PGV - edición N° 287- martes 17, agosto, 2021 "LA SALUD ES LA MÁS ALTA POSESIÓN - BUDA"- y más temas para Ud.
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Diabetes: del pinchazo al páncreas artificial
Se estima que para 2045 la cifra de
diabéticos superará los 700 millones de personas. Además, la mitad de los
diabéticos no han sido diagnosticados.
Manuel Seara
16/08/2021
15 minutos de lectura
La diabetes mellitus (DM) es uno de los principales problemas de salud
pública a nivel global, con 463 millones de afectados –seis millones en
España–. Su número se ha duplicado en los últimos treinta años y se estima
que para 2045 la cifra de diabéticos superará los 700 millones. Aunque hay
distintos tipos de diabetes, todos ellos se caracterizan por presentar unos
altos niveles de glucosa en sangre –hiperglucemia–, debido a un defecto en la
producción de insulina, a la resistencia a la acción de esta hormona o a la
combinación de ambas causas.
Sus efectos son lentos, pero inexorables. Al margen del alto riesgo
vital y la comprometida calidad de vida de los pacientes, la diabetes supone
un elevado coste sanitario. No solo por la enfermedad en sí, sino por
las complicaciones asociadas, como retinopatía, nefropatía, neuropatía, pie
diabético y problemas cardiovasculares.
La situación es especialmente grave en Europa por el envejecimiento de la población. Y otro
dato a tener en cuenta: la mitad de los diabéticos no han sido diagnosticados.
La clave está en las células beta del páncreas, que se localizan en los llamados
islotes de Langerhans y están altamente especializadas en la producción de
insulina. Esta hormona viaja por el torrente sanguíneo hasta sus tejidos diana
–fundamentalmente, músculo y tejido adiposo–, donde promueve el paso de la
glucosa desde la sangre hasta el interior de las células, lo que
permite mantener el equilibrio entre los niveles de azúcar e insulina en el
organismo.
Tipos de diabetes
Hay dos tipos principales de diabetes. La de tipo 1 (DM1) es una
enfermedad de carácter autoinmune, porque las células beta son destruidas por
el propio sistema inmunitario; y la de tipo 2 (DM2), la más común, que
se caracterizada por la progresiva pérdida de función de las células beta y la
aparición de resistencia a la acción de la insulina en los tejidos.
“Hasta hace poco, se pensaba que, en la DM1,las células beta
desaparecían por completo”, explica Eduard Montanya, director científico de
CIBERDEM (Centro de Investigaciones Biomédicas en Red de Diabetes y
Enfermedades Metabólicas Asociadas), en Madrid. “Sin embargo, y gracias a
sistemas de detección muy sensibles, se ha podido comprobar que, en pacientes
muy avanzados, sigue habiendo una pequeña actividad de estas células. La
cuestión es si se trata bien de una pequeña población que sobrevive a la
agresión autoinmune, o bien de un intento continuo del organismo de
regenerarlas”, añade el doctor Montanya.
Las causas del proceso autoinmune no se conocen del todo. Existe
una predisposición genética, aunque se sospecha de la existencia de factores
ambientales, no del todo identificados, que la desencadenan: contaminación
ambiental, tipo de dieta, obesidad infantil o infecciones virales, entre otros. Así,
recientemente, un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en
Madrid, ha descubierto que la infección por coxsackievirus –un virus del
género Enterovirus que vive en el intestino– podría activar la
aparición de diabetes.
Los científicos observaron que la infección desencadena una cascada de
eventos moleculares que acaba con el silenciamiento del gen Pdx1, que es
crítico para la producción de insulina. “Esto origina la pérdida de
identidad y función de las células beta, que pasan a asemejarse a las células
alfa, que están a cargo del aumento de los niveles de glucosa en sangre, lo que
lleva a hiperglucemia y diabetes, independientemente de la respuesta
inmunitaria”, explica Nabil Djouder, autor principal del trabajo publicado
en Cell Reports Medicine.
En la diabetes
de tipo 2, el páncreas produce insulina, pero las células de los
tejidos diana no la reconocen, lo que provoca un aumento de la glucosa en
sangre. Es lo que se conoce como insulinorresistencia. Para
compensarlo, el páncreas sigue produciendo cada vez más hormona, sin conseguir
el efecto deseado. Si este proceso no se frena, puede llegar un
momento en que el organismo ya no pueda seguir generando más insulina y
aparezca la diabetes. En los casos más extremos, los pacientes deben
autoadministrarse la hormona.
