ENTRE MERCENARIOS Y CHANTAJES Por Julio Londoño Paredes
Julio Londoño Paredes (*)
En la descabellada aventura de los “soldados de fortuna”, que procedentes de Colombia, desembarcaron en la costa venezolana, apareció como líder JJ. Rendón, el asesor del expresidente Juan Manuel Santos en la segunda vuelta de su campaña para la presidencia de la república, cuando se enfrentó a Antanas Mokus. Después de la frustrada incursión, que era seguida de tiempo atrás por la inteligencia cubano-venezolana, por más explicaciones que puedan darse, la proyección de Guaidó se ha deteriorado.
Ahora el régimen madurista anuncia una demanda contra el presidente Duque ante la Corte Penal Internacional, por supuestamente haber permitido que la acción de los mercenarios se planificara desde territorio colombiano. Al mismo tiempo nos acusa ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de “organizar, entrenar, financiar y proteger”, conjuntamente con los Estados Unidos, a los mercenarios.
A esto se agrega el “episodio de las lanchas” aprovechado por Maduro para condicionar su devolución, a que el presidente Duque se lo solicite. Conociendo la posición del mandatario colombiano respecto a los contactos oficiales con el régimen venezolano, el chantaje no va a surtir efecto. A nuestro presidente le resultaría más costoso políticamente, llamarlo por teléfono, que Venezuela se quede con las tres lanchas.
Maduro reconoció inicialmente que fue un hecho casual. En efecto, no pasó de ser un incidente más en la problemática fronteriza entre dos países que tienen un límite constituido en buena parte por cursos de agua. Especialmente cuando el caso se presentó entre los ríos Meta y Orinoco, en los que, de conformidad con el tratado de 1941, existe la libre navegación para ambos estados.
Sin embargo, en poco tiempo el régimen venezolano, construye una extraña hipótesis. En la denuncia ante el Consejo de Seguridad, Venezuela señala que las lanchas, armadas y dotadas de municiones, estaban en condiciones de emprender un ataque “a gran escala” y que además trasportaban otro grupo de mercenarios del que no se había hablado inicialmente.
En el curso de los años, se han presentado centenares de complicados incidentes, incluyendo incursiones de guardias nacionales y de soldados a territorio colombiano. Para no hablar del caso en el que, tropas venezolanas atendiendo instrucciones de sus superiores, ocuparon la margen derecha del río Arauca, aduciendo que era territorio de ese país. Siempre esos incidentes se han resuelto.
Esta podría ser la oportunidad para que Maduro, hiciera un gesto de buena voluntad e impidiera las acciones que desde su territorio realizan los grupos armados colombianos, incluyendo las acciones terroristas contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas, que están afectando también a los ríos venezolanos y a las poblaciones residentes en las áreas adyacentes.
Sin que se trate del reconocimiento del régimen madurista, en estos tiempos del coronavirus y de contagios que no se sabe cuánto durarán, de migraciones masivas, del incremento del tráfico de personas y de la proliferación de la delincuencia común a ambos lados de la frontera, la cooperación para enfrentar estos problemas es indispensable.
No podemos darnos el lujo, simplemente de ignorarnos.
Fuente: https://www.semana.com/opinion
Revista Semana- mayo 15, 2020
(*) Ex Canciller de Colombia, Ex Embajador de Colombia, Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario.
Ilustración gráfica: "del viejo proyecto de interconectividad binacional: fluvial, ferrocarrilera y carretera". Archivo pluri-VERSIDAD Global.
Se avizora claramente que el camino del "respeto justo y mutuo" y del "sentido común" es el más idóneo y productivo, en este binacional, electoral y secular "tire y afloye". (hac)
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