PGV - edición de sábado 17, julio, 2021- "LAS ESCUELAS NO PUEDEN FUNCIONAR COMO BURBUJAS" y otros temas para Ud. - PGV
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LEA HOY EN PGV
-Haití: un país no viable
- "Las escuelas no pueden funcionar como burbujas"
- Sin palabras, excelente!!!!
- Pfizer pedirá autorización para refuerzo de la vacuna contra el COVID-19
- Política y politiquería
- Turismo responsable a cuatro ruedas
- VIDEO del escritor Eduardo Lozano Torres
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Haití: es un país no viable
Julio Londoño Paredes (*)
El atroz y aberrante asesinato del presidente haitiano en el que lamentablemente se han visto involucrados algunos militares retirados colombianos y que parece una conjura cortesana de la Edad Media, ha hecho volver otra vez los ojos de la comunidad internacional hacia el país más desafortunado del mundo: Haití.
No solamente es uno de los más pobres, sino que ha sido por décadas escenario de corrupción galopante, inseguridad, intriga, inestabilidad política y represión. Allí, desde los presidentes hasta los obispos y desde los generales hasta los políticos, han tratado “de raspar la olla”.
Haití es un país sin justicia, sin salud, con uno de los más altos índices de SIDA en el mundo, sin agua, con una desforestación aterradora, sin instituciones y con dirigentes que, desde los tiempos de François Duvalier con los tenebrosos escuadrones de la muerte denominados “Tonts Macoutes”, hasta el momento actual, han contado siempre con matones para imponer su voluntad.
Para alivio de males, han caído sobre Haití tremendos huracanes y terremotos. Incluso los cascos azules de Naciones Unidas que fueron enviados para tratar supuestamente de restablecer el orden en medio de la anarquía, durante su estadía violaron a más de 2000 mujeres y niñas.
En esas condiciones resulta difícil creer las versiones del jefe de la policía y de otros funcionarios haitianos sobre el magnicidio. En Haití la justicia colapsó hace mucho tiempo y la regla general ha sido la violación reiterada de los derechos humanos.
Qué lástima que un país con una historia apasionante, con música preciosa, con una extraordinaria vocación colectiva para la pintura, colmado de tradiciones y además limítrofe con Colombia, esté en estas condiciones.
Fue la primera nación latinoamericana en independizarse el 1 de enero de 1804 después de una extraordinaria lucha dirigida por Toussaint L’Ouverture contra un régimen esclavista. En Puerto Príncipe nació Alexander Petion que, en 1815, venció a los ejércitos de Inglaterra, España y Francia e impulsó a Bolívar, que se encontraba en Jamaica, para proseguir en la lucha por la independencia de las naciones suramericanas.
Compartiendo la isla de Quisqueya, República Dominicana, que durante 22 años estuvo ocupada por Haití, constituye actualmente un contraste tremendo que hace más angustiosa y evidente la situación haitiana. El dolor de cabeza de los dominicanos ha sido, es y seguirá siendo la migración haitiana. Pero también es la preocupación de Estados Unidos y de Canadá. Todos los haitianos sin excepción quieren irse: a muchos hemos visto pasar por el Tapón del Darién. Las ayudas internacionales muy poco han servido.
¿Qué hacer ante semejante caos? Nadie tiene una solución. Haití es un país no viable.