“Se creía que la insulinorresistencia provocaba que la célula beta
acabara claudicando y muriendo por mecanismos de apoptosis o muerte celular”,
asegura el doctor Montanya. Pero lo que hemos descubierto es que algunas de
estas células sufren un proceso de desdiferenciación, es decir, vuelven a un
estado menos maduro, más parecido al de sus células madre, cuyo resultado es la
pérdida de secreción de insulina. En su opinión, “estos estudios abren una vía
muy interesante ante la posibilidad de poder revertir el estado inmaduro para
recuperar células beta funcionales”.
Factores que determinan la aparición de diabetes
Aunque se ha constatado una predisposición familiar para la dm2, hay dos
factores determinantes : el sedentarismo y
el sobrepeso u obesidad, especialmente, la grasa visceral que se acumula
alrededor de los órganos internos. Este tipo de grasa es diferente de la normal
que se encuentra justo debajo de la piel –el típico michelín–. Se considera de
muy alto riesgo, porque produce unas sustancias químicas llamadas adipoquinas,
que favorecen estados proinflamatorios que contribuyen al desarrollo de
insulinorresistencia.
No hay mejor prevención de la DM2 que una dieta equilibrada y una
actividad física regular que estimule la sensibilidad de las células a la
insulina, además de prevenir el sobrepeso y la obesidad. “Tenemos una
herramienta terapéutica increíble que nunca será superada: el estilo de vida.
Numerosos estudios y evidencias confirman que una pérdida de peso del 5 %
y la práctica de ejercicio moderado –caminar 30 minutos diarios– evita
la progresión de la enfermedad en el 60 % de los casos. Sin duda alguna,
ningún otro medicamento consigue resultados tan beneficiosos”, observa el
doctor Antonio Pérez, presidente de la Sociedad Española de Diabetes (SED).
El sedentarismo y el abandono progresivo de la dieta mediterránea
parecen estar detrás del incremento de la diabetes en países como España,
Grecia y Portugal. Y, aunque la solución parece simple, “cambiar hábitos no es
fácil, cuesta mucho y desborda el ámbito sanitario”, advierte el doctor Pérez.
Asimismo, señala que tendría que haber campañas dirigidas a la población
general, como las que se hicieron con el tabaco.
Ante este panorama, la incidencia de la DM2 no ha dejado de crecer.
Puede permanecer sin diagnosticar durante muchos años, ya que la
hiperglucemia se desarrolla de forma gradual y en las primeras etapas no es lo
suficientemente grave como para ser detectada. Es fundamental la
identificación de los pacientes con alto riesgo de desarrollar diabetes para
diseñar estrategias de prevención y controlar los factores de riesgo de la
enfermedad.
Pruebas de diagnóstico
Las pruebas de diagnóstico tradicionales son el test de glucemia basal,
que se realiza en ayunas; la prueba de tolerancia oral a la glucosa; donde se
mide la glucemia en ayunas y dos horas después de la ingesta de una bebida con
75 gr de glucosa; y la medición de la hemoglobina glicosilada. Sin embargo,
estas pruebas muestran ciertas limitaciones, y no son lo suficientemente
precisas. En los últimos años, se han identificado nuevos biomarcadores que han
mejorado la sensibilidad y la especificidad, y han aumentado el valor
predictivo. “Uno de los objetivos es intentar definir en el grupo
heterogéneo de personas con DM2 lo que llamaríamos el perfil o fenotipo de los
pacientes, lo que contribuirá a personalizar el tratamiento”, asegura el doctor
Pérez. El paradigma son los cánceres, para los que existen distintos
marcadores que ayudan a elegir la terapia más adecuada para cada tipo de tumor.
Este año se celebra el centenario del descubrimiento de la insulina por
investigadores de la Universidad de Toronto (Canadá), un hallazgo crucial para
las personas con diabetes, que han podido sobrevivir gracias a la
administración de esta hormona.
En las últimas décadas, los esfuerzos se han centrado en crear insulinas
con perfiles de acción lo más fisiológicos posibles, que imiten la función del
páncreas. Esta glándula, localizada detrás del estómago y por delante de la
columna, secreta de manera continua una cierta cantidad de insulina basal con
el objetivo de que las células del organismo puedan captar la glucosa de la
sangre y utilizarla como fuente de energía.
