de La Habana, pocos días después del triunfo de la revolución, afirmó enfáticamente que no era comunista por tres razones y lo reiteró en el mes de abril en una entrevista al periodista Ignacio Rasco.

Afirmó que no era comunista porque el comunismo era la dictadura de una sola clase y que había luchado toda su vida contra las dictaduras; porque el comunismo significaba odio y lucha de clases y él estaba en contra de esa filosofía. Así mismo, porque el comunismo iba contra Dios y la iglesia.

En Afganistán el presidente, Ashraf Ghani, antes de que los talibanes llegaran a Kabul, discretamente huyó hacia los Emiratos Árabes, al parecer con maletas llenas de dinero. Las “poderosas” fuerzas armadas afganas, se fueron entregando sin oponer resistencia. Miles huyeron angustiosamente.

Entre tanto los jefes talibanes han dicho que las cosas ahora serán diferentes. Decretaron una amnistía general y afirmaron, entre otras cosas, que la mujeres conservarían sus derechos “dentro de las leyes islámicas”. No señalaron qué van a hacer con la enorme producción de heroína.

Habrá que ver si el “error de cálculo” en Afganistán, tendrá los mismos efectos del “error de cálculo” en Cuba.

(*) Excanciller y exembajador de Colombia. Escritor y analista sobre temas de gobernanza y de geopolítica. Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario

Fuentes: El autor y https://www.semana.com/opinion/articulo/el-desastre-de-los-errores-de-calculo/202139/ SEMANA – agosto 20, 2021

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Por qué el campo magnético no tiene nada que ver con el cambio climático

Ofrecemos varios argumentos bien fundamentados para rebatir a quienes dicen que las variaciones en el campo magnético de la Tierra están contribuyendo al calentamiento global.


istockphoto

Victoria González

19/08/2021

3 minutos de lectura

La magnetosfera es el inmenso campo magnético que rodea nuestro planeta y nos protege del viento solar, de la radiación y de los rayos cósmicos del espacio profundo. Las fuerzas que generan nuestro campo magnético cambian constantemente, y por ello los polos norte y sur magnéticos de la Tierra también varían gradualmente de ubicación e, incluso, llegan a invertirse cada 300 000 años aproximadamente.

Algunas personas se basan en estos hechos para afirmar que la magnetosfera contribuye al calentamiento global, pero la ciencia no respalda estos argumentos. En el blog de la NASA dedicado al cambio climático, el periodista del Jet Propulsion Laboratory Alan Buis examina y refuta algunas de estas alocadas hipótesis:

Movimiento e inversiones magnéticas

Como ya hemos comentado, el campo magnético de la Tierra no permanece estático, sino que se desplaza, y su intensidad aumenta y disminuye. Sin embargo, hay poca evidencia científica de vínculos significativos entre los polos magnéticos a la deriva de la Tierra y el clima. En el caso de las inversiones de los polos magnéticos, los fósiles de animales y plantas que vivían en nuestro planeta durante la última gran inversión (que duró miles de años) no muestran grandes cambios, y las muestras de sedimentos oceánicos profundos de aquella época indican que la actividad glacial se mantuvo estable. De hecho, los registros geológicos y fósiles de reversiones anteriores no muestran nada extraordinario, como eventos apocalípticos o grandes extinciones.

Excursiones geomagnéticas

Lo mismo sucede con las llamadas excursiones geomagnéticas: cambios de corta duración, pero significativos en la intensidad del campo magnético, que duran desde unos pocos siglos hasta unas pocas decenas de miles de años. Si bien hay alguna evidencia de cambios climáticos regionales durante el período de tiempo del evento de Laschamps (la última excursión geomagnética), los núcleos de hielo de la Antártida y Groenlandia no muestran ningún cambio importante. En resumen: no hay evidencia de que el clima de la Tierra se haya visto afectado significativamente por las últimas tres excursiones del campo magnético, ni por ningún evento de excursión en al menos los últimos 2,8 millones de años.