Fuentes:El autor y https://www.semana.com/opinion
(*) Excanciller y exenbajador de Colombia. Analista y escritor sobre temas de gobernanza y geopolítica. Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario
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Marina Garcés: «Las escuelas no pueden funcionar como burbujas»
por Sandra Vicente
18/06/2021
- La filósofa Marina Garcés
reflexiona sobre el papel de la educación en este nuevo mundo, que se ha
visto captado por la virtualidad y un peligroso sesgo hacia la
individualidad que robará oportunidades a la juventud y aislará aún más
las personas vulnerabilizadas
Marina Garcés, filósofa y escritora,
reflexiona sobre la educación y el acceso a unas oportunidades igualitarias
después y durante una pandemia mundial que ha puesto de relieve unas
desigualdades que hacía demasiados años escondíamos bajo la alfombra. Asegura
que la Covid nos ha puesto ante un espejo «perverso e inverso de lo que somos
como sociedad». El mundo que se nos abre paso, irremediablemente, por las
pantallas, aunque la filósofa alerta que las nuevas tecnologías no deberían ser
vistas como un parche, sino como una oportunidad. Pero advierte de que «no nos
sirve cualquier tecnología, ni cualquier empresa. Debemos ser conscientes de
los usos y los abusos».
Garcés abordó estos temas en la
jornada Avancem. Respostes locals en educació, esports i joventut, organizada
por la Diputación de Barcelona el pasado lunes 7 de junio.
¿Cómo crees que ha afectado la
pandemia en nuestra educación y qué consecuencias tendrá la virtualidad en este
nuevo mundo?
Por un lado, la pandemia nos ha
mostrado muchas realidades del sistema educativo que no queríamos ver,
relativas a la desigualdad de recursos y a lo que pasa fuera de las escuelas:
hemos descubierto las casas, las vidas y las posibilidades de cada uno. Todo
esto son cosas que no forman parte de la vida escolar y que hemos visto que son
importantes para el aprendizaje. La otra gran aparición que ha venido con la
pandemia ha sido el debate en torno a la virtualidad y sobre cuánto Internet es
necesario para un aprendizaje de calidad. Aquí encontramos un abanico de
respuestas que van desde aquellos que ven en las tecnologías la salvación a
todos los problemas educativos de nuestros tiempos, hasta los que las ven como
una sustitución peligrosa de otros ámbitos de experiencia. Para mí esto es
reducir el debate, porque la pregunta no es ‘tecnologías sí o no’, sino que nos
tenemos que preguntar cómo las incorporamos, con qué criterios de cualidad
democrática y con qué finalidades.
La virtualidad nos ha reducido a una
esfera individual. Si enfocamos la educación desde una mirada holística,
¿cómo crees que la individualidad afecta al pensamiento crítico, a la
socialización y a todos aquellos aspectos que determinan los aprendizajes?
No deberíamos relacionar virtualidad
con individualidad en la experiencia de aprendizaje. No debería ser
así. Las tecnologías pueden ser herramientas de relación entre iguales muy
potentes. Ahora, no nos sirve cualquier plataforma, empresa o
herramienta. Y seguramente no nos sirve tampoco el uso que le estamos dando
en estos momentos. Las tecnologías no son acríticas; somos
nosotros los que nos volvemos y nos relacionamos con ellas como si fueran las
únicas posibles, como si las empresas que nos las proveen fueran las únicas y
la manera de usarla, con los datos tremendamente expuestos, fuera la única
realidad posible en el mundo digital. Tiene que haber una respuesta clara por
otro tipo de tecnologías: que sean de código abierto y protegidas en el uso y
propiedad de los datos. Y, a partir de aquí, podemos plantearnos herramientas
que garanticen experiencias colaborativas y entre iguales en las redes.
Si el aula se convierte en una
réplica de las redes sociales y en un espacio donde sus valores se hagan
legítimos, tenemos un grave problema
Da la sensación de que, a veces,
vemos las nuevas tecnologías como un parche, cuando realmente hace años que son
una parte importante de nuestras vidas. Parece que las estamos adoptando
de manera reactiva. ¿Crees que estamos perdiendo oportunidades de descubrir
nuevas herramientas y aprender sobre nuevas maneras de ver el mundo?
