PGV: ¡ FELIZ AÑO 2021 PARA TODOS, EN LA ALDEA GLOBAL !
PGV DESEA:
FELIZ AÑO 2021 CON ALEGRIA DE VIVIR, PARA TODOS EN LA ALDEA GLOBAL
Ilustración fotográfica en vix.com - bajada para PGV
Pluriversidad GLOBAL para la Vida - PGV
Es un Centro de librepensamiento dinamizado por un equipo pluriprofesional incluyente de voluntarios, con capacidad para crear, re-crear, construir y gestionar conocimiento con inteligencia social, para materializar el sentido de la vida en la Aldea Global.
Contacto: granboyaca@gmail.com
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Gracias por las muletas

Por Eduardo Barajas Sandoval (*)
eduardo.barajas@urosario.edu.co
Como un par de muletas, los profesionales de la salud y los inventores de vacunas nos ayudaron a marchar hacia la salida de una crisis que, por su naturaleza, demostró la inutilidad de las fuerzas tradicionalmente llamadas a afrontar las amenazas contra la sociedad. De no haber sido por ellos, habríamos tenido que seguir sumidos en una hibernación devastadora para la cotidianidad de la supervivencia y el ánimo del género humano.
Ningún gobierno, ni sistema, ni partido político, podía defender a la humanidad, en ningún país y mucho menos en la extensión del globo, del ataque del virus que puso a todos en jaque. Otra cosa es que en una u otra parte hubiera un sistema mejor o peor de prestación del servicio de salud; pero ese sistema por sí solo, aún en el mejor de los casos, no habría alcanzado para repeler el ataque.
A la hora de las cuentas, es claro que los médicos, y todo el personal dedicado a la atención en salud, afrontaron el reto exponiendo sus vidas, y que si no hubiera sido por ellos, la catástrofe habría sido todavía más arrolladora. También es claro que ahora existe una solución a la vista, gracias a científicos capaces de meterse en las intimidades microscópicas del virus y estudiar su estructura y su comportamiento, para encontrar la forma de combatirlo.
Al terminar este año, tan apocalíptico como los de todas las pestes, debemos expresar nuestra gratitud hacia los miembros de esas dos comunidades, que con frecuencia forman una sola, y hacia sus patrocinadores públicos y privados, por haber actuado con diligencia y fervor en la contención heroica y en la búsqueda de una solución viable al primer problema universal del nuevo siglo.
Ciertamente la letalidad aleatoria de un enemigo invisible incitó a muchos a considerarse “invencibles”, bajo el cálculo de que los que se mueren son otros. Así desconocieron exigencias elementales que los gobernantes hicieron en favor del bien colectivo, según las recomendaciones de conocedores. Semejante conducta, repetida en diferentes partes del mundo, y secundada por uno que otro pregonero de intereses inmediatos y superfluos, disfrazados de “valores”, aumentó las proporciones de una tragedia que para muchos se convirtió en recuento estadístico, lejos de la experiencia de quienes han tenido que sufrir de manera directa el impacto del problema.
A pesar de los desvaríos de algunos, la desactivación de la vida cotidiana en casi todos los países, aunque limitante y dolorosa, permitió que renacieran el sentimiento y el valor de lo colectivo. Los seres humanos nos pudimos reconocer otra vez como especie, sin fronteras nacionales, ni de clases, ni de razas. Volvió a aparecer una sensibilidad, por mucho tiempo adormecida, o echada al olvido en medio de la competencia feroz por la riqueza y los privilegios. Mientras los milagreros políticos, los embaucadores de doctrinas económicas, los sabelotodo que posan de orientadores de todos los temas, y los profetas de todo tipo, no sabían siquiera explicar rigurosamente el problema. Ninguno de ellos, ni todos juntos, podían defender a la manada.
Como tampoco era posible que cada quién se tratara de salvar por su cuenta ante un problema colectivo, las miradas se volvieron hacia los médicos, y se dispuso en su apoyo la movilización de contingentes de terapistas y profesionales de la enfermería, así como de luchadores silenciosos dedicados a limpiar recintos y utensilios, empujar camillas o disponer de despojos humanos. En manos de ellos, que corren todos los riesgos, inclusive el de su vida, quedó la contención de un problema de dimensiones universales.
Las miradas del mundo entero se volvieron también hacia quienes estuvieran en capacidad de producir vacunas. Entonces apareció otra vez la comparsa que gira en torno de la industria farmacéutica, y se volvió a vivir ese ritual que mezcla la esperanza con la fobia para plantear, una vez más, la consideración frecuente de quien se ve afectado por una enfermedad y se pregunta si alguien tendrá por ahí una cura o será capaz de concebirla.
