PGV - Edicion N° 281- sábado 7, agosto, 2021 - "TRES DESEOS PARA LA EDUCACIÓN" - y más temas PGV
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Tarea Global: aprender y reaprender a convivir civilizadamente, para evitar la desaparición de la actual civilizacion -PGV
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“Sin desviarse de la norma, el
progreso es imposible” (Frank Zappa). Para transformar la educación, no basta señalar
lo que no funciona ni lo que hay que dejar de hacer. Se necesita proponer
ideas y aportar soluciones. Sospechosamente, se ha impuesto la tesis
de que necesitamos más vocaciones científicas y tecnológicas, asistimos
al reinado del STEM. Yo opino
distinto. Cuanto más sepas de números, más riesgos tienes de ser automatizado
porque todo lo que sea matemáticamente posible, será real. Mientras que
cuanto más sepas de relaciones (contigo mismo, con colegas de equipo, con
clientes, con proveedores, con vecinos…) menos riesgos corres y más
auspicioso será tu futuro. El objetivo de la educación consiste en ayudarte a comprender un mundo en el que tendrás que moverte con agilidad. Y claro, el mundo no cabe en un aula. Tienes que experimentarlo. Si el genio de la lámpara me otorgase 3 deseos para mejorar la educación, mi respuesta sería que, al finalizar su etapa educativa, todos los jóvenes dominen 3 ámbitos: 1. Conocerse a sí mismos, 2. Relacionarse con otros y 3. Ser expertos en aprendizaje. 1. Conocerse a ti mismo. “De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a sí mismo” (William Shakespeare). Nada nuevo. El aforismo griego “conócete a ti mismo” figuraba en el templo de Apolo en Delfos. El autoconocimiento es la tarea más compleja a la que nos enfrentamos ya que no termina nunca. Tu cerebro (hardware) y tu mente (software) son tus principales herramientas. Más te vale entenderlas bien para sacarles el máximo rendimiento posible. Tu vida depende de ello. Ser consciente de cómo eres y cómo piensas es capital, pero somos muy poco conscientes de ello. No puedes mejorar lo que no conoces. Conocerte a ti mismo para diseñarte a ti mismo y llegar a ser quien quieres ser… El aprendizaje sucede desde dentro hacia fuera y
no al revés. Lo más importante en la educación no es el profesor igual
que lo más importante en la salud no es el médico. La clave eres tú. Solo podemos
contribuir a la educación de una persona si somos capaces de despertar su
curiosidad, de encontrar sus intereses. La motivación
funciona como el motor que te empuja y para ello resulta crítico auto
conocerse. La gestión de uno mismo demanda desarrollar habilidades de
pensamiento profundo que comienzan al formularse algunas preguntas
esenciales: ¿Quién soy, cómo soy y porque soy
como soy, en qué creo, quién y qué quiero ser o hacer de mi vida y por
qué, hasta donde estoy dispuesto a llegar…? Si las cosas importantes surgen de dentro, entonces con más razón te
tienes que conocer a ti mismo: qué te gusta, te mueve y te llama la atención,
con qué tienes dificultades. Necesitas conocerte para definir lo que quieres,
lo que no, lo que necesitas mejorar, lo que ya haces bien o lo que te falta.
