PGV - edición del sábado, mayo 8 de 2021- "LA ERA DE LA HIPOCRESÍA" - y otros temas de interés global
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"NO MENTIR, NO ROBAR, NO MATAR"- Del Código Sagrado de Comportamiento CHIBCHA - ¿puede existir una Constitución social. política y económica más completa?
Ilustración gráfica: "Espiritualidad y acción social" en atb.kv.edu - bajada para PGV
En PGV, lea hoy:
-"El malo de la película"
- El odio, el miedo y otros demonios
- La era de la hipocresía
-En Paz - el poema más hermoso de Amado Nervo
- El ritual escolar: Mitología
- Efemérides: ¿qué pasó un 8 de mayo?
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En nuestra querida patria, el tremendo error político de haber presentado en el difícil momento actual una compleja y discutible reforma tributaria, no consensuada previamente y de la que el país se enteró por las filtraciones que se hicieron a algunos medios de comunicación, abrió las puertas a una protesta de grandes proporciones. Se fue extendiendo a otros asuntos: siempre hay un motivo. En Dinamarca hay protestas por el retiro del permiso de residencia de los sirios y en Suecia por las restricciones para frenar el coronavirus.
Mientras se afirma que algunos de los gestores de los actos vandálicos son “extranjeros”, desde Miami el presidente electo del Ecuador ha señalado a Maduro como el incitador de la grave situación por la que atravesamos.
Lo que es lógico, ya que tendríamos que ser muy candorosos para no pensar que entre los dos millones de venezolanos que han emigrado y siguen emigrando hacia nuestro país, Maduro y su sanedrín, que odian a Duque, no han infiltrado bandidos para desestabilizar a Colombia y beneficiar a los huéspedes armados que allá han acogido y reiteran que la “guerra con Colombia, se va librar en territorio colombiano”: en la práctica, es eso lo que están haciendo. Es la siniestra venganza del régimen madurista.
Igualmente, dándole respiro a Maduro y a Ortega, ahora las censuras internacionales son contra el gobierno colombiano, cuya proyección internacional se ha visto afectada.
El Departamento de Estado y la Unión Europea hacen declaraciones en las que el gobierno no sale bien librado. Simultáneamente, como si estuviéramos en la época del “gran garrote”, congresistas norteamericanos salen a la palestra para formular amenazas. Definitivamente parece que la obsecuente posición frente a los Estados Unidos no ha tenido mayor resultado.
Habrá que saber, que pasaría si personajes colombianos asumieran la condición de fiscales frente a las frecuentes acusaciones sobre la brutalidad policial en ciudades de los Estados Unidos y en países de la Unión Europea. Al fin y al cabo, algunos nos consideran todavía como colonias.
Para no hablar de los burócratas de los organismos internacionales, establecidos en nuestro país, que, para preservar su jubilación, hacen pronunciamientos como si estuviéramos en la época del Virrey Amar y Borbón.
Incluso, el Secretario General de la OEA que desde hace tiempo ha estado dedicado a censurar a Maduro, ahora habla sobre la situación en Colombia, prendiendo en sus declaraciones, como dice el refrán, “una vela a Dios y otra al diablo”. No se trata de que no haya pronunciamientos, pero no que algunos, con enorme fariseísmo se constituyan como jueces de la Santa Inquisición.
Lo cierto es que, en medio de las protestas, de la pandemia y de los vándalos, el gobierno colombiano está apareciendo ante el mundo como “el malo de la película”.
(*) Excanciller y exembajador de Colombia. Anlista y escritor sobre temas de gobernanza y de geopolítica global.Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario
Fue Eleanor Roosevelt (1884-1962), mujer influyente e inspiradora, quien dijera en un momento crucial para la paz mundial que “no basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla”. Esta frase creo que hoy nos viene como anillo al dedo en este crítico momento por el que está pasando nuestro país. La construcción de paz es una tarea que nos corresponde a todos los colombianos, y no solo se trata de bajar las armas. Es trabajar para lograr la paz social, la paz política, la paz ideológica y la paz espiritual.