Desfilaron quienes critican el hecho de que la industria gane “cantidades astronómicas de dinero a costa de la salud de la gente”. Mientras del otro lado surgieron consideraciones sobre el riesgo de invertir cuantiosos recursos en procesos que en muchos casos terminan frustrados, emprendimiento difícil para los Estados, y se hicieron cuentas sobre el valor de producción de una vacuna, y la ganancia de las empresas, comparados con los daños materiales, para no hablar de los anímicos, que para el mundo ha implicado la pandemia.
El debate también vio aparecer, con razón, la exigencia de que la distribución de la vacuna no se convierta en un factor adicional de discriminación entre países. Sin desconocer que la industria ha logrado, así sea con criterio selectivo, producir asombrosos resultados que han convertido en manejables enfermedades que hasta hace poco eran sinónimo de muerte, volvió a surgir la crítica por la aparente ausencia de voluntad de producir medicamentos de fácil fabricación en países pobres, debido al “parámetro supremo” de la rentabilidad.
Se pidió que las patentes de la nueva vacuna no se extiendan a la duración tradicional, para que sea posible producirlas en muchos lugares y no se trate de un “negocio amarrado” en favor de las grandes empresas. Pero, eso sí, nadie dijo que esas mismas empresas dejaran de avanzar, como podían hacerlo y lo hicieron, en busca de la vacuna. Su labor era tan necesaria que inclusive hubo gobiernos que aportaron fondos para el desarrollo del proceso. Y en todo caso, bien que mal, el mundo entero aguardó confiado que la industria hiciera su trabajo, como lo hizo, con sus investigadores, sobre la base de su experticia, reforzada con la contribución de centros universitarios.
Al disponernos a comenzar un año en el que se espera de verdad el inicio de la superación del problema de la pandemia, queda la tarea, esa sí para el liderazgo político, de refinar tanto el sistema internacional de manejo de crisis de salud, como los sistemas nacionales de atención, cuyos problemas salieron a la luz con motivo de la presente emergencia. Dicho refinamiento debe tener en cuenta, en nuestro caso, tanto el esquema laboral del personal de la salud como la organización administrativa del servicio, para que los graves problemas de reconocimiento y remuneración por el trabajo silencioso y abnegado de todos esos héroes de este momento no pasen al olvido, y para que los pacientes no tengan que seguir viviendo la ordalía de verse sometidos a las inclemencias de formas de funcionamiento legendarias por su ineficiencia y su proclividad a la corrupción.
Como quiera que una vez más quedó demostrado que la industria farmacéutica puede prestar a la humanidad servicios como el que acaba de ofrecer, sería deseable que, despojados del tradicional ánimo en su contra, y con la flexibilidad que algunas de las más importantes empresas han mostrado en cuanto a patentes y ganancias con motivo de la producción de la vacuna que comienza a circular, fuese posible concebir propósitos y esfuerzos mixtos en favor de la salud de la humanidad. El diálogo siempre será el mejor vehículo para conciliar posiciones e intereses distintos.
Entretanto, con la ayuda de las vacunas, y de la mano de los profesionales de la salud, parece que finalmente avanzamos hacia el final del túnel, a pesar de los cantos de fantasmas que pregonan pronósticos fatalistas, propios de la condición humana y presentes en todas las tradiciones culturales, que llaman a oponerse a la vacunación, como si absolutamente todos los procesos de producción de vacunas fuesen inútiles, o estuviesen viciados, y el destino de la humanidad no pudiese ser otro que la desgracia. En todo caso, y en nombre de quienes quieran reconocer su utilidad, gracias por las “muletas”.
Un venturoso año para los amables lectores de esta columna.
Fuentes: El autor y https://www.elespectador.com/o pinion/gracias-por-las-muletas / EL ESPECTADOR 29 de diciembre de 2020
(*) Exembajador de Colombia. Escritor, analista y conferencista. Profesor Titular de Carrera
"Mis amigos son todos así: Mitad locura, otra mitad santidad. No los escojo por la piel sino por la pupila, que ha de tener un brillo cuestionador y una tonalidad inquietante.
Escojo a mis amigos por la cara lavada y el alma expuesta. No quiero sólo el hombro o el regazo, quiero también su mayor alegría. El amigo que no sabe reír conmigo, no sabe sufrir conmigo.
Mis amigos son todos así: Mitad bromas, mitad seriedad. No quiero risas previsibles, ni llantos piadosos.
Quiero amigos serios de esos que hacen de la realidad su fuente de aprendizaje, pero que luchan para que la fantasía no desaparezca.