Importa poco que termines el colegio o la universidad sacando excelentes
notas si desconoces lo qué te interesa, lo qué te preocupa o lo que te da
miedo ¿eres capaz de autocontrolarte, desconectarte, no rendirte antes las
dificultades o focalizar tu atención? Importan poco las respuestas
memorizadas a preguntas que no son tuyas cuando no tienes respuestas a las
preguntas importantes. Sobre todo, importa lo que sabes y no sabes de ti
mismo. Para que una persona pueda preguntarse lo que quiere ser y hacer en la vida, necesita vivir experiencias, cuantas más y más variadas mejor y ojalá repletas de tropezones. El sistema educativo te proporciona experiencias ceñidas a las 4 paredes de un aula y narradas por profesores que conocen lo que es ser profesor, pero no pueden saber lo que es ser periodista, enfermera, policía, política, empresaria, peluquero o empleado de call center. Para diseñar tus futuros posibles, la imaginación se convierte en una habilidad fundamental que el sistema educativo menosprecia. Mis hijos me demostraron que todos los niños nacen con una gran capacidad de imaginar que el colegio va domesticando como al animal al que se castran sus instintos naturales para acomodarlo a un modelo controlable. Aprender en el colegio implica demostrar capacidad de tragar información sentado en una silla. La educación que necesitamos tiene que ayudarte a que seas lo que puedes y lo que quieras ser. Si creemos a Walter Scott (“La
parte más importante de la educación del hombre es aquella que él mismo se
da”), entonces, un alumno se forja a sí mismo y el mejor maestro (no el
único) siempre eres tú: Eres quien experimenta, quien se hace las preguntas,
quien busca la información, quien filtra lo que recibe y lo aplica… La
educación no se termina en ti, pero empieza por ti. Es un proceso personal e
intransferible que resulta más eficiente con ayuda de otros. El ser humano es
colectivo, no puede nacer, crecer ni desarrollarse solo. También es esencial conocerse a sí mismo como mecanismo de
autodefensa: las máquinas (a través de los datos que recopilan de todos tus
movimientos) ya te conocen y van a tratar de influir en tus decisiones, de
condicionar tus próximas acciones. Desde el momento en que recogen
información sobre todo lo que haces, pueden predecir lo que harás y
manipularte para que hagas lo que quieren… Finalmente, es obligado referirse a la autoestima. He conocido
demasiada gente con dificultades para “quererse a sí mismos”, muchos por
defecto, otros por exceso. La autoestima es un proceso de aceptación que
implica asumir que cada uno es diferente de los demás: no eres menos que
nadie, pero tampoco eres más. Y eso obliga a manejar inteligentemente ese
delicado equilibrio entre el ego y el sentimiento de inferioridad. Muchas
personas pierden la posibilidad de vivir vidas mejores porque no se valoran
lo suficiente, funcionan desde el miedo y no se atreven a intentarlo (y nunca
descubren de lo que hubiesen sido capaces) ya que sus creencias limitantes
los paralizan. La seguridad en uno mismo se desarrolla, pero no se enseña. 2. Relacionarte con otros: Cuando en el punto anterior me referí a “Quién soy” no hablaba solo como individuo sino también en relación con los demás. La educación tiene sentido únicamente si nos ayuda a sacar lo mejor de uno mismo, pero también de todos. Comparto una
historia. “Una estudiante le preguntó a la antropóloga Margaret Mead cuál
consideraba la primera señal de civilización en una cultura. La estudiante
esperaba que la antropóloga hablara de anzuelos, cuencos de arcilla o piedras
para afilar, pero Mead dijo que el primer signo de civilización en una
cultura antigua es la prueba de una persona con un fémur roto y curado. Mead
explicó que, en el resto del reino animal, si te rompes la pierna, mueres. No
puedes huir del peligro, ir al río a beber agua o cazar para alimentarte. Te
conviertes en carne fresca para los depredadores. Ningún animal sobrevive a
una pata rota el tiempo suficiente para que el hueso sane. Un fémur roto que
se curó es la prueba de que alguien se tomó el tiempo para quedarse con el
que cayó, curó la lesión, puso a la persona a salvo y la cuidó hasta que se
recuperó. Ayudar a alguien a atravesar la dificultad es el punto de partida
de la civilización, explicó Mead”. Gestionar la relación con terceros tiene como objetivo principal
colaborar. Colaborar consiste en ayudar y pedir ayuda, se basa en compartir
lo más valioso que tenemos: nuestro conocimiento. Se trata de recuperar la
comunidad, de transitar de la sobrevalorada inteligencia individual a la
colectiva. Cuando Newton hablaba estar
