PGV - EDICIÓN - domingo 6 de diciembre de 2020
Seguimos conformando un equipo global de voluntarios librepensadores - capaz de crear, recrear y gestionar conocimiento - para el actuar con inteligencia social.
__________________________________________________________________________
Por Diego Alejandro Estrada Mesa (*)
"Ser empresario de sí mismo significa dominar los deseos, formarse como un estratega que utiliza adecuadamente sus fuerzas y capacidades.Ser empresario de sí mismo implica conducir, gestionar, el "cuidado de sí", para emplear la expresión de Foucault, se ha traducido dentro de la dinámica del management como "empresariado de sí" (Laval & Dardot, 2013, p. 338)."
"Sería válido
plantear, conforme a lo recién escrito, que la forma como se enlaza el gobierno
de los otros con el gobierno de uno mismo en el marco del neoliberalismo es por
medio de diversas "máquinas de expresión" contemporáneas. El puente
entre los intereses particulares de la economía de mercado (hacer funcionar la
sociedad conforme al modelo de la competencia y de la empresa) y las búsquedas
de uno mismo ha sido tendido por los medios masivos de comunicación, la
publicidad, las estrategias y programas de autoridades en administración,
psicología y neuromarketing. Dicho con otras palabras: se ha unificado
en un mismo cauce los propósitos de la economía de mercado con las fuerzas que
impulsan la vida del individuo. Los "medio ambientes"
neoliberales (inscritos en las dinámicas de la ciudad productora, consumista y
virtual) se estructuran para propiciar el tan anhelado encuentro entre unas
singularidades en principio adversas.
La sociedad-empresa
sería la incubadora de este nuevo sujeto. El deseo, a su vez, es modulado por
los estímulos y expresiones que se generan en los públicos. Las múltiples
imágenes, ideas e informaciones recogidas y almacenadas en el cerebro empezarán
a operar y a funcionar en pos de su materialización. El propósito del management, del
trabajo, del ejercicio individual, consistiría en que las personas fuesen
capaces de actualizar satisfactoriamente sobre su porvenir ese conjunto de
virtualidades ya instauradas y fijadas en la memoria. Con esto, el sentido del
individuo coincidirá plenamente con el eidos de la
racionalidad empresarial. Comienza a desarrollarse un nuevo matrimonio entre el
gobierno de los otros y el gobierno de uno mismo.
Este acontecimiento
obliga a pensar con más detalle el asunto de las "tecnologías del
yo". El gobierno de los otros como técnica capaz de producir un
autogobierno es un fenómeno que solo empieza a edificarse con el advenimiento
del liberalismo. Por tal motivo, es importante desmarcar los mecanismos
autodirectivos de otras épocas de las éticas contemporáneas impulsadas por las
lógicas neoliberales.
Las "técnicas de
sí" para gobernar la propia conducta hicieron su aparición en algunas
sociedades de la Antigüedad, entre el 800 a. C y los primeros siglos de la era
cristiana. Muchas de estas "iniciativas éticas" se consolidaron como
particulares concepciones del mundo (antropotécnicas
psicoinmunológicas, según Sloterdijk) hechas para dotar al individuo
de un carácter que le permitiera enfrentar la inclemencia del mundo social y
natural. Los estoicos, por ejemplo, comprendían la vida como un mantenerse en
forma para poder acceder al cosmos (emprender un vuelo cada día para asir la
totalidad). Los médicos de orientación hipocrática recomendaban un
"régimen dietético" que les permitiera a los individuos conservar el
equilibrio natural. Para estas sectas o grupos la vida era una cuestión
de training. No se trataba de una domesticación impuesta desde
afuera, que a fuerza de presiones y coerciones pretendiese amoldar la
diferencia en una geometría ajena. Este tipo de ejercicios individuales era la
manifestación de una formación autogenerada, orientada al blindaje del ser.