Debemos profundizar en la propiedad
de estas plataformas digitales: quién se beneficia, quién las construye, con
qué valores y qué mirada del mundo nos transmiten. Las redes sociales, por
ejemplo, lo dominan todo y están basadas en la valorización de la persona como
marca: nos valoran por nuestra presencia, apariencia y actividad
constante. Todo esto da un sentido muy concreto a lo que hacemos y lo hace
siguiendo la estela del capitalismo digital. Y no participamos sólo como
clientes, sino como sujetos de una manera de estar en el mundo. Y los
niños y niñas aprenden muy temprano que si no eres visible, no eres nadie; si
no recibes una constante aprobación de esta inmensidad indefinida que son los
seguidores, no eres nadie y no eres válido.
Construir un entorno de aprendizaje
es exactamente lo contrario a esto; debemos apostar por la pedagogía de la
circunstancia. Es decir, no incitar a las actitudes valorizables, sino
crear circunstancias que propicien un aprendizaje valioso, más significativo,
interesante y relevante. Las tecnologías no son sólo una herramienta, sino
un contexto de vida, que nos llevan a una determinada manera de estar en el
mundo. Si el aula se convierte en una réplica de las redes sociales y en
un espacio donde sus valores se hagan legítimos, tenemos un grave problema.
Este uso y abuso de Internet ha
eliminado la frontera entre el mundo adulto y el infantil. Desde que los
niños y niñas tienen el mismo acceso a la red que los adultos, los exponemos a
un mundo muy polarizado, lleno de fake news… ¿Cómo
podemos prevenir de estos peligros y educar en un mundo nuevo, de la mano de
unas herramientas que los adultos aún no dominamos?
Tirando del hilo que comentábamos
antes. El problema es que estos entornos tienen su propia lógica y su
propio valor. Y rompen con los contextos de experiencias
compartidas. Son como la tele: no es lo mismo dejar un niño solo ante la
tele toda la tarde, como ocurría en muchos hogares, que mirar una peli o las
noticias juntos. No para vigilar, sino para compartir lo que
miramos. Con las tecnologías pasa lo mismo, el problema es que nos llegan
a través de gadgets cada vez más íntimos: esta pantalla pequeña que podemos
llevar en el bolsillo vehicula todos nuestros mundos, porque llevamos las
fotos, la música, todo lo que queremos y es donde esperamos aquella persona que
nos debe llamar. Todo ello está, en esta cosita que es como una caja del
tesoro, donde guardas todos tus secretos. Esto tiene mucho poder y valor y
por eso nos seduce a todos, niños y adultos.
Pienso que no debemos responder con
control, vigilancia ni con miedo, que nunca educa. Una cosa es conocer los
peligros reales de la vida y otra es vivir con miedo. Debemos conocer los
riesgos para sabernos mover y eso pasa por crear estos contextos de
experiencias compartidas; debemos apostar por usos de las tecnologías que
nos conecten con personas que nos puedan advertir de los efectos adversos que
puede generar la red en nosotros. Pero si nos aislamos dentro de las
pantallas, es difícil.
Es un momento muy trágico para los
jóvenes, porque estamos en una sociedad que no quiere o no tiene nada que
ofrecerles y por eso conjura el miedo, para neutralizarlos
En esta pandemia hemos visto aún más
como se ha infantilizado los niños. Esto ha derivado en un aumento de la
criminalización de los jóvenes: si están en las redes, porque abusan; si
están en la calle, porque tienen actitudes irresponsables en pandemia. Los
jóvenes parece que hagan lo que hagan, lo hacen mal. ¿Cómo lo podemos resolver,
con ellos y ellas?