“subidos sobre hombros de gigantes”, simplemente reconocía que si nuestra
civilización ha llegado hasta aquí es gracias a los conocimientos que nos
regalaron las generaciones anteriores. Me he referido a la colaboración y su impacto (no
solo en el pasado sino en el futuro) en
numerosas ocasiones. De hecho, el secreto que explica nuestra inteligencia es
la capacidad que despliegan nuestras neuronas de colaborar en
lugar de competir. ¿Por qué es crucial gestionar inteligentemente nuestros vínculos? Los desafíos que nos acechan, sea el cambio climático, la automatización o la desigualdad, son inabordables sin la colaboración mundial ¿Te imaginas que cada país hubiese tenido que desarrollar su propia vacuna para el coronavirus? Afortunadamente, la tarea se abordó como un ejercicio colaborativo que ha exigido crear y compartir nuevo conocimiento entre miles de científicos de todo el planeta. En el mundo actual no puedes hacer nada tú solo por 2 circunstancias que todos estamos sufriendo: 1. Los problemas tienen tal grado de complejidad que no tienes todo el conocimiento que se necesita para enfrentarlos (nadie lo tiene ya que nadie sabe más que todo el mundo). 2. El mundo cambia tan velozmente que el conocimiento caduca cada vez más rápido y nadie es capaz de aprender todo lo que hace falta a ese ritmo tan frenético. En resumen, todos necesitamos de todos, nadie se puede valer por sí mismo y para ello, es imprescindible establecer y mimar las relaciones con los demás. Las principales capacidades para administrar el mapa de relaciones tienen al lenguaje como vehículo: comunicar, negociar, resolver conflictos, influir, aceptar las ideas de otros y renunciar a las tuyas, reconocer, empatizar… Y en la base, para desplegar dichas capacidades, encontramos a las habilidades de toda la vida: hablar, escuchar, leer, escribir, preguntar. Por si no lo queríamos admitir, las habilidades de relación se sitúan al menos al mismo nivel que las de análisis o razonamiento. No es casualidad que las principales empresas del mundo (que además son tecnológicas) afirmen que la empatía es la habilidad del futuro (Google) o que el libro de del Director General de Microsoft mencione la empatía 53 veces ¿Dónde las aprendemos? El sistema educativo se desentiende de ellas lo que obliga a que cada uno se las arregle como pueda. 3.
Expertos en aprendizaje. Tampoco es casualidad que uno de
los más reconocidos intelectuales y la principal consultora coincidan en que la habilidad
más importante es aprender. Si aceptamos que mundo cambia continuamente,
entonces ningún aula puede prepararnos para siempre. El aprendizaje a lo
largo de la vida se convierte en nuestra prioridad. Podríamos
denominarlo el síndrome del explorador que no puede parar de aprender. Es cuando menos contradictorio pedir a los alumnos que aprendan, pero
no enseñarles estrategias sobre cómo aprender y dominar ese proceso.
Afortunadamente, todos somos expertos en aprendizaje:
los seres humanos fuimos diseñados para aprender,
aunque la educación ha traicionado esa inclinación natural imponiendo un
modelo artificial. Aprender es sinónimo de transmitir
conocimiento que ya existe a través del entrenamiento y mediante cursos. Pero
para un mundo cambiante que devora conocimiento, el aprendizaje que
necesitamos consiste en crear nuevo conocimiento que surge de enfrentar
problemas inesperados e imprevisibles. Nuestros hijos quieren aprender, lo que detestan es estudiar. El
colegio fue diseñado para enseñar y no para aprender. Hemos domesticado
a los niños al punto que esperan que alguien les diga qué aprender y
cómo. Enseñar implica que el protagonista es el que sabe. Aprender exige
reconocer que el protagonista es el que aprende. No se puede enseñar “quien
soy”, lo debe experimentar cada uno ¿Qué preguntas necesitamos
respondernos para diseñar nuestra trayectoria de aprendizaje?
De nuevo, hablamos de ser conscientes de que la principal habilidad en
tu vida es aprender: saber cómo aprender y tener como prioridad que siempre
debes estar aprendiendo. Toni Nadal repite
en todas las entrevistas que
el principal talento de una
persona es su capacidad de aprender. Pero el concepto
anglosajón de Learnability se
queda corto: no basta con la capacidad de aprender (todos la tenemos) sino
de enamorarnos del aprendizaje, experimentarlo y convertirlo en
tu leitmotiv. Conclusiones: Gracias a la pandemia, hemos tenido tiempo para reflexionar y ojalá
para aprender algo de nosotros mismos. Lo que de verdad debiésemos esperar de
la educación es que nos ayude a conocernos mejor (quien soy y hacia dónde
voy), a relacionarnos con otros, a convertirnos en expertos en aprender y