El punto álgido de la
discusión se encuentra cuando el desarrollo de las antropotécnicaspsíquicas (Sloterdijk,
2012, p. 24) se incorpora a las grandes maquinarias de sentido: inmensos
dispositivos de poder que producen permanentemente nuevas formas de dirigir la
humanidad. En el neoliberalismo, el poder y la libertad no riñen. Como lo
plantea Santiago Castro-Gómez (2010) en su Historia de la
gubernamentalidad.
lo que fascina a
Foucault es el modo en que el liberalismo y el neoliberalismo son capaces de
crear un ethos, unas 'condiciones de aceptabilidad' en donde
los sujetos se experimentan a sí mismos como libres, aunque los objetivos de su
conducta sean puestos por otros (p. 12)
"Tecnologías del yo" y
"cultura empresarial"
Las tecnologías de
gobierno actuales son capaces de modelar unas determinadas "técnicas de
sí", es decir, desarrollar unas éticas. Como ya se planteó antes, la
fabricación del sujeto empresarial requiere de nuevos mecanismos de
intervención como el desmontaje de cualquier intervencionismo estatal (cuestión
sumamente peligrosa para los idearios de las mentalidades neoliberales, pues
produce el desarrollo de una población ociosa y dependiente). A la inversa, con
las tecnologías de gobierno imperantes habría que imaginarse a los individuos
desde otra óptica moral: insertar la vida en un estado de
"capacitación" y "capitalización" constante (empowerment).
La
"ontologización" del riesgo en la cultura contemporánea, el acoso
permanente de "quedar por fuera" de los ideales de vida socialmente
establecidos, la exposición de los trabajadores a las irregularidades del
mercado, al igual que el despliegue en la vida ordinaria de valores como la
"responsabilidad" y la "autorrea-lización", han posibilitado
la emergencia de técnicas de gestión destinadas a producir formas de sujeción
supremamente eficaces. La literatura de autoayuda, las prácticas
psicoterapéuticas, el coaching, entre otros finos mecanismos,
les otorgan a las personas instrumentos para adaptarse a las complejas
condiciones del capitalismo actual. Los sujetos emprendedores viven
peligrosamente, siempre al filo de un caos que es necesario organizar.
El espíritu de la empresa desarrollado actualmente impone valores como la innovación, la excelencia, la capacidad de formar un carácter "resiliente". El trabajo sobre sí mismo resulta necesario para desenvolverse eficientemente en una sociedad competitiva. Por medio de la autovigilancia, la entrega permanente al trabajo y el perfeccionamiento (enhancement) de las propias capacidades a través de la asimilación de competencias se ejecuta un ejercicio lento y paciente que da forma al "neosujeto" (Laval & Dardot, 2013, p. 331). Como ya lo había señalado Nikolas Rose (1990) en Governing the soul, el éxito personal cada vez se acopla más a las metas de las grandes compañías (p. 56). Sin embargo, este vínculo debe comprenderse como un mecanismo individual ejecutado para permanecer en la esfera de la competencia; no tanto como la feliz coincidencia entre los intereses de la economía y las búsquedas individuales. La gubernamentalidad empresarial exige la emergencia de una ética, la ética del emprendedor, la ética de la "automotivación", la ética de la "autoayuda". Ser empresario de sí mismo significa dominar los deseos, formarse como un estratega que utiliza adecuadamente sus fuerzas y capacidades.Ser empresario de sí mismo implica conducir, gestionar, El "cuidado de sí", para emplear la expresión de Foucault, se ha traducido dentro de la dinámica del management como "empresariado de sí" (Laval & Dardot, 2013, p. 338).