Colombia es un país herido por un pasado enmarcado por múltiples formas de violencia, pero también por un presente sumergido en intolerables niveles de exclusión, pobreza y desigualdad, exacerbados por los nefastos efectos del covid-19. Esta realidad que vivimos hoy en gran parte se debe muchas veces al exceso de pragmatismo con que se toman ciertas decisiones por parte de algunos gobernantes, empresarios y dirigentes sociales, en ambos lados del espectro político.
En su libro Por qué fracasan las naciones, James Robinson describió a Colombia como un país rentista. Eso quiere decir que nuestras élites nacionales y locales solo velan por sus intereses individuales acumulando nichos de poder social y económico. En otras palabras, nos hemos convertido en una sociedad profundamente egoísta y desconfiada. Hay muchas razones históricas que explican esto, y entre ellas está el devastador impacto del narcotráfico, que ha corrompido todos los niveles de la sociedad desde hace más de 50 años.
Nuestro país hoy está parado en un punto de inflexión como nunca antes. Podemos encaminar nuestras acciones hacia esa paz estructural tan anhelada o, por el contrario, seguir cayendo en el abismo de la confrontación entre compatriotas. Pero para poder avanzar en la senda correcta, entendiéndose como aquella que busque tender puentes, hay que derribar murallas, generar oportunidades para hombres y mujeres en igualdad de condiciones, ampliar y fortalecer a una clase media sostenible, así como regenerar la confianza en las instituciones, en nuestros dirigentes políticos, empresariales y sociales, quienes en todo caso deberán dar señales de empatía y humildad.
A veces no se entiende bien por qué se toman ciertas decisiones, y eso la ciudadanía lo resiente. Por eso es fundamental comunicar bien, y eso sin duda ha hecho falta en esta
ocasión. Hoy la gran mayoría de colombianos de bien están llenos de dolor, rabia, frustración y desesperanza. Pero, sobre todo, ¡tienen miedo! El miedo, muy al contrario del amor, la fe o la esperanza, puede llegar a ser un pésimo consejero, pues el odio es un derivado del miedo y cuando los ciudadanos sienten que no tienen nada que perder pueden estar dispuestos a lo que sea para hacerse oír. La llamada Ley de Solidaridad Sostenible apenas fue el detonante. No la causa.
Hoy tenemos la gran oportunidad de cambiar esa lógica y encaminarnos hacia el diálogo, abrirnos para escuchar al otro, bajar los egos y abrir las mentes. Y aunque suene a frase de cajón, a ponernos en los zapatos del otro. Reencontrémonos en nuestra humanidad, enfilarnos hacia la reconstrucción de nuestro país debe ser el camino.
Hoy somos más los ciudadanos valientes y de bien que queremos ser protagonistas del cambio. Desde Women in Connection queremos utilizar nuestro gran poder transformador para invitar tanto al sector político como al empresarial y social a sentarse a dialogar. Para ello es imperativo calmar los ánimos e invitarlos a trabajar juntos para transmitir tranquilidad y seguridad a la ciudadanía. Cambiar la retórica de confrontación y el sentido de los mensajes incendiarios en las redes sociales, y unirse para que a través de su ejemplo muestren madurez, solidaridad y empatía con una ciudadanía más vulnerable tras más de un año de encierro, enfermedad y muerte.
No nos podemos dar el lujo de seguir diseñando políticas públicas que no sean sostenibles en el corto y en el largo plazo, pero sobre todo que no tengan efectos positivos inmediatos. No podemos permitir que el odio y el hambre sean nuestros nuevos demonios.
Women in Connection es un grupo de mujeres líderes que trabajan por la equidad de género, el empoderamiento de la mujer y el bienestar económico y social del país.
Marcela Prieto
Politóloga y experta en política pública. Vicepresidenta de Relaciones Institucionales para Iberoamérica y EE. UU. de Visión Américas LLC, directora del Comité de Política Pública de Women in Connection.

Marcela Prieto
Después de años de silencio, el autor de Psicópata Americano (esa sátira brutal sobre Wall Street), publicó hace unos meses White, casi una década después de Suites Imperiales. Bret Easton Ellis había estado trabajando en otros proyectos (cine, podcasts y una serie en la web). En su libro revisa la escritura y la literatura; sus novelas y fetiches cinematográficos; sus problemas específicos y conceptuales con Facebook y Twitter, la sociedad de la validación y la victimización; así como la elección y poselección de Trump. White (aún pendiente de publicarse en español) está formado por breves ensayos confesionales y apasionadamente bien argumentados.