hacernos cargo de nuestro propio aprendizaje. Es decir, tienes que ponerte
ante el espejo y asumir que tal vez no te guste lo que veas. En determinados
momentos puede que necesites saber de física o de gramática, pero lo que es
seguro es que tendrás que lidiar contigo mismo todos los días de tu
existencia. Debemos poner el énfasis en habilidades transversales y
atemporales: autoconocimiento (inteligencia vocacional), relacionarnos
con otros (inteligencia social), gestionar emociones propias y ajenas (inteligencia
emocional), planificar objetivos (inteligencia
estratégica) y principios éticos y valores (inteligencia espiritual). Si
el futuro depende de
aprender, entonces pertenece a las personas más que a las
máquinas. Nosotros decidimos el “Qué” y dejamos a las máquinas que
resuelvan el “Cómo”. Todos los países establecen un examen de acceso a la universidad para condicionar lo qué pueden estudiar los jóvenes que terminan la educación secundaria. Es hora de eliminar ese requisito caprichoso e inútil. En su lugar, lo que debiésemos solicitar a cada adolescente es que presente un proyecto de lo que quiere ser: un plan en que explique qué quiere hacer, por qué y cómo tiene previsto lograrlo (aunque después lo cambie un millón de veces). El rol de los profesores es acompañarlos en su elaboración. Para eso, el colegio te tiene que ofrecer la posibilidad de conocer todas las posibles opciones a las que podrías dedicar tu vida ¿Qué significa ser músico profesional, fotógrafa, chef o consultor? La buena noticia es que nuestro cerebro nunca deja de cambiar mientras estamos vivos y, por lo tanto, siempre podemos aprender. No nacemos solo una vez (cuando nos alumbran) sino muchas. Necesitamos pasar de ser una página en blanco en la que otros escriben a ser nosotros los autores de nuestro propio relato. Fuente: El autor. Artículo enviado desde Chile y recibido en pluriversidadglobal@gmail.com |
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La revolución de la medicina regenerativa
El uso de células madre permite la reparación detejidos dañadosen el organismo. El retor ahora es crear órganos como el corazón y poder eeparar el cerebro.
Francisco Cañizares
04/08/2021
13 minutos de lectura
En el siglo XX, se produjeron muchos avances en el tratamiento y control
de las enfermedades, pero hubo dos, las vacunas y
los antibióticos,
que supusieron un hito por el impacto que tuvieron en la salud pública y en la
esperanza de vida. En el siglo XXI, ha irrumpido el tercero de ellos, la medicina regenerativa.
Investigadores y clínicos no dudan en calificarla como la tercera
revolución médica, dadas las posibilidades terapéuticas de las células madre, capaces de
diferenciarse y formar cualquier tejido del cuerpo, además de que pueden
dividirse para producir más células madre. De ahí que los científicos estimen que
es una fuente ideal para tratar multitud de dolencias donde se ha producido un
daño celular, desde la diabetes hasta el alzhéimer.
Sigue sonando a ciencia ficción, pero hace tiempo que no lo es. Si Rafa
Nadal rinde ahora en las canchas como cuando tenía veinte años, es
gracias al tratamiento con factores de crecimiento, una modalidad
de la medicina regenerativa a la que ha recurrido en los últimos años para
solucionar sus problemas de rodilla, primero, y los de espalda más tarde.
Decenas de centros en todo el mundo aplican este método, la más extendida de
las terapias regenerativas, al que también han recurrido otros muchos
deportistas, como Xavi Hernández, Victor Valdés, Joseba Beloki o José
Manuel Calderón.
El desgaste que sufre el cuerpo de un deportista de alta competición
acelera la erosión de las articulaciones,
y es en ellas donde los factores de crecimiento han demostrado ser
especialmente eficaces. Se trata de proteínas que se extraen del plasma
sanguíneo y tienen capacidad para regenerar los tejidos dañados –ligamentos,
músculos– porque facilitan la producción de vasos sanguíneos, así como la
proliferación y diferenciación celular. El resultado es la mejora del
movimiento articular y la disminución del dolor, ya que reducen también la
inflamación. La terapia comenzó utilizándose en deportistas, pero su uso ha ido
ampliándose a personas con artrosis, un problema que solo en
España afecta a casi el 30 % de la población, según la Sociedad Española de
Reumatología (SER).
El principio en el que se basa la medicina regenerativa, la
potencialidad del cuerpo para repararse a sí mismo, no es una excepción en la
naturaleza. Cuando una lagartija o un lagarto pierden la cola al escapar del
depredador que los acecha, su vida no corre peligro alguno por la amputación.