Así las cosas, como destaca el doctor Pérez, “los avances en terapia han
sido espectaculares. Las insulinas que tenemos ahora no tienen nada que ver con
las del siglo pasado. Hoy disponemos de lo que llamamos análogos de
larga duración, que reproducen la secreción de insulina basal; y los análogos
de acción rápida y ultrarrápida, que se utilizan para cubrir la respuesta de
insulina después de una comida”.
Hay antidiabéticos que no son insulina ni se pinchan, como la
metformina. Este fármaco, en forma de pastilla, reduce la producción de glucosa
en el hígado y aumenta la captación de glucosa en la célula muscular. Es un
medicamento eficaz, seguro y barato, que lleva noventa años en el mercado y
sigue siendo el de primera elección en la mayoría de los pacientes con diabetes
de tipo 2.
En la actualidad, el tratamiento no se orienta exclusivamente al control
glucémico, sino también a prevenir posibles complicaciones. Afortunadamente,
disponemos de fármacos con beneficios cardiovasculares y renales independientes
del control glucémico. Entre estas nuevas moléculas, se encuentran los análogos
del péptido similar al glucagón de tipo 1 (GLP-1), que mejoran la secreción de
insulina, retardan la velocidad de vaciamiento gástrico y estimulan la
sensación de saciedad, con reducción del peso corporal, además de otros
efectos, como el control de la presión arterial y el perfil lipídico.
Otra familia de fármacos son los inhibidores del co-transportador-2 de
sodio-glucosa (SGLT2), que aumentan la excreción de glucosa en la orina,
reducen la glucemia, el peso corporal, la presión arterial y el riego renal y
cardiovascular.
Debido a su naturaleza proteica, la insulina es digerida por los jugos
gástricos. Y, al ser una molécula de gran tamaño, es difícil que atraviese las
mucosas. Por eso, se ha venido administrando mediante inyección subcutánea.
Las personas con DM1, tanto niños como adultos, precisan de varias dosis
diarias con un control exhaustivo de la glucemia –también con pinchazos en el
dedo-. Esto implica una terapia invasiva que provoca, en muchas ocasiones, que
los pacientes abandonen la medicación a causa del hastío, el dolor o la fobia a
las agujas.
Para el doctor Pérez, uno de los grandes problemas que tiene la diabetes
es que “su tratamiento es muy engorroso e interfiere en la vida cotidiana de
los pacientes, que tienen que tomar decisiones varias veces al día, desde qué
es lo que comen y cuándo, hasta la actividad que van a desarrollar, y calcular
las dosis de insulina que deben ponerse en todo momento. Con el agravante de
que alguna de estas decisiones no sea la adecuada, lo que resulta
desmoralizador. Por tanto, cualquier cosa que simplifique y automatice el
proceso será esencial para mejorar la falta de adherencia”.
Nuevos tratamientos
La primera alternativa de administración no invasiva de insulina fue
aprobada para su venta en 2006. Era una formulación en polvo inhalado que tuvo
que ser retirada del mercado por sus efectos adversos –tos y alteración de la
función pulmonar–. En 2014, se aprobó un nuevo preparado para adultos que se
absorbe a nivel pulmonar tras la inhalación. Actualmente, está en marcha un
ensayo clínico en fase II para establecer su tolerancia y seguridad en niños y
adolescentes entre cuatro y diecisiete años con diabetes de tipo 1.
Otra posible vía de administración es la intranasal, aunque los
problemas en este caso son la barrera que supone la mucosa al paso de grandes
moléculas como la insulina, el rápido aclaramiento mucociliar y los efectos
adversos pulmonares, entre otros. Hay en marcha ensayos clínicos en
fase II con niños y adolescentes en riesgo de desarrollar DM1.
Sin embargo, lo cierto es que la vía oral sería la ideal por su
sencillez. El problema es que se necesitan dosis hasta diez veces superiores
para lograr una eficacia similar, lo que compromete seriamente la capacidad de
producción e incrementa los costes.
También se han estudiado parches de insulina que se adhieren a la piel y
permiten que el medicamento se libere de manera controlada hacia el lecho
capilar. Se han ensayado con éxito en animales de experimentación parches
inteligentes con microagujas que liberan la insulina en respuesta a los niveles
de azúcar. Pero, una vez más, su mayor limitación es la pobre permeabilidad de
los tejidos, que disminuye la disponibilidad de la hormona.