Vanina Papalini ha
logrado comprender claramente estos acontecimientos por medio de sus
investigaciones sobre la cultura de autoayuda. Hasta 2012, los libros más
vendidos en países como Argentina, México y Colombia se enmarcaban justamente
dentro de este género literario (Papalini, 2013, p. 165). Estas referencias
tienen cierta importancia. A pesar de no ser un fenómeno nuevo, debe destacarse
la incorporación cada vez más fuerte de este tipo de idearios en el pensamiento
cotidiano de algunas sociedades en América Latina. La proliferación de este
fenómeno, evidentemente, coincide con la expansión del neoliberalismo como
perspectiva de gobierno global. Las transformaciones culturales propiciadas por
las gubernamentalidades hegemónicas actuales y la progresiva formación del
sujeto empresarial ha sido un caldo de cultivo importante que explica el éxito
relativo de este género literario. Las "vidas de riesgo" producidas
dentro del marco social han encontrado en este tipo de recetarios mecanismos para
conjurar la incertidumbre por medio de diversas técnicas y narraciones que
impulsan cada vez más a los actores sociales hacia el difícil imperativo de
construir la propia vida.
La cultura ordinaria,
por otra parte, parece estar cada vez más colonizada por un discurso
terapéutico que problematiza permanentemente la vida subjetiva y que pontifica,
por otra parte, sobre lo normal y lo patológico. Diferentes saberes y técnicas
se han vulgarizado y popularizado de una forma considerable. En medio del acoso
continuo que generan las dinámicas de la competitividad, la amenazante
precarización de las condiciones de vida, la proliferación de las deudas,
además de la vejez y la enfermedad, se han establecido una serie de valores
concentrados en la búsqueda de un bienestar "bio-psico-social". Es
importante, sin embargo, observar con sospecha este tipo de discursos
aparentemente altruistas. La ética de la autoayuda, al igual que el ascenso de
esta cultura terapéutica, considera que los problemas y las soluciones son
siempre un asunto subjetivo. Se invita permanentemente a los individuos a que
se responsabilicen de sus propios actos y desiciones. El fracaso, el error, es
siempre un problema técnico, una falla administrativa de la persona. De ahí la
importancia de la "capitalización". El ciudadano responsable ya no es
comprendido desde los horizontes republicanos centrados en la participación de
la vida pública. Un buen ciudadano es, ante todo, un sujeto prudente que se
capacita, que se inmuniza cada vez más frente a los riesgos. Algunos ejemplos
interesantes de estas formas de inmunización pueden encontrarse en técnicas
como la programación neurolingüística, el análisis transaccional o
procedimientos vinculados a algún tipo de experticia. La meta de estos
discursos puede ser múltiple: el dominio de uno mismo, el manejo inteligente de
las emociones y el aprendizaje de técnicas para sobrellevar el estrés. A pesar
de provenir de teorías e instituciones diferentes, todos estos fines se
encuadran en un gran propósito: conminar al yo para que se adapte a la
"realidad" (Laval & Dardot, 2013, p. 344).
El dominio mental y
emocional, sin embargo, no es el único ámbito que hay que adiestrar para lograr
el éxito. Una somati-zación de la ética empieza a hacerse cada vez más fuerte
con la emergencia de nuevas tecnologías centradas en la moleculariza-ción y
optimización del cuerpo. Es conveniente, en este caso, no caer en la clásica
oposición pensamiento/materia. Las tecnologías de poder y adiestramiento
actuales son cada vez más holísticas e integrales en la medida en que acoplan
formas de capitalización variadas provenientes de racionalidades opuestas como
la biomedicina y las medicinas alternativas."
(*) Diego Alejandro Estrada Mesa:
Formación Académica | |
Doctorado UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA DOCTORADO EN FILOSOFIA Juliode2011 - de | |
Maestría/Magister UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA MAESTRIA EN FILOSOFIA Febrerode2006 - Octubrede 2011 Los conceptos de libertad y poder en el pensamiento político de Hannah Arendt | |
Pregrado/Universitario UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE MEDELLÍN Ciencia Política Septiembrede2001 - Agostode 2005 Comunidad, Individualización y Riesgo. Una perspectiva ético política de la ciudadanía contemporánea |
"El virus se ha extendido por todo el mundo. La cifra supera los 63.4 millones y los fallecidos por la enfermedad son más de 1.4 millones (dato de diciembre 2/2020) - es.statista.com" - bajada para PGV
3. Frustraciones de Trump en política exterior
Vuelven a salir en estos tiempos, las clasificaciones sobre los mejores presidentes de los Estados Unidos. Es significativo que todos los mandatarios considerados como los mejores, han manejado episodios fundamentales de la política internacional norteamericana.