El libro inicia con una cita de Janet Malcolm (de su libro El periodista y el asesino): “la sociedad media entre los extremos de la moralidad estricta y una peligrosa permisividad anárquica. Lo hace mediante un acuerdo no escrito en el que se nos permite doblar las reglas de la moralidad estricta, siempre y cuando seamos discretos. La hipocresía es el lubricante que hace funcionar la sociedad”.
El epígrafe resulta paradigmático. En una época en que la sociedad estadounidense (y muchas naciones del mundo) están polarizadas. En que el dogma de estás conmigo o contra mí es repetido por presidentes y políticos de aquí y allá; Ellis decide tomar la posición más difícil: en medio. Decir lo que piensa de unos y otros. Criticando la censura de las policías de la corrección política y su hipocresía implícita. Es la posición más difícil: garantiza la animadversión de ambos bandos. El libro no fue bien recibido.
Su prólogo inicia con una recapitulación de la irritación irracional que lo empezaba a invadir día con día. Irritación provocada por asuntos menores. Se descubría respirando hondo para controlar el disgusto y la frustración de toparse con las opiniones virulentas y groseras de amigos y extraños en las redes sociales. Ésos que, sin importar el tema, siempre piensan tener la razón.
Lo desconcierta la idea misma de que una “opinión” pueda ser tachada de correcta o equivocada. Que la gente sea agredida o bloqueada por tener una opinión o creencia “equivocada”. “Una sociedad que no distingue entre una persona de carne y hueso y una cadena de caracteres tecleados al vuelo en una pantalla”. El libro recorre la paradoja cultural de nuestra era: se invita a la discusión sólo para escuchar aceptación. Las redes son una trampa que termina silenciando y sometiendo al individuo.
El libro propone una división cultural entre el “imperio” representado por la cultura de la generación de la posguerra y el “posimperio” habitado por los que conocemos como millennials. En medio de ambos, Ellis que se identifica con la llamada generación X (popularizada por la novela homónima de Douglas Coupland) batalla por reconciliar sus influencias, el ambiente en que creció y empezó su carrera y el mundo de nuestros días, donde una opinión puede dejar a alguien sin trabajo o amigos.
Destaca el ensayo “liking”, donde Ellis aborda el efecto social que han tenido las redes sociales y su colección de me gustas. Una cultura corporativa de falsas imágenes públicas, donde se cultiva al individuo como marca y se aspira a la inexistente vida feliz del influencer.
Puede resultar polémica su definición de una cultura que ha fomentado la victimización de minorías que se definen y se sienten protegidas en su rol de “víctimas”. Donde las reglas del juego ya no aplican si no se gana. Una donde nadie quiere ser juzgado, pero lo que se sale de la norma merece el linchamiento.
White es un libro fascinante que nos invita a reconsiderar nuestras propia postura frente al otro. El valor que les otorgamos a las tormentas en las redes sociales y la manera en que terminamos aislándonos de quien piensa diferente. Una postura refrescante que no sólo abre pautas para el autoanálisis, sino también para una discusión real... si todavía hay espacio para ellas.
Fuente: www.eleconomista.com.mx
(*) Amado Nervo (Tepic, en el Distrito Militar del mismo nombre desde 1867 hoy Nayarit; 27 de agosto de 1870-Montevideo, Uruguay; 24 de mayo de 1919), cuyo nombre completo era Amado Ruiz de Nervo Ordaz, fue un poeta y escritor mexicano, perteneciente al movimiento modernista. Fue miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua pero no pudo serlo de número por residir en el extranjero.
Poeta, autor también de novelas y ensayos, al que se encasilla habitualmente como modernista por su estilo y su época, clasificación frecuentemente matizada por incompatible con el misticismo y tristeza del poeta, sobre todo en sus últimas obras, acudiéndose entonces a combinaciones más complejas de palabras terminadas en "-ismo", que intenta reflejar sentimiento religioso y melancolía, progresivo abandono de artificios técnicos, incluso de la rima, y elegancia en ritmos y cadencias como atributos del estilo de Nervo.