De hecho, se está probando también con inyectables de administración
semanal, con ensayos clínicos en fase III. Los pacientes con DM2 se pincharían una
dosis de esta insulina y se olvidarían de ella durante una semana. Los
pacientes de tipo 1 necesitarían, además, cubrir cada comida con la
administración de una insulina rápida.
Mientras tanto, los sistemas de administración de insulina han
registrado una evolución espectacular. De las primeras jeringas de
metal y cristal, con agujas de longitud y grosor considerables, se pasó a las
jeringuillas de plástico desechables. Hoy se emplean las conocidas como plumas
o bolígrafos, dotadas de pequeñas agujas recubiertas con un material deslizante
que reduce el dolor del pinchazo. Vienen precargadas y existen para todos los
tipos de insulina. Las más avanzadas son las inteligentes. Mediante bluetooth
comunican con una aplicación móvil que dispone de funciones para gestionar la
diabetes: registro de dosis y hora de administración, temperatura de la
hormona, calculador de dosis o bolos, e indicador de insulina de reserva. Esta
información se puede compartir con médicos y cuidadores.
Por otra parte, existen puertos de administración de insulina. Son
sistemas con un catéter subcutáneo cuya cánula de teflón requiere una pequeña
aguja para la inserción. Permiten la administración de múltiples dosis,
reduciendo el número de pinchazos.
Otra modalidad son las bombas de insulina, pequeños dispositivos del
tamaño de un teléfono móvil que administran insulina de forma continuada. Constan de un
infusor –una microcomputadora programada para infundir insulina de manera
continua las 24 horas del día– y un catéter de conexión –un fino tubo de
plástico que conecta la bomba con el tejido subcutáneo–. Para las comidas o en
caso de hiperglucemia, administran bolos cuya dosis debe calcular el paciente
en función de la cantidad de carbohidratos y la actividad que vaya a
desarrollar.
Páncreas artificiales
Aunque, sin duda, uno de los mayores avances es el páncreas artificial.
Está formado por un sensor de medición continua de la glucosa en sangre, un
transmisor de la información, un algoritmo inteligente de control y una bomba
de insulina. Los datos de glucemia se reciben cada cinco minutos, y el
algoritmo permite recalcular constantemente las dosis necesarias sin que el
paciente tenga que andar contando raciones de carbohidratos ni renunciando
comidas. En estos momentos, hay estudios clínicos con más de veinte
sistemas en el mundo, cada uno con sus particularidades. Se
diferencian por el nivel de automatización –híbrido o totalmente automático–,
el tipo de algoritmo de control y las hormonas empleadas –insulina o una
combinación de insulina y glucagón–. La mayoría de los sistemas comercializados,
eso sí, son los híbridos, diseñados para controlar, fundamentalmente, los
niveles basales, aunque el paciente tiene que seguir informando al sistema de
las comidas y la actividad que vaya a desempeñar.
Dentro de la medicina regenerativa, el transplante de islotes de
Langerhans –cúmulos de células que se encargan de producir insulina y glucagón–
parece el tratamiento más lógico de la diabetes, porque sustituye las células
que han sido destruidas por otras nuevas y es una intervención relativamente
sencilla que se efectúa mediante una inyección. El problema es que se
obtienen de páncreas de donantes que han fallecido, la fuente es por tanto
limitada y, además, hay que recurrir a inmunosupresores para evitar el rechazo.
La obtención de fuentes alternativas de células madre está en el foco de
numerosas líneas de investigación en la actualidad. Entre ellas, la obtención
de células madre embrionarias o adultas de las que se derivarían células
productoras de insulina, como las células beta, para implantarlas en el
paciente- Es, precisamente, en lo que se centra el trabajo del doctor Montanya.
“A pesar de los enormes avances en este campo, es poco probable que en un
futuro próximo podamos disponer de un número ilimitado de estas células para
uso clínico, por lo que el trasplante de islotes seguirá siendo, a corto plazo,
la única terapia celular sustitutiva aplicable clínicamente al tratamiento de
la diabetes”, nos dice el especialista.
