PGV - Edición de abril 17, 2021 - ENTRE LA COCA Y LA PANDEMIA y otros temas de interés PGV
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Lea hoy en PGV
1. Entre la coca y la pandemia
2. Y nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que ...
3. ¿Qué haremos sin ellos?
4. El seminarista de los ojos negros - Poema
5. ¿Qué hacer antes y después de la vacuna contra el Covid 19
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Por Julio Londoño Paredes (*)
Se realizaron elecciones presidenciales en el Ecuador, en las que Guillermo Lasso ha triunfado, y en el Perú, en las que han pasado a la segunda vuelta Pedro Castillo y Keiko Fujimori. Tanto el Ecuador como el Perú se han caracterizado por la inestabilidad política derivada de las confrontaciones entre el congreso y el ejecutivo. Mal augurio si en ninguno de los dos casos, el presidente no llegara a contar con mayoría parlamentaria.
Además, ambos países afrontan situaciones económicas dramáticas agravadas por la pandemia. No hay recursos ni siquiera para las necesidades más urgentes. En esas condiciones, ser presidente es todo un albur.
En medio de la angustiosa situación por la que el mundo está atravesando, el factor determinante para el respaldo o rechazo a los mandatarios nacionales y locales, es y seguirá siendo, el del manejo de la pandemia. Nuestro país no es una excepción. No solamente los alcaldes y gobernadores, sino el presidente de la república y los múltiples precandidatos lo saben muy bien.
En nuestro medio, al presidente se le suma el creciente problema del narcotráfico que, en medio de “palmaditas en la espalda”, los Estados Unidos , la Unión Europea y burócratas de la ONU, le exigen a Colombia mayores resultados en la erradicación de cultivos, la disminución de la producción de cocaína y el respeto a los derechos humanos.
Se ha expedido un decreto sobre las aspersiones aéreas con glifosato que, con todas las limitaciones, trámites, requisitos y recursos posibles, no se sabe si finalmente se podrán realizar. De todas maneras, habría que hacerlo otra vez periódicamente. Una modalidad del castigo de Sísifo.
Como se avizora en el caso del COVID-19, no por el hecho de estar vacunados, todo pasará. De ser así, la pandemia se superaría para siempre en pocos meses. Tarde o temprano, después de la segunda dosis, habrá que volver a vacunarse y seguirlo haciendo, quien sabe por cuánto tiempo.
Las aspersiones se hicieron, financiadas por el gobierno norteamericano, dentro del marco del “Plan Colombia”, concertado durante la administración del presidente Andrés Pastrana.
Sin embargo, no son la “varita mágica” para acabar con los cultivos ilícitos, ni mucho menos con el narcotráfico y los espantosos problemas que genera. Si fuera así, ya no habría coca y una seguridad relativa habría regresado al paÍs, ya que se asperjó con glifosato durante varios años en muchas partes del país.
Habrá un momento en el que el COVID-19 y sus derivados desaparecerán, como sucedió con la peste bubónica. Sin embargo, la producción y comercialización de la cocaína, con todos los conflictos que conlleva seguramente prevalecerán por mucho tiempo más.
Los chinos tratan de reivindicarse ante el mundo produciendo la vacuna SINOVAC. ¿Podremos hacer nosotros algo similar para eludir al poderoso e inexorable dedo acusador?: Acaso, ¿Más muertos? ¿Más sacrificios? ¿Mas recursos?
¿O será que estaremos condenados a ser los eternos responsables del consumo y la producción de drogas en el mundo? Habría que preguntarle a Dante, en sus 700 años, qué puesto nos reservaría en el infierno.
(*) Excanciller y exembajador de Colombia, escritor y analista sobre temas de geopolítica internacional.Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario.
Fuentes: El autor y tps://www.semana.com/opinion
SEMANA- abril 16, 2021
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2. Palabras del presidente Óscar Arias en la Cumbre de las Américas, Trinidad y Tobago
17 de abril de 2019 - 19 de abril de 2009 - asistieron 34 países de América
Ilustración fotográfica: "V Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago - en summit-americas.org - bajada para PGV ""Y nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás"
Por Salvador Guerrero
Ciudad de México, 12 de febrero de 2018.