Su cuerpo tiene la capacidad de fabricar uno a uno los tejidos del apéndice
perdido, músculos, nervios, vasos sanguíneos, y disponer de una nueva cola en
alrededor de sesenta días. ¿Es arriesgado, iluso, incluso, pensar que el cuerpo
humano puede albergar una habilidad similar? Todo apunta a que no. “Cuando
el corazón resulta
dañado por un infarto, lo que busca la medicina regenerativa es reparar la
parte del órgano afectada, añadiendo, quitando y restaurando el tejido que haya
dejado de funcionar”, explica Josep Samitier, director del Instituto de
Bioingeniería de Cataluña.
En el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, han investigado en los
últimos años con células madre para solucionar un problema: el fallo en la
función del bombeo de sangre que se produce en el corazón tras un infarto o en la
insuficiencia cardiaca. Esta enfermedad, que afecta al 10 % de la población
mayor de setenta años, se caracteriza por un debilitamiento progresivo de este
órgano, de manera que no bombea suficiente sangre para distribuirla por todo el
cuerpo. Cada año, produce alrededor de 20 000 muertes en nuestro país, según la
Sociedad Española de Cardiología (SEC) y no tiene una solución definitiva,
salvo un trasplante. Sin embargo, solo una minoría de los enfermos llegan a
tenerlo por falta de órganos disponibles.
Los ensayos realizados en pacientes, tanto en el centro madrileño como
en el resto del mundo, arrojan buenas y malas noticias, apunta Francisco
Fernández-Avilés, jefe del Servicio de Cardiología del hospital y director de
la investigación: “Todos los estudios han coincidido en dos cosas, lo positivo
es que la administración de células es segura, algo muy importante, y lo
negativo es que la eficacia en el objetivo que se buscaba es muy limitada”.
El revés es un acicate para los científicos, que obliga a revisar los
procesos y constata, una vez más, una ley invariable en ciencia: el
conocimiento se alcanza por ensayo y error. En la investigación con células
madre, se produce una aparente paradoja: las virtudes que encierran pueden
traducirse en una terapia, pero también ocasionar un daño o no tener el efecto
pretendido. Su plasticidad, su facultad para convertirse en cualquier tejido especializado,
podría generar un tipo de célula que no es el que se buscaba. Por otra
parte, si la capacidad para renovarse se descontrolara, podría dar
lugar a la aparición de tumores.
En ese difícil equilibrio, se mueven los científicos.
En el caso del corazón, uno de los objetivos que se persigue es reparar
las alteraciones en las conexiones eléctricas que producen la muerte súbita. El reto está en conseguir
que las células madre se entiendan entre sí para que se contraigan de forma
sincronizada a la hora de producir la actividad eléctrica. Pero eso es algo muy
difícil, como señala Fernández-Avilés: “Si no actúan así, pueden producirse
cortocircuitos que a su vez den lugar a arritmias letales”.
Hasta ahora, se ha comprobado que el uso de células madre en el
corazón es seguro, lo que supone un gran paso. A partir de ahí, ¿qué han
hecho los investigadores de todo el mundo? “Hemos vuelto al laboratorio para
averiguar cómo podemos disponer de células más potentes de las que tenemos
ahora y con qué estructuras de ingeniería tisular hay que emplearlas en algunas
ocasiones para facilitar que puedan organizarse adecuadamente”, nos responde
Fernández-Avilés. En el corazón, hay diferentes tipos de células –musculares,
nerviosas, vasculares–, y se ha visto que un único tipo de células
madre no es suficiente para generarlas todas como se había pensado.
Por otra parte, hay que lograr que se integren en la estructura del
órgano, lo que entraña una dificultad, indica este experto, “porque las nuevas
no tienen la misma capacidad que las originales para colonizar esa estructura y
repoblarla adecuadamente”.
Una solución posible que ya se está ensayando consiste en crear tejidos
en laboratorio con células madre y una matriz para implantarlas en el corazón.
Médicos japoneses de la Universidad de Osaka utilizaron estos parches de tejido
muscular cardiaco a comienzos de 2020 en diez pacientes con cardiopatía
isquémica, una enfermedad ocasionada por la arteriosclerosis de las arterias
coronarias. El estrechamiento que ocasiona en los vasos impide que proporcionen
la sangre que necesita el músculo cardiaco. Los investigadores han utilizado
células iPS, un tipo de células madre con capacidad para convertirse en la
mayoría de tejidos, y trabajan sobre la hipótesis de que consigan reparar las
arterias dañadas.