Fuente: muyinteresante.es
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Hace pocos días la embajada rusa en Irán publicó en su cuenta de Twitter una fotografía en la que aparece Levan Dzhagaryan, jefe de esa misión, sentado con pose trascendental en la silla usada hace setenta y ocho años por José Stalin, en el mismo corredor externo del edificio. Silla vacía de por medio se ve a Simon Shercliff, recién llegado embajador británico, obviamente imitando a Winston Churchill, quien ocupó ese lugar en la fotografía oficial de la Conferencia de Teherán, cuando en 1943 se decidió abrir un nuevo frente de guerra contra Alemania por el lado occidental. La silla desocupada correspondería a la que en su momento ocupó Franklin Delano Roosevelt.
Como a nadie le quedó duda del efecto simbólico del mensaje, las reacciones no se hicieron esperar. El refinado profesor Mohammad Javad Zarif, canciller de la República Islámica, consideró “extremadamente inapropiada” la fotografía, y advirtió que el destino de su pueblo, incluyendo el presente momento de discusión sobre el Plan Comprensivo de Acción Conjunto sobre desarrollo nuclear iraní, nunca puede estar sometido a decisiones de embajadas ni poderes externos.
El “speaker” del parlamento, Mohammad Bager Qalibaf, exigió que los embajadores se disculparan formalmente por su “acción inapropiada”, so pena de que fueran objeto de una “respuesta diplomática decisiva”. Hossein Amir Abdollahian, designado ministro de relaciones exteriores del recién elegido presidente Ebrahim Raisi, pidió la corrección inmediata de ese error, que a su entender muestra no solamente desacato de la etiqueta diplomática sino desconocimiento del orgullo del sensible pueblo iraní. Profesores universitarios y medios de comunicación se sumaron al coro, al punto que no faltó quien dijera que "La conferencia de Teherán fue una violación de la soberanía iraní y un símbolo de los crímenes históricos cometidos por Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido contra los iraníes".
Semejante aspaviento tiene justificación más que suficiente, pues la Conferencia de Teherán se desarrolló cuando Irán se encontraba bajo la ocupación oportunista y arbitraria de una alianza precisamente entre la Gran Bretaña y la Unión Soviética, con la bendición americana, para controlar los pozos de petróleo del país, como movimiento de alto valor estratégico, por encima de la neutralidad iraní, y de la soberanía y el orgullo nacional del país ocupado, que en realidad les importaban muy poco. Esto quiere decir que Stalin y Churchill recibieron allí, en el territorio que habían tomado por la fuerza, a otro socio imperialista de primer orden, de manera que a los ojos iraníes el espectáculo era el de unos ocupantes indeseables celebrando un festín de poder.
En Irán tienen claro que ese episodio de 1943 fue apenas uno más en el curso de unas relaciones llenas de incidentes entre Irán y las dos potencias representadas hoy en Teherán por los insignificantes personajes que, seguramente con motivo de la visita de cortesía que acostumbran hacer a sus colegas los embajadores recién llegados a un nuevo destino, decidieron ocupar las sillas de líderes trascendentales de la historia contemporánea, y hacerse fotografiar.
La dinastía de los Pahlavi, derrocada por la revolución que condujo a la fundación de la República Islámica, surgió cuando Reza Shah Pahlavi, astuto oficial de la Brigada Cosaca, copia iraní del modelo imperial ruso de los cosacos del Cáucaso, ascendió con el apoyo del general británico William Edmund Ironside, hasta convertirse en el hombre fuerte de Irán y protagonizar no solamente el derrocamiento del último Sah de la anterior dinastía, sino coronarse a sí mismo y quedarse con el poder.
Obligados por la cercanía geográfica y el mandato de necesidades económicas, flujos migratorios, intercambio cultural y aspiraciones estratégicas, Rusia e Irán han mantenido desde hace cinco siglos una relación política y diplomática llena de altibajos y turbulencias. Para mencionar solo un ejemplo, los rusos intervinieron de tal manera que inclusive buscaron propiciar el establecimiento de una “República Socialista Soviética de Persia”, proyecto que tuvieron que abandonar en favor de la unidad iraní, aunque no dejaron de tener el ojo puesto encima, al punto de aliarse con los británicos para desatar la invasión ya mencionada, mirando siempre a Irán con ojos imperiales.