Es un momento muy trágico en lo que
respecta a los jóvenes, porque estamos en una sociedad que no quiere o no tiene
nada que ofrecerles y por eso conjura el miedo, para neutralizarlos. Esto
se puede hacer de dos maneras: criminalizándolo o victimizándolos. Últimamente
oímos mucho el discurso que se compadece de los jóvenes por no tener futuro, o
porque sufren consecuencias desde el punto de vista de la salud mental y,
entonces, los tratamos como enfermos, no como una parte valiosa de la sociedad
que necesita ayuda. Y cuando los jóvenes sólo pueden ser o enfermos o
criminales es porque no esperamos nada y les rompemos, no sólo el futuro, sino
el presente. Les estamos diciendo a la cara que no pintan nada. Basta con ver
que estamos en un país con un 45% de paro…
Debemos pensar, no tanto en qué
futuro les dejamos, sino en qué presente les estamos construyendo, qué
proyectos de deseo, de trabajo, de acción política, de creatividad… Y por eso
deberíamos hablar de números, de leyes de vivienda y laborales, de quien se
beneficia de esta sociedad que es siempre y aún esta gerontocracia eterna que
sigue captando el poder. Pero esto generaría respuestas que son las que no se
quieren dejar salir. Los jóvenes sufren esta mezcla de miedo y desprecio
que les tiene atrapados.
La juventud es aquel nuevo actor que
nos llevará a un mundo futuro que desconocemos: es el tránsito hacia un nuevo
tiempo y, hoy más que nunca, los cambios nos dan miedo. Por eso no les
queremos dejar crecer
Esta mezcla también agrava las
reacciones que tienen. Por ejemplo, los macroencuentros de estos días,
pero deben ponerse en contexto, porque posiblemente no tienen otra salida que
expresarse de manera contestataria.
Este malestar, en lugar de expresarse
de manera patológica, se podría expresar de forma activa, con protestas,
luchas, creatividades y modos de vida que aquellos que siempre nos dicen cómo
se debe vivir no entenderían. Esta incomprensión entre un mundo y otro
siempre está en los cambios generacionales, pero hoy, en un momento en que el
miedo domina el conjunto de las emociones sociales, aún se enfatiza más. Hoy
todo el mundo protege algo que reconoce como propio, nos replegamos para vivir
a la defensiva. Y la juventud es la representación de aquel nuevo actor que nos
llevará a un mundo futuro que desconocemos: es el tránsito hacia un nuevo
tiempo y, hoy más que nunca, los cambios nos dan miedo. Por eso no los
queremos dejar crecer.
Pero las precariedades que roban el futuro a la juventud son las mismas que las que nos lo roban a las personas adultas…
Es una mirada muy engañosa. Decimos
que los jóvenes no pueden acceder a una casa. Pero, ¿qué pasa con toda la gente
de mi edad que es desahuciada? ¿Qué pasaría si una persona mayor, que son el
colectivo más vulnerabilizado de nuestra sociedad, tuviera que pagar un
alquiler hoy? Nos estamos engañando a través de un espejo perverso e inverso de
lo que somos como sociedad. ¿Los jóvenes no pueden? No, no podemos ninguno de
nosotros. Este miedo es un miedo compartido a la precariedad, que sabemos que
nos atraviesa a todos y que otra crisis descoyuntaría toda nuestra vida.
¿Por qué crees que hablamos de los
jóvenes precarios en tercera persona? ¿Por qué externalizamos la precariedad?
Cuando hay desazón, inventamos
monstruos y víctimas. Crear personajes que sufren los miedos que en realidad
tenemos nosotros es una manera de desalojarlas de dentro de nosotros. Lo
que buscamos ahora es sentirnos a salvo y más salvados que el de al
lado. Siempre hay un ellos que me salva a mí de pensar
que estoy mal o que vivo en una sociedad en la que las cosas no están bien
porque es injusta y destruye constantemente la vida personal y social de todos
nosotros.
Estas injusticias son generalizadas y
globales. Hacemos hincapié en los entes locales, en la cooperación a menor
escala. A menudo, pedimos grandes políticas cuando, tal vez, la solución
comienza más cerca de casa.
No debemos confrontar la gran
administración a los entes más pequeños y locales, sino invertir la prioridad. El
mundo local es red, no la última de las administraciones, que es como siempre
lo vemos: la hermana pobre de las administraciones, la última en la
lista. Siempre vamos desde el Estado hasta el último distrito de barrio,
que debe recoger las migas de la gran cadena. Pero, en lugar de ello, es
la primera línea de acción social y de la vida en común, un entramado de muchos
tipos de organización y de formas de vida. Es en los barrios y en las
ciudades donde pasan las cosas, en el sentido más grande del término: son el
escenario de la vida colectiva.