Se sabe que, a lo largo de la vida, de una persona se renuevan al menos
el 50 % de las células que
tiene al nacer. Hasta hace unos años, se pensaba que la capacidad del cuerpo
para regenerarse estaba limitada a algunos tejidos y que había otros
especialmente complejos, como el cardíaco o el nervioso, que no podían hacerlo.
Pero ese dogma ha caído, lo que ha supuesto un cambio conceptual radical: la
medicina puede intentar ahora reparar el deterioro que se produce en órganos
complejos como el corazón y también reparar el sistema nervioso central o
el cerebro. El año
pasado, el neurocirujano japonés Takayuki Kikuchi, del Hospital Universitario
de Kyoto, implantó células madre reprogramadas a un paciente de unos cincuenta
años con párkinson.
Eran células capaces de sintetizar dopamina, la sustancia cerebral que ayuda a
controlar el movimiento muscular. En la intervención, las colocaron en doce
lugares del cerebro conocidos por ser centros de actividad de la dopamina. Con
anterioridad, los experimentos en monos demostraron que mejoraban los síntomas
motores de la enfermedad. Ahora queda conocer sus efectos a corto, medio y
largo plazo en humanos, una vez que se repita la intervención en el paciente
escogido para implantarle más células madre.
Como vemos, los avances que se esperan de la medicina regenerativa
abarcan enfermedades de gran impacto social, médico y económico, como la diabetes. En
esta patología, se persigue un objetivo ambicioso: crear un páncreas en
miniatura con células madre que permita reemplazar el órgano dañado en los
enfermos y normalizar la producción de insulina, la hormona que
regula los niveles de azúcar en sangre. Una meta más cercana la protagoniza la
empresa estadounidense ViaCyte, que prueba en 75 pacientes con diabetes de tipo
1 un parche con células pancreáticas producidas a partir de líneas celulares
pluripotentes. Ya está validado en ratones y el año que viene se esperan los
resultados de los ensayos en humanos.
Mientras, en el Instituto Salk de La Jolla (EE. UU.), el científico
español Juan Carlos Izpisúa y su equipo dieron en abril un paso trascendental
para alcanzar uno de los grandes retos de la medicina regenerativa: fabricar
órganos y conseguir que todas las personas que lo necesiten tengan acceso a un
trasplante.
Para disponer de un corazón o un hígado listo
para trasplantar, se exploran dos vías. La primera consiste en quitarle las
células al órgano procedente de un cadáver o de un donante que no haya podido
ser implantado y fabricar uno nuevo, a partir de la matriz que queda, con las
células del receptor. Se evitaría así el rechazo inmunológico. La otra
alternativa, la explorada por el equipo de Izpisúa, “consiste en hacer crecer
el órgano compatible con el del receptor en quimeras –una especie híbrida entre
humanos y macacos–, en las que también se previene el rechazo”, explica
Fernández-Avilés.
Numerosos grupos de investigación han conseguido descelularizar órganos
procedentes de animales hasta dejarlos en una retícula básica. La dificultad
está en culminar con éxito el proceso contrario, lograr que las células den
lugar a cada uno de los tejidos que forman ese órgano. Lo más complejo
es vascularizar los tejidos. Como afirma Samitier, “hay que conseguir que
estén irrigados, que dispongan de los vasos sanguíneos, para poder alimentarse
y recibir el oxígeno”. En órganos complejos, con muchos tipos de células, este
es un requisito imprescindible, pero la tercera revolución médica ha empezado
por objetivos más asequibles.
“Ya regeneramos hueso, estamos trabajando con cartílago y tendones y, en
el caso de los vasos sanguíneos, se ha conseguido en modelos animales generar
estructuras que sirven para empalmar dos vasos cuando alguno está dañado”, puntualiza.
Una de las utilidades más desconocidas de la medicina regenerativa es el
papel clave que ha jugado en la covid-19.
Gracias a los llamados órganos en un chip, se ha conseguido conocer
a una velocidad récord el efecto y las potenciales secuelas de algunos
medicamentos. Se trata de pequeños biorreactores fabricados en plástico, con
cavidades y canales que permiten conducir líquidos de forma controlada. En esos
habitáculos, se introduce el material biológico que imita un pequeño órgano con
la mismas características que puede tener un riñón o un hígado, o con las de
varios órganos al mismo tiempo, como si se confeccionara un puzle. Samitier
explica que, en la covid-19, estos organoides han resultado especialmente
útiles “porque la infección afectaba a varios órganos y este sistema permitía
conocer simultáneamente la eficacia o la toxicidad que podían tener en todos
ellos los distintos fármacos”. Además, si estos organoides incluyen células de
un paciente concreto, “sirven para personalizar el tratamiento, algo que ya se
está empezando a aplicar en oncología”.