Pero los británicos, que residen a cuatro mil quinientos kilómetros de distancia, también han estado metidos ahí. Irán recuerda que la primera acometida de explotación de los recursos petroleros del país estuvo protagonizada por la Anglo-Persian Oil Company, posteriormente Anglo Iranian y luego British Petroleum, fundada en 1908 con motivo del descubrimiento de un rico pozo en Masjed Soleiman, de la cual el gobierno británico adquirió cuidadosamente el 51% en 1914, just in case. Empresa expropiada a mediaos del siglo pasado por Mohammad Mosaddegh, primer ministro reformista que pagó con su vida por ese “atrevimiento”, en un golpe que recibió impulso de la CIA, según documentos recientemente desclasificados.
También recuerdan los iraníes que Winston Churchill, desde mucho antes de la reunión con Stalin y Roosevelt, y de la dulce relación de conveniencia con los soviéticos en los afanes de la Segunda Guerra Mundial, siendo Primer Lord del Almirantazgo estuvo pendiente de asegurar el control de los recursos petroleros de Irán para ayudar a mantener a flote los motores que propulsaban su Royal Navy. Manejo de corte imperial cuyo éxito estuvo garantizado por la ingenua impotencia de la dinastía Pahlavi, que se mantuvo en el poder con el apoyo occidental hasta que el Ayatola Jomeini la derrocó.
Ahí está pues, parte de toda una saga de relaciones intensas y tormentosas entre Irán, Rusia y la Gran Bretaña. Proceso lleno de incidentes desfavorables al sensitivo pueblo iraní, motivo por el cual los mínimos gestos de las partes no se pueden sustraer de ese complicado pasado que les vincula y que al tiempo ha sembrado resentimientos y sensibilidades que es preciso tener en cuenta, máxime por parte de los encargados de llevar el día a día de las relaciones con Irán.
El Ministerio de Relaciones Exteriores convocó, como debe ser, a los dos opacos personajes, protagonistas de la fotografía en la que aparecen, sin mérito alguno, con ese airecito imperial que produce risa pero tiene significado entendiblemente ofensivo a la luz de todo un proceso histórico que ellos no pueden ignorar. Vinieron por supuesto las explicaciones y las excusas, pero quedó marcado el punto de exigencia de respeto hacia el país en el cual los embajadores han de desarrollar su tarea, siempre temporal, en términos de cuidadosa discreción.
Aquí, donde con alguna frecuencia uno que otro embajador de países que han protagonizado hechos y procesos vergüenza de la humanidad se entromete impunemente en nuestros asuntos sin que nadie proteste, se debería tomar atenta nota de la forma como las cancillerías y diferentes sectores de la sociedad han de velar por el respeto impecable, y la discreción absoluta, que los representantes diplomáticos de países extranjeros deben observar en el país en donde desempeñen su misión.
Fuentes: El autor y https://www.elespectador.com/o
.(*) Exembajador de Colombia. Director y moderador del Observatorio de actualidad Internacional de la U. del Rosario. Ex-rector Universitario de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia - UPTC. Decano y docente titular en U. del Rosario. Analista y escritor sobre temas de gobernanza y de geopolítica.
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Documental- "El museo astronómico más grande del mundo": https://www.xataka.com/espacio
VÍDEO - Mitología - abrir: https://beacons.ai/
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.muy buenos los aportes relacionados a la diabetis y a los dos gatos jugando al tigre,que incrementan nuestro conocimiento.gracias dr hugo.saludos arnaldo.
ResponderBorrarDr Arnaldo García: Muchas gracias por su valioso y motivador comentario
BorrarLa predisposición no es un factor determinante en la Diabétes tipo 2, lo que si es determinante es la mala alimentación basada en carbohidratos y azúcares ( pan, papa, maduro, espagueti, todo la panadería, yogures , leches deslactosada, toda comida empacada, gaseosas, jugos de fruta sea de caja o hechos en casa, fruta en exceso, productos fitness) que han estado presentes el día a día en nuestra alimentación. Se ha demostrado , inclusive en atletas o personas que se ejercitan con frecuencia , cuya dieta estuvo basada en la pirámide Estadounidense de alimentación de los años 70 y 80, generaron insulinorresistencia y problemas metabólicos. Les recomiendo el libro "El milagro metabólico" del Dr Carlos Jaramillo
ResponderBorrarLa mejor forma de prevenir y arreglar un problema de diabetes, es cómo decía Hipócrates :" Que tu alimento sea tu medicina"
ResponderBorrarExcelentes y ejemplarizantes aportes a través de nuestra PGV los que nos evías, muy amablemente, desde Québec -Canadá´. Millones de agradeciminntos . (hac)
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