¿Por qué compensamos las
desigualdades y las carencias de la escuela alargando la jornada de los niños?
¿Por qué damos tantas vueltas, en lugar de abordar el problema de raíz y
apostar por el sistema educativo que queremos?
También ocurre en educación: son los
centros, las AFA o la educación en el tiempo libre las que pueden salvar los
jóvenes de este no futuro.
Sí, pero cuidado. La escuela,
que es el espacio principal de la educación no es un espacio de salvación,
sobre todo si la dejamos sola. Es un espacio donde podemos plantearnos
cuáles son los problemas que tenemos y cómo abordarlos; más que un espacio
de reparación es un espacio de transformación. Y lo es si entendemos que
cada currículo, contenido y conocimiento que compartimos, cada práctica que
desarrollamos, nos está comprometiendo con la sociedad y con nosotros
mismos. La escuela es un taller constante de vida, donde ensayamos
alternativas posibles con aquellos con los que nos toca convivir, no con quien
elegimos. Esto es muy valioso, porque la escuela es el espacio más
radicalmente democrático que tenemos y no puede funcionar como una
burbuja; una escuela es la antítesis de una burbuja y la tenemos que
seguir defendiendo así porque ya tenemos demasiadas, de burbujas.
Dices que la escuela no puede ser una
burbuja pero, durante la pandemia, se ha convertido. Los niños más
vulnerabilizados se han quedado sin educación en el ocio, se han segregado
dentro escuelas ya muy segregadas de por sí, debido a los grupos burbuja. ¿Cómo
se puede superar esto?
Aquí sí que se necesita una respuesta
política clara y contundente. Los problemas de la desigualdad social están
en todas partes del mundo, pero en este país arrastramos muchos conflictos,
dados por la dualidad del sistema educativo entre la vía concertada y la
pública, además de todas las escuelas privadas. Este sistema no se
cuestiona tanto como debería y genera una segregación del sistema público que
tiene que ver con una distribución muy desigual en el territorio y en los
barrios. Falta mucha política seria que apueste, no sólo por una escuela
de titularidad pública, sino que tenga espíritu y función 100% pública. Pero ya
vemos, gobierno a gobierno y ley a ley, que es un aspecto que no se quiere
tocar, ni en Catalunya ni en España. Y, mientras tanto, lo vamos intentando
arreglar de mil maneras: conectando los barrios y las escuelas con el ocio
y los ecosistemas sociales, aumentando la educación en el tiempo libre para
compensar. ¿Pero lo compensamos alargando la jornada activa de los niños y
jóvenes todavía más horas por qué lo que no hace la escuela debemos hacerlo
fuera? ¿Por qué damos tantas vueltas, en lugar de abordar el problema de raíz,
que en este caso es sistémico, y apostar por el sistema escolar que queremos?
Fuente: eldiariodelaeducacion.com/2021/06/18/...
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Pfizer pedirá
autorización para la vacuna de refuerzo contra la COVID-19
Por el momento, la OMS y la EMA no ven necesaria la tercera dosis de Pfizer contra el coronavirus. En Israel comenzarán a ponerla en personas de riesgo.
El 8 de julio Pfizer anunció que desarrollará una tercera dosis de su vacuna para proteger a las personas de las nuevas variantes de la COVID-19, principalmente de la variante delta, que avanza rápidamente por Europa y amenaza con convertirse en la cepa dominante en cuestión de un mes.