No quiero amigos adultos ni comunes. Los quiero mitad infancia y mitad vejez. Niños para que no se olviden del valor del viento en el rostro, y ancianos para que nunca tengan prisa.
Tengo amigos para saber mejor quién soy yo, pues viéndolos locos, bromistas y serios, niños y ancianos nunca me olvidaré de que la normalidad es una ilusión estéril.
Correo electrónico eduardo.barajas@urosario.edu.co
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"Y la gente se quedó en casa"
Poema de Katheleen O¨Meara (*)
MIREN QUE BELLEZA DE POEMA ESCRITO HACE 2 SIGLOS...
Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido
y alabaremos la suerte
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos
todo aquello que perdimos
y de una vez aprenderemos
todo lo que no aprendimos.
Ya no tendremos envidia
pues todos habrán sufrido.
Ya no tendremos desidia
Seremos más compasivos.
Valdrá más lo que es de todos
Que lo jamás conseguido
Seremos más generosos
Y mucho más comprometidos
Entenderemos lo frágil
que significa estar vivos
Sudaremos empatía
por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo
que pedía un peso en el mercado,
que no supimos su nombre
y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre
era Dios disfrazado.
Nunca preguntaste el nombre
porque estabas apurado.
Y todo será un milagro
Y todo será un legado
Y se respetará la vida,
la vida que hemos ganado.
Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos vuelvas mejores,
como nos habías soñado.
(*) Fuente: wikipedia.org 𝐊.𝐎'𝐌𝐞𝐚𝐫𝐚 (1839-1888) -ex-docente estadounidense - 𝐏𝐨𝐞𝐦𝐚 𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐭𝐨 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐥𝐚 𝐞𝐩𝐢𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐩𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐞𝐧 1800.
Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido
y alabaremos la suerte
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos
todo aquello que perdimos
y de una vez aprenderemos
todo lo que no aprendimos.
Ya no tendremos envidia
pues todos habrán sufrido.
Ya no tendremos desidia
Seremos más compasivos.
Valdrá más lo que es de todos
Que lo jamás conseguido
Seremos más generosos
Y mucho más comprometidos
Entenderemos lo frágil
que significa estar vivos
Sudaremos empatía
por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo
que pedía un peso en el mercado,
que no supimos su nombre
y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre
era Dios disfrazado.
Nunca preguntaste el nombre
porque estabas apurado.
Y todo será un milagro
Y todo será un legado
Y se respetará la vida,
la vida que hemos ganado.
Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos vuelvas mejores,
como nos habías soñado.
(*) Fuente: wikipedia.org 𝐊.𝐎'𝐌𝐞𝐚𝐫𝐚 (1839-1888) -ex-docente estadounidense - 𝐏𝐨𝐞𝐦𝐚 𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐭𝐨 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐥𝐚 𝐞𝐩𝐢𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐩𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐞𝐧 1800.
PD: El texto del poema fue recomendado, amablemnte desde Bogotá, por Pedro Alcántara Ospina, lector de PGV.
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"Mis amigos son mitad locura mitad santidad"
Poema de Fernando Pessoa (poeta portugués)
Ilustración fotográfica: fernando Pessoa en frasses.net - bajada para PGV
"Mis amigos son todos así: Mitad locura, otra mitad santidad. No los escojo por la piel sino por la pupila, que ha de tener un brillo cuestionador y una tonalidad inquietante.
Escojo a mis amigos por la cara lavada y el alma expuesta. No quiero sólo el hombro o el regazo, quiero también su mayor alegría. El amigo que no sabe reír conmigo, no sabe sufrir conmigo.
Mis amigos son todos así: Mitad bromas, mitad seriedad. No quiero risas previsibles, ni llantos piadosos.
Quiero amigos serios de esos que hacen de la realidad su fuente de aprendizaje, pero que luchan para que la fantasía no desaparezca.
No quiero amigos adultos ni comunes. Los quiero mitad infancia y mitad vejez. Niños para que no se olviden del valor del viento en el rostro, y ancianos para que nunca tengan prisa.
Tengo amigos para saber mejor quién soy yo, pues viéndolos locos, bromistas y serios, niños y ancianos nunca me olvidaré de que la normalidad es una ilusión estéril.
PD: este texto fue recomendado desde Medellín , muy gentilmente, a PGV, por el ilustrado amigo y economista Guillermo Morales Vega.
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Contacto: granboyaca@gmail.com
PGV DESEA:
FELIZ AÑO 2021 CON ALEGRIA DE VIVIR, PARA TODOS EN LA ALDEA GLOBAL
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