Principios físicos que demuestran que no hay relación entre magnetosfera y cambio climático

Aunque es cierto que existen corrientes electromagnéticas dentro de la atmósfera superior de la Tierra, la energía que impulsa el sistema climático en la atmósfera superior es, en promedio global, una fracción diminuta de toda la energía que impulsa el sistema climático en la superficie de la Tierra. Simplemente, no hay suficiente energía en el aire para influir en el clima del planeta.

Y, mucho más importante: si bien el hierro de las cenizas volcánicas se transporta en la atmósfera, y las pequeñas cantidades de hierro y compuestos de hierro generados por las actividades humanas son una fuente de contaminación del aire en algunas áreas urbanas, no es un componente significativo de nuestra atmósfera. No se conoce ningún mecanismo físico capaz de conectar las condiciones climáticas en la superficie de la Tierra con las corrientes electromagnéticas en el espacio.

Por otro lado, las tormentas solares y sus interacciones electromagnéticas solo impactan en la ionosfera de la Tierra, que se extiende desde el borde más bajo de la mesosfera hasta el espacio. No tienen ningún impacto en la troposfera de la Tierra o en la estratosfera inferior, donde se origina el clima de la superficie de la Tierra.

En resumen, cuando hablamos de cambio climático, debemos dejar de echar balones fuera: las variaciones en el campo magnético de la Tierra no son motivo de preocupación, pero sí las toneladas de gases con efecto invernadero que emitimos como consecuencia de nuestras actividades.

Texto: Global Climate Change, NASA.

Fuente consultada: muyinteresante.es

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¿Qué es la felicidad? 


chamalu.ancestral@gmail.com - info@chamalu.com - eventos @chamalu.com

Todos buscan ser felices, empero la felicidad no se busca, es imposible encontrarla. 

Desde la perspectiva que aprendí de los chamanes andinos, la felicidad no está situada fuera de nosotros, por tanto es inútil buscarla afuera cuando ella forma parte de nosotros. 

Es más, ni siquiera existe de antemano, se fabrica a partir de una actitud que se traduce en una vibración y que prepara el terreno para el amor. 

La infelicidad es consecuencia de no haber aprendido a vivir, de ir por la vida desenergizado y sin saber cómo reenergizarse. 

La felicidad alude a un nivel vibratorio que es compatible con el Janajpacha, es decir, con la realidad superior. 

La felicidad es la frecuencia vibracional desde la cual podemos recibir protección y energía sanadora. 

El amor es la frecuencia que nos conecta al Chej-pacha, al orden cósmico, nuestra megabiósfera invisible. En la vida consciente todo acto procede de una intención. En la civilización de zombis, ya no hay intención, solo costumbre y gustos adquiridos a partir de las estrategias manipulatorias de la sociedad de consumo. Esto revela existencias vacías, ancladas a un galopante consumismo. 

El occidental ve a la realidad fuera de sí mismo, por eso destruye a la naturaleza de la cual no se siente parte. Su pensamiento lineal, bloquea su sensibilidad y, de esta manera, su ignorancia está garantizada y también su capacidad destructiva. 

La realidad y la naturaleza es la suma de múltiples conexiones y recombinaciones. Pacha es naturaleza, pero también es Universo y también es uno mismo. 

En la cosmovisión chamánica existe una jerarquía circular donde todos son importantes y necesarios, donde la falta de uno de ellos obliga a una reacomodación de la totalidad, del Chejpacha y si esto ocurre a gran escala se genera un desequilibrio. 

Si la Pachamama y el Universo no están fuera de nosotros, todos somos Pacha. 

Es probable, sin embargo, que solo el humano, en la Tierra, tenga la posibilidad de tener consciencia de lo qué es y de la totalidad a la que pertenece.

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Fraternalmente

CHAMALU

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