La farmacéutica dijo que enviará datos sobre su vacuna de refuerzo a la Administración
de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) y a otros reguladores
incluidos los europeos con la esperanza de obtener la autorización de uso de
emergencia en agosto. Tras el anuncio, la FDA y los CDC (Centros para el
Control y la Prevención de Enfermedades) emitieron una declaración conjunta en la que dijeron que todavía no se necesitan refuerzos. “Los estadounidenses que han sido
completamente vacunados no necesitan una vacuna de refuerzo en este momento”,
afirmaban en la declaración conjunta.
Lo que se sabe hasta ahora es que la variante delta es más
contagiosa, así como algo más complicada de neutralizar. Según los estudios
realizados por la propia Pfizer, a los seis meses de haber recibido la
segunda dosis de la vacuna, los anticuerpos empiezan
a bajar y, por tanto, la inmunidad. Sin embargo, no existe suficiente
evidencia científica al respecto.
La OMS (Organización Mundial de la Salud), por su parte, pide calma y
afirma que aún no está claro que las vacunas de refuerzo contra la COVID-19
sean útiles para mantener la protección frente al virus. El organismo prefiere
priorizar la vacunación a nivel mundial.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) considera que "no hay
suficientes datos de las campañas de vacunación y los estudios en curso para
entender cuánto tiempo durará" la protección de las vacunas contra el
coronavirus. Para la institución es “demasiado pronto” hablar de la necesidad
de una dosis de refuerzo.
El país que ha ido a la cabeza en materia de vacunación contra la
COVID-19, Israel, sí que pondrá la tercera dosis de Pfizer. Lo hará primero en
personas que tengan un sistema inmunitario debilitado y está estudiando
continuar con un grupo más amplio de la población. Según el Ministerio de
Sanidad de este país, existe una correlación entre las personas
contagiadas con la variante delta y las que fueron vacunadas primero, en
torno a enero. Esto indica un descenso de la efectividad del pinchazo a partir
de los seis meses. También se hace hincapié en que los primeros en recibir la
vacuna fueron los mayores, personas cuyo sistema inmune es más débil. Israel
reconoce que la muestra de vacunados que se han contagiado de coronavirus es
limitada.
A pesar de los contagios que se han producido en Israel, los datos
apuntan a que la vacuna de Pfizer ha evitado cuadros graves de la
enfermedad.
Fuente: muyinteresante.es
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Política y politiquería
Y, qué es un político? Dentro de la confusión reinante cualquiera diría, leyendo cierta prensa y escuchando algunos medios de comunicación, que un político es un avivato que consigue un cargo público para lucrar y darles oportunidad a sus amigos o clientes para incrustarse en la administración pública. Todo aquel que no tiene acceso a cargos de elección por falta de respaldo popular o por carencia de tesis políticas, no vacila en descalificar con infundios de este género a quienes practican la política. En la llamada generación de los nuevos la palabra manzanillo , que se ha visto sustituida por clientelista , se definía como se debe llamar a aquel que ocupa el puesto al cual uno aspiraba. Surge entonces el nuevo partido, el de los antipolíticos, que no es sino otra forma de buscar electores, acogiéndose al descrédito de los políticos dentro del concepto peyorativo a que he hecho alusión.
Me atrevo, entonces, a defender la política contra la versión que la presenta como un estigma y no me tiembla el pulso para invocar la necesidad de que exista una política y que haya un liderazgo para que se practique la democracia. Necio sería ignorar que es indispensable el concurso de la opinión pública para poner en vigencia cualquier solución en beneficio de la comunidad. El tecnócrata, el economista, dentro de su urna de cristal, puede hacer gala de una inmensa erudición o de una gran sabiduría, pero así como no se puede aprender a hacer dinero por libro, no se puede dirigir al Estado que nos rige con prescindencia del contacto con la opinión pública y la sola ayuda de los conocimientos. El hecho de que miembros de la clase política abusen de algunas posiciones no justifica en modo alguno que mientras se mantenga el sistema democrático, se condene el ejercicio de la política como una limitante, cuando es, por excelencia, una de las más nobles actividades del hombre.