A propósito de las precampañas de los ineptos.
¡Esto no lo leen los ignorantes!
El texto de este discurso debería ser releído y perfectamente, haber sido el único punto de la agenda en esta Cumbre.
Arias dijo:
Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre, es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros. No creo que eso sea del todo justo.
No podemos olvidar que América Latina tuvo universidades antes de que
Estados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primeras
universidades de ese país. No podemos olvidar que en este continente, como en
el mundo entero, por lo menos hasta 1750 todos los americanos eran más o menos
iguales: todos eran pobres.
Cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra,
otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá,
Australia, Nueva Zelanda… y así la Revolución Industrial pasó por América
Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la
oportunidad.
También hay una diferencia muy grande. Leyendo la historia de América
Latina, comparada con la historia de Estados Unidos, uno comprende que
Latinoamérica no tuvo un John Winthrop español, ni portugués, que viniera con
la Biblia en su mano dispuesto a construir “una Ciudad sobre una Colina”, una
ciudad que brillara, como fue la pretensión de los peregrinos que llegaron a
Estados Unidos.
Hace 50 años, México era más rico que Portugal. En 1950, un país como Brasil
tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras
tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur –en cuestión de 35 ó
40 años– es un país con US$40.000 de ingreso anual por habitante. Bueno, algo
hicimos mal los latinoamericanos.
¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas las cosas que hemos hecho
mal. Para comenzar, tenemos una escolaridad de 7 años. Esa es la escolaridad
promedio de América Latina y no es el caso de la mayoría de los países
asiáticos. Ciertamente no es el caso de países como Estados Unidos y Canadá,
con la mejor educación del mundo, similar a la de los europeos.. De cada 10
estudiantes que ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países
solo uno termina esa secundaria. Hay países que tienen una mortalidad infantil
de 50 niños por cada mil, cuando el promedio en los países asiáticos más
avanzados es de 8, 9 ó 10.
Nosotros tenemos países donde la carga tributaria es del 12% del
producto interno bruto, y no es responsabilidad de nadie, excepto la nuestra,
que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestros países. Nadie tiene
la culpa de eso, excepto nosotros mismos.
En 1950, cada ciudadano norteamericano era cuatro (4) veces más
rico que un ciudadano latinoamericano. Hoy en día, un ciudadano norteamericano
es 10, 15 ó 20 veces más rico que un latinoamericano. Eso no es culpa de
Estados Unidos, es culpa nuestra.
En mi intervención de esta mañana, me referí a un hecho que para mí es
grotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo
XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI,
es un sistema de valores equivocado. Porque no puede ser que el mundo rico
dedique 100.000 millones de dólares para aliviar la pobreza del 80% de la
población del mundo –en un planeta que tiene 2.500 millones de seres humanos
con un ingreso de US$2 por día– y que gaste 13 veces más (US$1.300.000.000.000)
en armas y soldados.
Como lo dije esta mañana, no puede ser que América Latina se gaste
US$50.000 millones en armas y soldados. Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo
nuestro? El enemigo nuestro, presidente Correa (de Ecuador),
de esa desigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta de educación;
es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no
creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos,
los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener
la degradación del medio ambiente;
es la desigualdad que tenemos, que realmente nos avergüenza; es producto, entre
muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a
nuestras hijas.
Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamos
en los sesenta, setenta u ochenta. Parece que se nos olvidó que el 9 de
noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de Berlín, y que el
mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es un mundo distinto, y en eso
francamente pienso que todos los académicos, que toda la gente de pensamiento,
que todos los economistas, que todos los historiadores, casi que coinciden en
que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los latinoamericanos. Y
yo, lamentablemente, coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos
discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los “ismos”
(¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo,
neoliberalismo, socialcristianismo...), los asiáticos encontraron un “ismo” muy
realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, QUE ES EL PRAGMATISMO. Para
solo citar un ejemplo, recordemos que cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y
Corea del Sur, después de haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se
estaban enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Pekín y dijo a los
viejos camaradas maoístas que lo habían acompañado en la Larga Marcha: “Bueno,
la verdad, queridos camaradas, es que a mí no me importa si el gato
es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones”. Y si hubiera
estado vivo Mao, se hubiera muerto de nuevo cuando dijo (Deng) que “la
verdad es que enriquecerse es glorioso”. Y mientras los chinos hacen esto, y
desde el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13% anual, y han sacado a 300 millones
de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que
tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo
atrás.
La buena noticia es que esto lo logró Deng Xioping cuando tenía 74
años. Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de
los 74 años. Por eso solo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los
cambios que tenemos que hacer.
Muchas gracias.
ÓSCAR ARIAS (*)
Presidente de Costa Rica
(*) Oscar Rafael de Jesús Arias Sánchez, Presidente de la República 1986-1990 y 2006-2010 - Premio Nobel de Paz 1987.
PD: el subtítulo de este texto fue acomodado para esta ocasión.
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3. ¿Qué haremos sin ellos ?
Esta pintura fue realizada en honor a todos los abuelos que murieron durante el período de Covid y que no pudieron despedirse. Artista: Juan Lucena, España:
Y esto encaja con este texto: SE ESTA MURIENDO LA GENERACIÓN DE HIERRO, PARA DARLE PASO A LA GENERACION DE CRISTAL.
La generación que sin estudios educó a sus hijos.
La que, a pesar de la falta de todo, nunca permitió que faltara lo indispensable en casa .
La que enseñó valores; empezando por Amor y Respeto.
Se está muriendo la gente que enseñaba a los hombres el valor de una mujer y a las mujeres, el respeto por los hombres.
Se están muriendo los que podían vivir con pocos lujos, sin sentirse frustrados por ello.
Los que trabajaron desde temprana edad y enseñaron el valor de las cosas, no el precio.
Mueren los que pasaron por mil dificultades y sin rendirse nos enseñaron cómo vivir con dignidad.
Los que después de una vida de sacrificio y penurias, se van con las manos arrugadas y la frente en alto.
Se está muriendo la generación que enseñó a vivir sin miedo - infored360.mx
PD: este texto fue recomendado a PGV para ser publicado, por Elsa Pérez, Lic. en Idiomas, colaboradora y lectora de este blog de Pluriversidad Global para la Vida - PGV.
(es.wikipedia.org) Fotografiado por Franzen (c. 1908) | ||
Información personal | ||
---|---|---|
Nacimiento | 17 de mayo de 1848 Zamora | |
Fallecimiento | 8 de agosto de 1915 Madrid | |
Nacionalidad | española | |
Información profesional | ||
Ocupación | dramaturgo, periodista, humorista | |
Género | Dramaturgia | |
Firma | ![]() |
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5. Qué hacer antes y después de la vacuna contra el Covid 19 (*)
El 27 de diciembre de 2020 no fue un domingo cualquiera. Araceli Rosario Hidalgo, nacida en 1924 e interna en una residencia de personas mayores de Guadalajara, recibió la primera vacuna contra la COVID-19 administrada en España.
Desde entonces (y hasta primeros de abril) se han administrado 10 millones de dosis. Casi el 15% de los mayores de 18 años (6,8 millones) ha recibido al menos una, y el 6,4% (algo más de 3 millones) la pauta completa.
Aunque el Gobierno anuncia una fuerte aceleración de la vacunación, son todavía cifras insuficientes para controlar la pandemia. La 4ª ronda del Estudio Nacional de Seroprevalencia (ENE-COVID), finalizada en noviembre de 2020, mostraba que el 10% de los españoles (más del 17% en alguna Comunidad como Madrid) tenía anticuerpos frente al SARS-CoV-2 por haber pasado la enfermedad. Y todos sabemos cómo de dura fue la tercera oleada iniciada el mes siguiente.
