LA INFODEMIA ESTÁ AFECTANDO LA ACADEMIA Por Karina Fuerte
La pandemia acentúa los problemas que enfrenta la academia
Editora en jefeMensaje editorial - 13 de octubre 2020
No es casualidad que las historias y artículos que compartimos en el newsletter de esta semana estén relacionados con la academia y las adversidades que está enfrentando la comunidad científica ante la pandemia: la brecha de género y el racismo en la academia, el bullying, la crisis de salud mental que permea en toda la comunidad académica, la cultura tóxica del “publish or perish”, la precariedad e inestabilidad laboral, y la otra “epidemia” a la que nos enfrentamos hoy, la infodemia o sobreabundancia de información; temas que hemos leído (y escuchado de viva voz), publicado y compartido hasta el cansancio, especialmente en los últimos meses.
Sin embargo, estas problemáticas no son recientes ni consecuencia de la crisis sanitaria que vivimos actualmente. La COVID-19 solo ha evidenciado y empeorado la serie de problemáticas que la academia ya viene arrastrando desde hace más de una década.
Para quienes seguimos la ciencia desde afuera, la profesión científica nos parece fascinante. Una vida dedicada al descubrimiento científico y a la producción del conocimiento; pasar horas y horas en el laboratorio pensando y observando fenómenos intrigantes, elaborando teorías y desarrollando experimentos hasta llegar a ese efecto “¡Eureka!” tan esperado. Tenemos esta imagen del “científico loco” que pasa días enteros en su laboratorio sin descansar ni rechistar porque le apasiona lo que hace.
Pero este concepto dista mucho de la realidad. “La ciencia es aburrida”, dice Michael Strevens, profesor de filosofía de la ciencia. “La gente ve el 1 por ciento: los fenómenos intrigantes, las teorías provocativas, las refutaciones o verificaciones experimentales dramáticas. Detrás de estos logros hay largas horas, días, meses de tedioso trabajo de laboratorio”. Para Stevens, esta imagen romantizada que tenemos del científico que teoriza, argumenta y debate constantemente con sus pares, en realidad “consiste casi exclusivamente en la producción de datos experimentales”. Yo añadiría que además de la producción de manuscritos, los académicos pasan gran parte de su tiempo escribiendo propuestas para becas y llenando aplicaciones para convocatorias de plazas de profesorado, las cuales son cada vez más escasas.
Si bien durante la cuarentena hemos visto una sobreabundancia de publicaciones científicas (particularmente relacionadas con la COVID-19), estos meses de confinamiento no han sido los más productivos para muchos académicos, especialmente para las mujeres. De acuerdo a diversos estudios, las académicas y científicas han sido las más afectadas durante esta pandemia, especialmente aquellas que tienen hijos. Años de investigación han demostrado que las profesoras luchan constantemente por equilibrar el trabajo y la familia, lo que a menudo las lleva a abandonar la academia. La llegada de la pandemia solo ha exacerbado la brecha de género y los obstáculos que enfrentan las mujeres para avanzar en sus carreras.
Para muchas personas, esta pandemia y la crisis que ha desatado en todo el mundo representa la oportunidad perfecta para reimaginar la universidad, para erradicar estos problemas que ya venimos arrastrando desde hace años. Pero para ello necesitamos tiempo. Tiempo y espacio para reflexionar, analizar, discutir y debatir sobre la sociedad que queremos. Necesitamos parar de vez en cuando, desacelerar este ritmo de vida que llevamos con el pretexto de que “el mundo avanza a pasos agigantados” y nosotros necesitamos correr para seguirle el paso. Por nuestra parte, ya que no podemos controlar el tiempo, por lo menos intentaremos que aquí puedan encontrar ese espacio para la reflexión, el análisis y la discusión.
Fuente: https://observatorio.tec.mx/editorial/academia-crisis-pospandemia
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