Los temas del debate público se actualizan y se desactualizan al mismo ritmo que brilla o se eclipsa la estrella de quienes los abanderan. Cuanto viene sucediendo en Colombia, de un tiempo a esta parte, es, precisamente, la sustitución de unos temas del debate político por otros que, todavía, no han conseguido configurar propiamente un partido.
Sobre el tapete de la discusión están la apertura económica y la reforma de la Constitución de 1991. Quienes protagonizaron la lucha entre liberales y conservadores cuando tenían actualidad la cuestión religiosa, la reforma agraria o el manejo de las divisas entre otros issues en el escenario público, poco tienen que ver con la nueva controversia entre quienes son partidarios de la privatización, de la desregulación y de lo que llama la ministra de Agricultura dejar de proteger a la ineficiencia, cuando de regresar a los subsidios y apelar a la protección arancelaria se trata. De igual manera, una vez que la Constitución de 1886 con sus reformas, fruto de un consenso centenario, se echó como un cleenex al canasto de los papeles viejos, y se vio sustituida de la noche a la mañana por unas instituciones elaboradas en medio año por una Asamblea Constituyente sin una teoría orgánica del Estado, es evidente que se requiere imaginación política para un reajuste significativo de los trabajos de 1991.
Lo que no es política ni es nada es centrar la defensa de la Carta en temas tan secundarios como la reciente batalla que se libró, dizque a nombre de la moral, contra la posibilidad de que los congresistas puedan ser ministros o embajadores. Nadie ignora que la corruptela entre el Ejecutivo y el Congreso subsiste con la designación para tales cargos de parientes y recomendados de los mismos senadores y representantes. Es mejor que estos favores se hagan de frente, en cabeza de los beneficiarios, que recurrir a los designados por los mismos congresistas.
Y pensar que en países como Inglaterra se requiere para ser ministro contar con una curul en el Parlamento! Exactamente lo contrario de lo nuestro, en donde no es una condición sino un impedimento tener el respaldo político que representa haberse ganado una curul.
Del mismo modo, el reparo a la Constitución de 1991 no puede quedar reducido al absurdo y contradictorio invento de la circunscripción nacional para los senadores. Cómo es posible conciliar la descentralización como principio rector, con la desaparición de las circunscripciones regionales? Recuérdese que en la época del Federalismo se llamaba Senado de Plenipotenciarios al Senado de la República porque estos llevaban la vocería de sus respectivas regiones y no provenían de un mandato nacional, como el actual, que priva de representación a los departamentos pequeños. El conflicto en el seno del Organo Jurisdiccional y la desvertebración del gasto son los temas verdaderamente importantes que demandan una nueva política.
Al lema convencional del general Reyes, importado del México de don Porfirio Díaz, Menos política y más administración , es necesario pensar, a veces, en más política en grande y menos mandos medios inventando papeleos.
El día en que se defina claramente quiénes promueven como un dogma la apertura, tal como se practicó durante la administración Gaviria y, por otra parte, piensen que la Constitución de 1991 es inmodificable, se habrá demarcado un lindero y harán su aparición líderes entre quienes opinan que la apertura debe ser selectiva y que las reformas de 1991 entorpecen, en ciertos aspectos, la administración de Justicia y el manejo de la economía.
Fuente; eltiempo.com/archivo/documentos/MAM-375547
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Turismo responsable a cuatro ruedas

Turismo responsable a cuatro ruedas
- Antes de realizar un trayecto largo en coche, es fundamental asegurarse de que está en buenas condiciones
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VIDEO de Eduardo Lozano Torres abrir: https://beacons.page/
Si queremos un mundo de convivencia civilizada hay que poner la inteligencia individual y social al servicio del respeto justo y mutuo (parodiando a Antoine de Saint - Exupéry)
"El Siglo XXI será de espiritualidad o no será" EINSTEIN
PGV - GRACIAS POR LEER Y COMPARTIR generosamente PGV !!
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