El sonoro nombre de Amado Nervo, frecuentemente tomado por seudónimo, era en realidad el que le habían dado al nacer, tras la decisión de su padre de simplificar su verdadero apellido, Ruiz de Nervo. Él mismo bromeó alguna vez sobre la influencia en su éxito de un nombre tan adecuado a un poeta. https://es.wikipedia.org
La pandemia de COVID-19 ha evidenciado que la escuela es, antes que un lugar de aprendizaje, una comunidad que por el hecho mismo de existir brinda contención y da peso y sentido a la vida, más aún en condiciones de catástrofe.
Ludwig Wittgenstein, considerado por muchos como el filósofo más importante del siglo XX, escribió: “Toda una mitología está contenida en nuestro lenguaje”. Según él, junto con el idioma materno recibimos de formas insospechadas una cultura entera. Así como los genes nos heredan su carga biológica, el lenguaje (cuya estructura es quizás más compleja que la de aquellos) nos transmite toda una forma de ver el mundo.
En este mismo espacio he hablado antes de ciertas características de la comunidad escolar que se expanden entre todos sus miembros de esa manera insospechada, inconsciente, en que lo hace el lenguaje, creando lo que el filósofo surcoreando Byung-Chul Han llama “una comunidad sin comunicación”, es decir, un grupo humano unido sin necesidad de que entre sus miembros se transmita mensaje alguno (el concepto es raro, pero Han lo menciona para contrastarlo con la sociedad actual, que a través de las redes sociales entabla lo que él describe como “una comunicación sin comunidad”).
La pandemia de COVID-19 ha evidenciado que la escuela es, antes que un lugar de aprendizaje, una comunidad que por el hecho mismo de existir brinda contención y da peso y sentido a la vida, más aún en condiciones de catástrofe. Es por eso que he llamado ritual educativo a algo que desde tiempos inmemoriales caracteriza a la escuela, ritual que hoy se lleva a cabo fuera del colegio, es decir, en aulas a distancia, disgregadas o virtuales (véase El ritual educativo en tiempos de pandemia).
Son varios los componentes de ese ritual ancestral; uno es la comprensión de que todo aprendizaje contiene algo de descanso y diversión (la palabra escuela proviene del griego schola, que significa ocio: véase El ritual escolar: el aprendizaje como juego). Otro es la aceptación inmediata de que la escuela no es un juego solitario, de que en él participan muchas otras personas además de mí. Al imaginar a un alumno en un primer día de escuela a muchos nos da por pensar en alguien intimidado que no sabe si podrá adaptarse al medio: una niña o niño retraído que ha abandonado los brazos de su madre y que tiene ganas de volver ahí. En medio de la multitud, quisiera que todo esto fuera un mal sueño.
De alguna manera también sabe que pertenece a este nuevo mundo. Una vez más el origen de las palabras puede ayudarnos a comprender lo que le pasa al pequeño. Pertenecer (del latín pertinere, que significa “ser de algo o alguien”) tiene connotaciones de propiedad, y en efecto, una de las cosas que a casi todos nos atemorizan de manera irracional en el primer día de escuela (haga memoria, si no, el lector) es que esa nueva comunidad tan atractiva como amenazante se apropie de nosotros, nos absorba.
Nos devore. De inmediato me viene a la cabeza el mito del Laberinto de Creta y el grupo de jóvenes que cada determinado tiempo debía ir ahí para servir de alimento al Minotauro, ser con cuerpo humano y cabeza de bestia. ¿No se parece eso mucho a la escuela, no nos sentimos en ella de pronto como si nuestros padres nos hubieran abandonado ahí, como ofrenda para la sociedad inhumana, o mejor dicho, semihumana?
La sociedad es una devoradora de niños (los pasillos de aquel Laberinto de Creta seguro estaban llenos de los huesos de los pobres chavos sacrificados). Nuestro pequeño, que ocupaba un lugar protegido en su hogar, es ahora sometido a este entorno que amenaza con comérselo. Es entonces que una maestra se le acerca para consolarlo, hacerle una pregunta o llevarlo de la mano hasta su grupo, y poco a poco, desde el fondo de sí, surge el gran héroe que derrotó al Minotauro: Teseo.