En la misma línea, el desarrollo de las terapias regenerativas va de la
mano de la aparición de nuevos materiales biocompatibles y del
desarrollo de las impresoras 3D que han revolucionado la fabricación
industrial y la medicina.
Por ejemplo, el equipo internacional dirigido por Javier Llorca, en el
Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Materiales (IMDEA), ha
desarrollado un andamio metálico en 3D biodegradable para la
regeneración de huesos. Estas estructuras se utilizan tras
una rotura grave o por haber tenido que eliminar un fragmento óseo por un
tumor. Hasta ahora, se fabricaban en acero inoxidable o titanio, pero
permanecían de por vida en el paciente. Sin embargo, el equipo de Llorca ha
logrado crear este andamio en magnesio, un metal biodegradable que el organismo
metaboliza poco a poco una vez que el tejido óseo se ha regenerado.
Una de las características de las estructuras que se insertan en el
tejido óseo es que deben ser porosas, para que puedan producirse la
vascularización y el crecimiento celular. La diseñada por los investigadores
del IMDEA reúne estas propiedades y, de paso, la velocidad a la que se degrada
el andamio se ajusta al tiempo que necesita el hueso para regenerarse. Este es
un ejemplo de la colaboración interdisciplinar que se abre paso en la ciencia
en general y en la medicina en particular. Los especialistas señalan que un
factor clave en el futuro de las terapias regenerativas es la colaboración
entre expertos de numerosas especialidades: investigadores, ingenieros,
clínicos, especialistas en materiales… Por ejemplo, “en los hospitales,
se habla ya de tener al lado del quirófano salas con bioimpresoras para poder
preparar el material que tengan que implantar después en un paciente”,
señala Samitier.
Desde que, en 1981, Matthew Kaufman y Martin Evans cultivaron células madre
en su laboratorio de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), los
investigadores sueñan con sus potenciales usos terapéuticos. Sin embargo, hacer
realidad ese sueño requiere tiempo. Las primeras aplicaciones prácticas, las
más sencillas, tardaron más de dos décadas. Las más complejas, como la
fabricación de un corazón o un riñón, no llegarán antes de treinta o cuarenta
años, según los más optimistas. Hay que tener en cuenta que los riesgos a
evitar son tan importantes como los beneficios que se persiguen.
Fernández-Avilés tiene claro que “no hay que generar falsas expectativas”. En
una sociedad donde prima lo instantáneo, el tiempo se mide en minutos o días.
Sin embargo, la medicina y la investigación necesitan décadas para poder
ofrecer resultados óptimos.
Fuente: muyinteresante.es/ciencia/articulo/…
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Del palacio de Pizarro y otros palacios
Julio Londoño Paredes (*)
Nunca en la época contemporánea el cambio de un gobierno en el Perú ha generado tanta polémica, dentro y fuera del país, como el de la llegada al poder de Salvador Castillo. Se debe no sólo a las características del nuevo mandatario, sino a sus pronunciamientos y a la designación de sus principales colaboradores.
El presidente Duque con buen juicio, asistió a la transmisión del mando, conjuntamente con los jefes de estado de los demás países limítrofes. Se dice que hubo desaires de Castillo. Si así fue, sería una visión miope del nuevo presidente peruano.
Parte de las críticas a Castillo radican en que algunos de sus más cercanos asesores han sido miembros o simpatizantes de Sendero Luminoso, el grupo armado que con acciones terroristas puso en jaque al Perú. Varios tienen o han tenido procesos penales de diferente índole.
No tenemos que escandalizarnos mucho ya que, en Colombia, personajes que fueron miembros activos de diferentes grupos armados se designaron como ministros, diplomáticos y altos funcionarios en diversas administraciones. Sin mencionar que el presidente Santos, acordó asignar a miembros de las FARC, acusados de todo tipo de delitos, varias curules en el congreso.
Castillo resolvió no ocupar la legendaria residencia presidencial, que se denomina Palacio de Pizarro, para tratar de mostrar austeridad y un nacionalismo basado en reivindicar el valor de los pueblos indígenas de la sierra que se han sentido marginados por siglos. Hace algunos años, el solo hecho de hablar quechua hacía a la persona sospechosa de ser subversivo. Castillo pues, está en lo suyo.