Estamos aún lejos de la inmunidad de rebaño (si es que la inmunidad de rebaño es posible). Recordemos que, al menos por el momento, niños y adolescentes están excluidos de la vacunación, que los países menos desarrollados tardarán en ser vacunados (y probablemente también los grupos más pobres de los países desarrollados) y que existe la posibilidad de que se mantengan reservorios animales del virus.
Pero aunque la cobertura vacunal es de momento insuficiente, 3 millones de personas con la pauta completa son muchas personas. Muchísimas. Y son más cada día. Qué pueden y qué no pueden hacer es una pregunta importante. Para ellos, para sus familias, sus compañeros y amigos y, también, para las economías de sus países. Para todos.
¿Qué podrían hacer y qué no los vacunados?
Pese a que Israel haya abierto las discotecas para las personas vacunadas, y los países más avanzados en vacunación anuncien el retorno de los buenos tiempos, aún existe mucha incertidumbre para definir con rotundidad qué podrían hacer o no los vacunados.
Los Center for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos son quizás quienes han hecho recomendaciones más específicas (y optimistas) para las personas completamente vacunadas (dos semanas tras recibir la segunda dosis o la primera en el caso de vacunas de una sola dosis).
Para los CDC, y desde este mes, los vacunados deberían seguir llevando mascarilla y manteniendo la distancia en público, con personas de más de dos hogares o con personas vulnerables. También deberían evitar espacios mal ventilados y reuniones numerosas, usar mascarilla en el transporte público (y las estaciones), realizarse pruebas al volver a Estados Unidos y realizarse pruebas (y aislarse) si desarrollan síntomas. Además de seguir las recomendaciones específicas que puedan existir en algunos centros o lugares de trabajo.
Sin embargo, los CDC sostienen que los vacunados completamente pueden reunirse en interiores con otras personas completamente vacunadas sin máscara ni distancia, o con personas no vacunadas de otro hogar (siempre que no sean de riesgo).
También podrían viajar sin restricciones ni pruebas ni cuarentenas dentro de Estados Unidos. Ni siquiera exigen pruebas (salvo que el país receptor lo exija) para viajar a otros países. Aunque sí para volver a Estados Unidos: una prueba en origen y nueva prueba a los 3-5 días, pero no cuarentena.
Tampoco requieren aislamiento ni la realización de test a los vacunados con contacto con enfermos de COVID-19 (salvo que desarrollen síntomas o residan en un centro colectivo).
Sin duda son grandes cambios. Y, hasta cierto punto, atrevidos. Por eso muchos países observamos con interés los resultados de estas estrategias de desescalada en vacunados en sociedades aún no completamente vacunadas.
¿Por qué nos preocupa la posible relajación posvacunación?
Sabemos, por los ensayos clínicos de autorización de las diferentes vacunas, que la vacunación es extraordinariamente efectiva para reducir los casos de covid-19 sintomática en todos los grupos de edad. Incluso cuando se infectan, el riesgo de desarrollar covid grave es mucho menor.
También sabemos, por estudios observacionales con datos del mundo real en Estados Unidos, Reino Unido e Israel, que la vacunación real conserva la efectividad frente a la covid asintomática. Y, también, aun preliminarmente, que los vacunados que se infectan tienen cargas virales menores que los no vacunados. Si una proporción importante de personas vacunadas no se infecta y los que lo hacen tienen una menor carga viral, la capacidad de transmisión debería disminuir notablemente.
No sabemos de momento cuánto dura –y, en su caso, cuándo y cómo decae– la protección que ofrece la vacunación (o la inmunidad natural tras haber pasado la infección). Por el momento, y considerando la inmunidad humoral y celular, la protección parece resistir bastante bien al menos 6 meses. Es más, los casos reportados de reinfección son anecdóticos.