Teseo era hijo de un rey, y con su valentía y fuerza pudo degollar al monstruo y volver a casa. Lo ayudaron el ingenio de Dédalo (inventor al que se le ocurrió amarrar un cordel a la entrada del laberinto), y sobre todo el amor de Ariadna, preocupada por su vida.
A final de cuentas, la comunidad escolar no nos devora. Por el contrario, con aquel mismo espíritu de pertenencia (o de impertinente pertenencia), se encarga de imponer sobre el niño la mitología apropiada para que subsista. Muchas víctimas y victimarios, heroínas y héroes, se reunirán desde ese primer día de clases enfrentándose entre sí, rindiéndose de amor ante algunos, entablando amistad con otros, convirtiéndose en líderes o seguidores, y recorriendo el laberinto para matar al monstruo. Los caminos son muchos: fuerza, ingenio, seducción… seducción mediante la belleza pero también mediante el poder, el dinero, la inteligencia, el humor, la sumisión, la complicidad, la palabra… Ataque y defensa mediante la subversión, la temeridad, el cinismo, el robo, el comercio, la poesía.
¿Supremacía del más fuerte? No sólo eso. También cooperación, o más bien, casi siempre esa combinación de supremacía y cooperación a la que llega a darse el nombre de…
(Antes de decir el nombre, quiero abrir un paréntesis y explicar que concluiré este artículo particularizando en una de las muchas formas de interacción que se dan en la escuela, una que ha adquirido gran relevancia y que considero debe tratarse con cuidado)
… el nombre de bullying.
Sobre la imagen del bully (que en inglés significa, entre otras cosas, matón o peleonero) hemos dejado caer toda nuestra rabia. Y en buena medida estamos en lo correcto. Algunos glosarios definen al bullying como una conducta que quiere dañar al otro. Y sin embargo (y esto es lo delicado del asunto) creo que estamos obligados a marcar una línea divisoria entre un ritual destructor extraescolar, en el que una persona daña irreversiblemente a otra o parte de otra, y el ritual escolar, que opera movilizando las habilidades de los miembros, incluyendo por supuesto la agresión, la defensa, el ingenio y la autoestima (bully también significa espadachín).
El trabajo educativo sobre este segundo tipo de bullying no está en la igualación de las capacidades de los niños ni en el emparejamiento de sus recursos, sino en permitir que los contrincantes (ambos vulnerables de diferentes formas) se enfrenten y confronten sus diferencias, mientras los maestros permanecen alerta para confirmar que las habilidades sociales de los dos se estén poniendo realmente en juego. Habrá quizás un momento en que deban intervenir para poner a ambos a salvo de un mal manejo de sus recursos, pero también deberán permitir que después vuelvan a reunirse (esto último dentro de ciertos límites, para evitar que ocurra el menor daño irreversible, tanto mental como psicológico).
La escuela es el segundo hogar y la primera sociedad. En la escuela uno aprende a conquistar un terreno propio gracias a innumerables recursos que van desde la imposición de la propia presencia hasta la invisibilidad conseguida, como en los cuentos, por un extraño manto. Si desafortunadamente esa conquista no ocurre (porque el medio se excede o porque nuestras herramientas no son suficientes), nos costará mucho más trabajo participar en los rituales de la segunda sociedad que nos espera afuera. De ahí la vital trascendencia de ese laberinto de ensayo, preparatorio y más o menos teatral, llamado escuela.
Andrés García Barrios es escritor y comunicador. Su obra reúne la experiencia en numerosas disciplinas, casi siempre con un enfoque educativo: teatro, novela, cuento, ensayo, series de televisión y exposiciones museográficas. Es colaborador de las revistas Ciencias de la Facultad de Ciencias de la UNAM; Casa del Tiempo, de la Universidad Autónoma Metropolitana, y Tierra Adentro, de la Secretaría de Cultura.
Aviso legal: Este es un artículo de opinión. Los puntos de vista expresados en este artículo son propios del autor y no reflejan necesariamente las opiniones, puntos de vista y políticas oficiales del Tecnológico de Monterrey.