Fuera de Abraham Lincoln y de George Washington que figuran en todas las clasificaciones, aparecen frecuentemente entre los mejores presidentes, Theodore Roosevelt, adalid de la política del “Gran Garrote” de la que fuimos víctimas varios países, incluyendo a Colombia, nada menos que con la separación de Panamá.
Woodrow Wilson que llevó a los Estados Unidos a participar en la Primera Guerra Mundial y que luego en 1918 propuso el tratado de paz de Versalles entre Alemania y las potencias vencedoras, al que sin embargo su país no adhirió.
Franklin D. Roosevelt y Harry S. Truman, que afrontaron la Segunda Guerra Mundial. El primero, con la participación de los Estados Unidos en la guerra después del ataque a Pearl Harbor y el segundo con el lanzamiento de la bomba atómica y la rendición del Japón. Roosevelt adoptó igualmente la política del “Buen Vecino” que marcó las relaciones con América Latina a partir de 1933.
Dwight D. Eisenhower, comandante de las fuerzas norteamericanas durante la Segunda Guerra, como presidente fue actor en la Guerra Fría, negoció con la Unión Soviética el acuerdo sobre armas nucleares y concertó la paz entre las dos Coreas después de varios años de guerra.
John F. Kennedy superó exitosamente la crisis de los cohetes en Cuba, en un complejo trance que nos colocó al borde de una nueva guerra mundial.
Ronald Reagan, que después de la derrota norteamericana en Vietnam, del episodio de la toma de los rehenes norteamericanos en Teherán y de su frustrado rescate durante el gobierno de Carter, generó entre los desmoralizados norteamericanos un nuevo aliento. Sirvió además de puntal en el estrepitoso colapso de la Unión Soviética y de la Cortina de Hierro.
Se ha incluido igualmente en las listas a Barack Obama, que decidió la normalización de las relaciones con Cuba y el retiro de las tropas de los Estados Unidos de Irak.
Trump podría haber sido incorporado. Sin embargo, las cosas no le salieron como esperaba. La decisión del retiro de las fuerzas norteamericanas dispersas por el mundo, anunciada en una ceremonia de graduación en la Academia Militar de West Point, llegó tarde y generó más bien críticas que apoyo generalizado.
El sonado caso de una nueva era en las relaciones con Corea del Norte paulatinamente se fue diluyendo. La gestión para el restablecimiento de las relaciones de algunos estados árabes con Israel, no le reportaron una proyección similar a la de los acuerdos de Camp David. Maduro entre tanto sigue campante en Venezuela, con elecciones amañadas el próximo domingo y una oposición debilitada y dividida.
En nuestro medio, la política exterior es marginal y episódica. Hace algún tiempo un candidato presidencial en su campaña, respecto a la cancillería usó el estribillo de “menos ocio y más negocio” y años después, otro manifestó que “había que acabar con la cancillería”.
Para no hablar de los personajes en los que prevaleció el afán de preservar su favorabilidad en las encuestas sobre el manejo adecuado de los problemas.
(*) Excanciller y Exembajador de Colombia. Escritor y analista geopólítico. Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario
Me pareció muy bueno el artículo de Julio Londoño Paredes. Hace un recuento rápido y conciso de los principales logros de mandatarios estadounidenses en la política exterior. Son todos históricos y de relieve mundial.
ResponderBorrarGracias por su comentario. Saludo cordial (Hugo A.).
Borrar