Censuras se le han hecho por no residir en el Palacio de Pizarro. Sin embargo, se olvida que el más connotado jefe del glorioso imperio Inca, Atahualpa, fue traicionado miserablemente por Pizarro, cuando este aceptó liberarlo, si le entregaba una habitación llena de oro y dos colmadas de plata.
Cuatro meses duró el proceso de conseguir el oro y la plata en todo el imperio. Sin embargo, después de la entrega, Pizarro asesinó a Atahualpa el 26 de Julio de 1533 en la plaza mayor de Cajamarca, imponiéndole la pena del garrote.
Fue una “gracia especial” del conquistador español porque Atahualpa estaba condenado a ser quemado en la hoguera, pero poco antes de morir aceptó “convertirse” al cristianismo y bautizado con el nombre de “Francisco”.
Pero además residir en los palacios presidenciales debe ser sumamente aburrido. El presidente Duque, cuando fue elegido, dijo que iba seguir viviendo en su casa. No sé si cambió de opinión.
Varios presidentes de Colombia detestaron vivir en la casa privada, que se encontraba antes en el Palacio de San Carlos, y que era de los lugares más fríos de Bogotá, al que no le entraba un rayo de sol.
El presidente Turbay en la última parte de su administración, resolvió que al llamado Palacio de la Carrera, que hacía muchos años se estaba refaccionando y donde funcionaba la cancillería, regresara la presidencia y el ministerio pasara nuevamente al histórico palacio de San Carlos, del que había salido.
Castillo trata de imitar a Fidel Castro, a Hugo Chávez, a Evo Morales y a Rafael Correa. El problema es que carece del liderazgo y de la inteligencia de Castro, de la sagacidad de Chávez, de la visión de Morales y del pragmatismo de Correa. Está acogiendo sus enormes errores, su autoritarismo y sus actitudes populistas.
Una especie de “Coctel Molotov”. Menos mal que el Perú está consagrado al Señor de los Milagros.
(*) Excanciller y exembajador de Colombia. Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario.
Fuentes: El autor y https://www.semana.com/opinion
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Ilustración: "Antigua plegaria Hebrea..." en youtube.com - bajada para PGV
𝗗𝗶𝗰𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗮𝗻𝘁𝗶𝗴𝘂𝗮 𝗽𝗹𝗲𝗴𝗮𝗿𝗶𝗮 𝗵𝗲𝗯𝗿𝗲𝗮
“Que tus despertares te despierten. Y que al despertarte, el día que comienza te entusiasme. Y que jamas se transformen en rutinarios los rayos del sol que se filtran por tu ventana en cada nuevo amanecer.
Y que tengas la lucidez de concentrarte y de rescatar lo más positivo de cada persona que se cruza en tu camino.
Y que no te olvides de saborear la comida, detenidamente, aunque solo sea pan y agua.
Y de encontrar algún momento en el día, aunque sea corto y breve, para elevar tu mirada hacia lo alto y agradecer por el milagro de la salud, ese misterio y fantástico equilibrio interno. Y que logres expresar el amor que sientes por tus seres queridos.
Y que tus abrazos, abracen. Y que tus besos, besen.
Y que los atardeceres no dejen de sorprenderte, y que nunca dejes de maravillarte.
Y que llegues cansada/o y satisfecho/a al anochecer por la tarea realizada durante el día. Y que tu sueño sea calmo, reparador y sin sobresaltos.
Y que no confundas tu trabajo con la vida, ni tampoco el valor de las cosas con su precio. Y que no te creas más que nadie porque solo los ignorantes desconocen que no somos más que polvo y ceniza.
Y que no te olvides, ni por un instante que cada segundo de la vida es un regalo, un obsequio, y que si fuéramos realmente valientes, bailaríamos y cantaríamos de alegria al tomar conciencia de ello.
Como un pequeñísimo homenaje al misterio de la vida que nos abraza y nos bendice“.
PD: este texto fue recomedado a PGV por el Docente universitario Uriel Alfredo Arias
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VÍDEOS
1. "Himno a la Alegría" - Abrir: https://youtu.be/lKPWZi25DA0 Este vídeo fue recomedado a PGV por la Contadora Pública Stella Castellanos Bohórquez
"El Siglo XXI será de espiritualidad o no será" ALBERT EINSTEIN
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