Fuente: Tecnológico de Monterrey - observatorio.tec.mx/edu.news/
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Efemérides: ¿qué pasó el 08 de mayo? (*)
Efemérides: ¿qué pasó el 08 de mayo? (*)
Juana de Arco cambia el curso de la Guerra de los Cien Años
El 8 de mayo de 1429 Juana de Arco libera el sitio de Orleans (Francia), modificando por completo el rumbo de la Guerra de los Cien Años.
La batalla de Orleans o sitio de Orelans fue uno de los enfrentamientos más destacados en Guerra de los Cien Años. En él, una joven campesina francesa de 17 años de edad llamada Jeanne d'Arc (Juana de Arco), lideró en mayo de 1429 el Ejército francés en la guerra de los Cien Años, liberando la ciudad de Orleans, asediada por los ingleses desde el mes de octubre.
Según ella, oyó "voces" de los santos cristianos que le decían que ayudara a Carlos VII de Valois a ganar el trono francés y expulsar a los ingleses de Francia. Convencida de su misión divina, el propio Carlos le proporcionó un pequeño ejército que, consiguió entrar sin oposición por la puerta oriental gracias a un despiste de los ingleses. Continuó dirigiendo la carga durante una serie de escaramuzas y batallas y, a pesar de ser alcanzada por una flecha, volvió al frente tras curar sus heridas. Finalmente, el 8 de mayo, el asedio de Orleans acabó y los ingleses ordenaron retirada.
En un alarde de valentía, la joven Juana de Arco decidió seguir conduciendo a las fuerzas francesas contra los ingleses. Continuaron varias semanas de increíbles victorias sobre los ingleses. Al poco tiempo la misión divina de Juana de Arco concluyó satisfactoriamente al ver que Carlos VII era coronado rey de Francia.
Sin embargo, al año siguiente fue capturada por soldados Bourguignon quienes no se lo pensaron dos veces y la vendieron a los ingleses. Su sentencia llegaría poco después. Fue juzgada por herejía y brujería y quemada en la hoguera en Rouen el 30 de mayo de 1431.
Juana de Arco fue beatificada y canonizada en 1920. Para Francia, la joven y aguerrida, forma parte de uno de los nueve santos patronos secundarios del país.
1897: Nace José María Pemán
El escritor y periodista español José María Pemán nació el 8 de mayo de 1897. Gran conservador y seguidor del tradicionalismo religioso, se hizo muy popular entre el sector conservador de la sociedad tras la publicación del “Poema de la Bestia y el Ángel” en el que alababa la rebelión franquista. Entre sus obras más famosas destacan: El divino impaciente, Teatro o La viudita naviera.
2003: Primera fotografía desde Marte
El 8 de mayo de 2003 la misión Mars Global Surveyor de la NASA, destinada a estudiar el planeta Marte, toma su primera fotografía de la Tierra desde el planeta rojo. Se trata de la primera imagen de la Tierra tomada desde otro planeta que muestra nuestra casa como un disco planetario. Mostró que nuestro planeta también presenta fases, al igual que Mercurio, Venus y la Luna. La imagen fue especialmente procesada para permitir que la Tierra (con una magnitud aparente de -2.5) y la Luna mucho más oscura (con una magnitud aparente de +0.9) fuesen visibles juntas.
1903: Muere Paul Gauguin
El 8 de mayo de 1903 fallece el pintor posimpresionista francés Paul Gauguin. Gauguin, que no fue reconocido hasta después de su muerte como artista, nos dejó gran cantidad de obras como: Mujeres de Tahití, ¿Cuándo te casas?, El cristo amarillo, ¿De dónde venimos? o La visión tras el sermón.
(*) Fuente: muyhistoria.es/femerides/acontecimientos/
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“la sociedad media entre los extremos de la moralidad estricta y una peligrosa permisividad anárquica. Lo hace mediante un acuerdo no escrito en el que se nos permite doblar las reglas de la moralidad estricta, siempre y cuando seamos discretos. La hipocresía es el lubricante que hace funcionar la sociedad”. JANET MALCOM
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Excelente edicion. La disfrute. Mil gracias.
ResponderBorrarQue buenos artículos!!!.... Mucho por hacer pero debemos empezar por cada cual y desde nuestro hogar.
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