Editorial de hoy: WHO is WHO por Eduardo Barajas Sandoval *
WHO is WHO
Por Eduardo Barajas Sandoval
La Organización Mundial de la Salud, en inglés WHO, World Health Organization, se ha convertido en vertedero de recriminaciones por la expansión del contagio que ha frenado en seco la marcha del mundo.
Las debilidades de la OMS son las propias de la insuficiencia contemporánea de los organismos del Sistema de Naciones Unidas, con setenta años de desgaste, bajo el desconocimiento de la opinión pública y el desacato de gobiernos que juegan a la política sin respetar marcos institucionales. Pero no deja de ser injusto achacarle principalmente a esa organización las fallas en el manejo del problema, cuando la lista de los responsables, puede ser mucho más larga.
Es cierto que la OMS, con deberes en materia de prevención y manejo de pandemias, debería tener autoridad, y capacidad, para hacer su oficio. Pero su idoneidad presenta brechas a la luz de la “diplomacia del cuidadoso respeto” por los grandes actores, que cuando aparecen involucrados en algún problema parecen inhibir a ciertos funcionarios internacionales.
Se dice que la OMS tardó demasiado en declarar la pandemia y fue muy laxa y condescendiente con el gobierno chino. Que en las primeras semanas se limitó a difundir la información que, sin control alguno, produjo el mencionado gobierno. Tiempo en el cual, si se hubiere actuado adecuadamente, se habría podido cambiar el curso de los acontecimientos. Pero, a estas alturas, nada se gana con culpar a la organización, que entre más vilipendiada menos bien podrá hacer su oficio. Lo demás son las cuentas sobre el origen profesional de su Director, que no es médico, y sobre sus orientaciones políticas, que así como resultan molestas para unos, pueden ser gratas para otros.
Respecto del gobierno chino se tejen también ahora diferentes conjeturas, que abarcan desde el descuido hasta la conspiración, pasando por las vanidades de los gobernantes, que no quieren admitir falta alguna, y los accidentes de laboratorio. Apreciaciones que pueden llevar en algunos casos una peligrosa discriminación anti china, de consecuencias graves hacia el futuro. Perspectiva preocupante no solamente por el resentimiento hacia un país al que se le atribuye la procedencia geográfica de la oleada que ha significado miles de muertos y millones de confinados, sino por los cambios eventuales en materia comercial y de organización de procesos de producción basados, hasta ahora, en la confianza en la legendaria laboriosidad de los chinos, que convirtieron a su país en la gran fábrica del mundo.
A engrosar la lista de las recriminaciones pasa también la Unión Europea, por no haber podido, desde un principio, organizar un tratamiento común de la amenaza, y después una política común de defensa. Con el agravante de haber quedado impotente ante el levantamiento de fronteras internas que serían la negación palpable de los esfuerzos de construcción de un espacio comunitario.
La enumeración de responsables, y de pronto de irresponsables, se alarga con los nombres de gobernantes caracterizados por una especie de suficiencia que los aparta por definición de lo que piensen los demás, pues solo confían, y en forma desmedida, en su propio criterio. De manera que no dan campo para escuchar, y mucho menos atender, observaciones de científicos cuyo criterio no concuerda con las ambiciones de su proyecto de gobierno. Con el agravante de que, si no hay para ellos pares entre los seres humanos, creen erróneamente que mucho menos los puede desmentir un enemigo microscópico. La gama de actitudes infortunadas de muchos de los líderes políticos puestos a prueba se aumenta con todos aquellos que, por haber sido víctimas de la sorpresa, la imprevisión o la incredulidad, no reaccionaron a tiempo, mientras la muerte cobraba víctimas y arrollaba, o amenazaba con arrollar los sistemas de salud aparentemente más desarrollados del planeta.