Asimismo sabemos que las vacunas se comportan bien respecto a la mayoría de las variantes preocupantes, incluyendo la variante británica (B.1.1.7). Pero en laboratorio pierden algo de efectividad frente a la variante sudafricana (B.1.351) y otras variantes con la mutación E484Y. E ignoramos el impacto de esta pérdida parcial de efectividad en el mundo real.
Pero, y quizás sobre todo, desconocemos la capacidad del SARS-CoV-2 –en un futuro más o menos inmediato– de evadir la respuesta inmunitaria producida por las vacunas (o la inmunidad natural). Cada día que persiste la transmisión –y es todavía muy elevada en muchos países– tiene oportunidades para mutar e intentarlo. Y el futuro no está escrito.
En este contexto de incertidumbre, un exceso de relajación tras la vacunación podría ser problemático. Preocupa, en primer lugar, que la posible “relajación” de medidas en los vacunados pudiera dar lugar a un incremento de infecciones entre ellos. Aún en su mayoría asintomáticas, y pese a su menor capacidad de transmisión, podrían trasladarse a infecciones en no vacunados, fundamentalmente poblaciones más jóvenes (los más tardíos en recibir la vacunación).
Y aunque los jóvenes (y también los vacunados) mantengan un menor riesgo de desarrollar covid grave, si la transmisión es muy alta podrían suponer un problema de saturación de servicios sanitarios y deterioro de la salud.
También preocupa el potencial desarrollo de variantes de escape o una disminución de la respuesta inmunitaria que condujera a la aparición de reinfecciones. Y, sobre todo, preocupa la combinación conjunta de todos los riesgos: altas tasas en jóvenes, nuevas variantes y reinfecciones.
La prudencia no nos debe hacer imprudentes
La alternativa de mantener las restricciones para los vacunados también tiene importantes costes sociales. En distancia social, en soledad, en fatiga pandémica, en retraso en la recuperación y en incremento de la pobreza. La prudencia por un lado no nos debe hacer imprudentes por otro. Habrá que tomar decisiones equilibrando riesgos y beneficios en cada momento.
Existe mucha incertidumbre y las recomendaciones irán cambiando a medida que avance la vacunación y se disponga de nuevas evidencias científicas sobre su impacto en la transmisión.
Lo razonable es seguir en cada momento las normas establecidas por las autoridades sanitarias (no seguirlas podría acarrear sanciones). Actualmente en España las recomendaciones no establecen diferencias entre vacunados y no vacunados. Tampoco en otros países con la campaña de vacunación más avanzada, como el Reino Unido.
Lo razonable es, también, que estas recomendaciones se vayan actualizando lo antes posible, con el avance en el número de personas vacunadas y con las nuevas evidencias sobre el impacto de la vacunación en la transmisión (incluyendo lo que aprendamos de los países que ya han empezado a relajar medidas). Y sin miedo a dar marcha atrás si la situación epidemiológica lo aconsejara.
En esto también debemos combinar la impaciencia en la búsqueda de la normalidad y la recuperación con la paciencia para poder llegar a ellas sin más sacrificios que los que estemos obligados a hacer. No será fácil encontrar equilibrios. Y cometeremos errores. Más errores. Por defecto y por exceso. Pero hace tiempo que sabemos que no es fácil tomar decisiones en estos tiempos.
Cabe recordar, finalmente, que también preocupa (y mucho) la relajación en las semanas inmediatas tras la primera dosis, cuando nuestro organismo aun no ha tenido tiempo de producir anticuerpos frente al SARS-CoV-2 y aun no tenemos protección. Aquí sí que sabemos que hay que mantener todas las mismas medidas que los no vacunados. En esto no tenemos la más mínima duda ni incertidumbre.
Salvador Peiró, Investigador, Área de Investigación en Servicios de Salud, FISABIO SALUD PÚBLICA, Fisabio
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
(*) PD:este texto fue recomendado para ser publicado en PGV, por el docente univesitario Alfredo Arias C., integrante del equipo pluriprofesional de trabajo de nuestro blog de Pluriversidad Global para la Vida PGV.
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