Cuando prácticamente todos los países están ahora involucrados en un mismo problema, deben cesar las recriminaciones. En lugar de ello, tienen una obligación de unidad para afrontarlo. Dividirse en estas circunstancias equivale a inventar un nuevo enemigo. Ya habrá tiempo para que vengan los cronistas, los investigadores, y por supuesto los historiadores de la vida contemporánea, a recoger los elementos de las cuentas que haya que hacer, y a poner en evidencia los aciertos o la falta de lealtad a la obligación de cooperar, pues en todo caso las responsabilidades por lo que ahora se haya hecho, o dejado de hacer, con motivo de este episodio, tampoco se pueden dejar en la neblina de la confusión y del olvido.
En lugar de debilitar a la Organización Mundial de la Salud, única institución de cubrimiento global con la que contamos, deberíamos buscar la forma de reforzar sus posibilidades de cumplir con la meta de buscar ese “estado de completo bienestar físico, mental y social” que beneficie a la humanidad, mucho más allá de la simple ausencia de enfermedad. Para ello es preciso contar con una efectiva convergencia de liderazgo que provenga no solamente de los gobiernos sino que lleve además el compromiso de la sociedad, reforzado con el concepto de una ciudadanía mundial que facilite la militancia de gente de todos los continentes en causas comunes.
Si bien es cierto que la OMS debe quedar en uno de los primeros lugares de la lista de renovación de las instituciones internacionales, golpearla justo en este momento, mediante su descrédito programado o con la supresión del apoyo financiero a su funcionamiento, es un acto de mezquindad, un ataque a la causa de la salud y una especie de atentado contra la seguridad y la vida humanas, particularmente en sectores muy indefensos del planeta.
Los protagonistas del concierto “Global Citizen”, del sábado 18 de abril, desde Paul McCartney hasta Andrea Bocelli, apoyaron al personal de salud, dejaron espacio para la OMS, y dieron ejemplo de esa generosidad del espíritu que deberían practicar gobernantes, líderes políticos, comentaristas y algunos comunicadores y “orientadores de opinión”, que parecerían disfrutan de la oportunidad para mostrar supuestamente fuerza y capacidad de agitación de los espíritus, con el resultado lamentable de carcomer el ánimo de una sociedad mundial que requiere liderazgo positivo y buena voluntad.
Con el refuerzo de la cooperación internacional, se debe hacer todo lo posible para evitar que se cumplan los pronósticos de las aterradoras consecuencias de la expansión del contagio en nuevas zonas del mundo y en sectores populares que, en todas partes, oscilan entre la amenaza del virus y la del hambre. Ahí, por decantación, dichos sectores se han hecho visibles, afectados además de antemano por enfermedades que no han dejado de golpear a un mundo escondido de las pompas de sectores de la sociedad que solo ahora, debido al poder de un enemigo que no entiende de clases sociales, les hace caer en cuenta de la fragilidad que nos es común. Razones por las cuales conviene, en este momento, y en la perspectiva de asumir responsabilidades, saber quién es quién. Who is who.
* Eduardo Barajas Sandoval
- Investigador en temas de derecho, politología y relaciones internacionales
- Conferencista
- Alto directivo académico, y docente en la U. del Rosario - Bogotá
- Ex Secretario general de la Presidencia de la República
- Ex Secretario de Educación de Bogotá D.C.
- Ex Embajador de Colombia en Hungría
- Ex Rector de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
- Escritor y Columnista en periódicos de circulación nacional e internacional.
Ilustración de gráfica de Jacques Lacan (intersección de conjuntos: inspiradora y creadora)
El Doctor Eduardo Barajas tiene razón en su análisis de la pandemia del Covid 19.
ResponderBorrarYo le añado que sea en China o donde sea el país causante del mortífero virus, este ha llegado a ser y se ha convertido en el enemigo invisible de la inesperada tercera guerra mundial y difícil de ganar.
Como tal, la consecuencias son funestas para toda la humanidad y para el mundo entero:Ha encerrado en sus casas a toda la humanidad y paralizó completamente la economía de todos los países del mundo en cerca de cuarenta días. Ha causado millones de muertos sin ningún distingo y ha generado hambruna y muerte en las clases más pobres.
Estamos viviendo y padeciendo la tercera guerra mundial contra un enemigo invisible: La pandemia del mortífero covid19. Que horror.
Comentario anterior, personal del compañero Gabriel Diaz Rivera, Boyacense residente en Medellin.
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